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No pudo ser. La lluvia impidió que la procesión del Martes Santo, conocida como Las Lágrimas de San Pedro o de El Silencio, pudiera salir. Lo intentaron dos veces sin éxito. Este año, las cofradías habían cambiado el horario para animar a más personas a acompañarles. Si bien antes comenzaba tras la celebración del Sacramento de la Penitencia, en torno a las ocho y media, al cambiar el acto religioso al lunes, el horario marcado eran las ocho de la tarde.
Puntuales, los casi cien cofrades de la Santa Vera Cruz comenzaron a colocarse para procesionar, acompañados de los hermanos del Santo Sepulcro y de la Santa Misericordia. En ese momento, las gotas de lluvia comenzaron a brotar del cielo, como si se tratase de las mismisimas lágrimas de San Pedro. Se tomó la decisión de atecharse en el pórtico hasta que comenzara a escampar. Y sucedió, el sol volvió a brillar. «Van a salir», «ahora sí», podía escucharse entre la multitud expectante. De nuevo, volvieron a colocarse pasadas las ocho y veinte de la tarde, pero la lluvia volvió a hacer de las suyas. No hubo tercer intento. Este año La Flagelación y Las Lágrimas de San Pedro no pudieron recorrer las calles.
Con el capirote en la mano, las caras largas y las lágrimas brotando podían verse entre los hermanos de la Santa Vera Cruz. «Es mi primer año, me hacía mucha ilusión. Hay muchos nervios y mucho trabajo», señaló la cofrade María Cortina, que iba a portear el paso de San Pedro junto a otras siete hermanas. Con mucho mimo había preparado la cofradía de la Santa Vera Cruz los dos pasos, el de las Lágrimas de San Pedro, primero en salir, arrodillado sobre un manto de flores rojas y blancas. El de La Flagelación, con rosas, iris estatis, cardo natural y astromelias, que fueron colocadas esa misma mañana para que la imagen estuviera lo más perfecta posible.
Casi una hora antes de que comenzara la procesión los dos pasos se situaban en el pórtico de San Pedro, de donde saldrían. Gijoneses y turistas que transitaban por el lugar aprovechaban para sacar alguna que otra foto. Un consuelo para Juan Antonio Rodríguez-Pládano, hermano mayor de la Santa Vera Cruz.
«Lo bonito que tenemos es que armamos las imágenes a la vista. La gente que pasa puede disfrutar de esos momentos desde el minuto cero», señaló. Con sentimientos encontrado porque «es el trabajo de todo un año y hay mucha gente nueva», Rodríguez-Pládano afrontaba este destino. «Es lo que tenemos aquí, es Gijón. Estamos en el norte y somos la esmeralda de España, por algo será el verde. Es el peaje que tenemos que pagar». Los cofrades rezaron un padrenuestro final en recuerdo de los hermanos fallecidos y enfermos.
El miércoles, el Encuentro. A las 20.15 saldrá de San José el paso de Jesús Nazareno que se encontrará con el de la Verónica en el exterior. A las 20.45 saldrá de San Pedro el de la Virgen Dolorosa y San Juan Evangelista. Los cuatro se encontrarán a las 21.15 horas en la plaza Mayor.
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