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Violeta Suárez y su marido José Manuel Iglesias, ayer, en la entrada de su vivienda. PALOMA UCHA
«De aquí solo nos sacan encadenados»

«De aquí solo nos sacan encadenados»

Violeta Suárez y su marido José Manuel aseguran que no se irán de El Arbeyal hasta que reciban «el precio justo» por su casa y cuadras

M. MORO

GIJÓN.

Lunes, 6 de noviembre 2017, 01:31

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«De aquí solo marchamos si nos sacan encadenados». Violeta Suárez, gijonesa de 74 años, se prepara junto a su marido José Manuel para atrincherarse en las próximas semanas en la vivienda que construyó su padre, «un carreteru que surtía de leña a todos los bancos de Gijón», y que la vio nacer. El matrimonio es una de las dos últimas familias que se resisten a abandonar el ámbito donde Solvia promueve la construcción de más de 200 pisos en primera línea de playa de El Arbeyal.

«Espero que la justicia sea igual para todos y que después de tanto pleitear nos den un precio justo por lo que valen estos 750 metros cuadrados que ocupan la casa y el patio con las cuadras», afirma consciente de que la piqueta está derribando estos días naves industriales justo al otro lado de las tapias que protegen su hogar en el número 56 de la calle de Pachín de Melás. Un hogar con cocina de carbón, que se calienta con estufa, en la que Violeta y José Manuel conviven con una hija de 33 años. Una casa pegada a la de sus padres ya fallecidos que usan como trastero y donde se entretienen cuidando de sus seis nietos y de les pites, faisanes, pavos y patos que son los reyes del patio interior colindante con el Club Natación Santa Olaya donde se distribuyen las antiguas cuadras familiares, hoy desprovistas de vacas.

«Este es suelo residencial y de aquí salen lo menos doce pisos con terraza», remarca Violeta, quien asegura que el dinero fijado para las expropiaciones apenas les da para costear un piso de segunda mano en La Calzada. «No tengo para muebles ni para dejar nada a los tres hijos», lamenta la mujer, que afirma que a otros expropiados «les han dado más bajo cuerda, como a los de Ferjovi, que tenían okupas en la nave, mientras que a nosotros nos dejan desamparados a la cola y nos dicen que no hay más dinero». Su marido José Manuel, jubilado de Talleres de Moreda, confirma la observación de su esposa y asegura: «Nosotros no nos movemos de lo que nos ofrecía Bruesa: 990 euros por metro cuadrado más vivienda».

La marmolería

Las máquinas de demolición, que concluirán sus labores el viernes, dejarán en pie la vivienda unifamiliar de Violeta Suárez y el antiguo edificio de oficinas de Arcelor por ser colindante con pared con ella. También se salvará momentáneamente de los derribos, en tanto no haya una resolución judicial que fije el precio final de las expropiaciones, Mármoles Santa Olaya, una fábrica con 45 años de historia a cuyo frente se encuentra Eleuterio García. «Me dan mucha pena los de la marmolería porque no pueden pasar los camiones por las obras y tienen cuatro obreros que, como cualquiera, tienen que comer todos los meses», señala Violeta, quien recuerda que a su padre ya en su día le expropiaron parte de sus tres parcelas en la zona en aras del progreso. «Fue para hacer una carretera porque por aquí solo pasaba su carro. Sobró un trozo y se lo quedó la piscina», relata en referencia al Santa Olaya.

Solvia tiene previsto culminar esta semana la demolición de la antigua nave que servía de almacén de Arcelor en la zona, cuya pared es utilizada como frontón por el Santa Olaya. En la parcela que dejará liberada esta nave es donde el club fabril pretende hacer un aparcamiento provisional para los socios de unas 200 plazas.

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