«Xixón está mercantilizándose sin que el gobierno haga nada por evitarlo»

–¿Qué balance hace de este primer año tras el regreso de Foro al gobierno con el PP de socio?

–Lo que han demostrado Foro, PP y el concejal tránsfuga este primer año es que son un gobierno no ya alejado, sino aislado de la ciudad. Gobiernan de espaldas a ella, con una agenda de retrocesos que nos ha dejado numerosas fotos en blanco y negro durante este año: desfiles militares, misas, coches, humos y toros. Su único proyecto es de la vuelta atrás, todo lo demás son iniciativas improvisadas e inconexas que no responden a un modelo de ciudad más allá de favorecer el negocio privado con recursos de todos. Los grandes retos de Xixón siguen sin soluciones.

–¿Cuál cree que es el mayor error cometido por la alcaldesa y su equipo en este último año?

–La alcaldesa inició el mandato equivocándose, pactando con la ultraderecha para hacerse con la Alcaldía. Y desde ese momento, la falta de diálogo con la oposición es la que ha marcado este primer año, con una acción de gobierno alejada por completo de las necesidades de la ciudad. Xixón está viviendo un proceso de mercantilización que está cambiando la ciudad sin que el gobierno esté haciendo nada por evitarlo, al contrario. Cambia viviendas por alojamientos turísticos, comercios locales por franquicias, políticas culturales por meras estrategias de captación de turistas. Es su modelo, lo vivieron ya otras ciudades. Y nos lleva al desastre.

–Insiste mucho en que en el gobierno de Gijón deja su impronta la ultraderecha, con una estampa de la ciudad propia de una película de Berlanga...

–Xixón no tendrá por primera vez declaración institucional de apoyo a las reivindicaciones del colectivo LGTBI con motivo del Orgullo. Y no la tendrá porque seis concejales del gobierno que preside Carmen Moriyón, cinco del PP y el concejal tránsfuga Óliver Suárez, la bloquearon en el Pleno con su voto. La ultraderecha está dentro del gobierno de la ciudad, y lo que hay que preguntarse es hasta cuándo la alcaldesa va a tolerar estos discursos de odio, contrarios a los derechos humanos, desde dentro de su gobierno. ¿Se acabó o no se acabó?

–Si ahora gobierna el centro-derecha, ¿no será porque hicieron ustedes algo mal en el mandato anterior y les penalizaron?

–La ciudadanía penalizó a la izquierda, pero no a Izquierda Unida, que creció en votos y en representación ganando un concejal después de haber basado la campaña electoral en la defensa de nuestra acción de gobierno. Creo que los gijoneses sí valoraron positivamente las políticas de transformación urbana que impulsamos el mandato pasado.

–¿En qué cuestiones cree que deben hacer autocrítica habiendo sido socios de gobierno del PSOE en el mandato anterior?

–El gobierno anterior impulsó una agenda de cambio en muchas políticas tras los ocho años de parálisis de los gobiernos de Moriyón, y como cualquier política de transformación urbana, se encontró las mismas resistencias que se encontraron otras ciudades, a las que se sumó una pandemia y una crisis económica. Hubo una oposición de derechas trumpista que crispó la convivencia en la ciudad, y un partido mayoritario de gobierno que en el último año y medio se dedicó a hacer oposición a las políticas impulsadas por su alcaldesa. La tormenta perfecta. ¿Autocrítica? Creo que debemos aprender a medir mejor los tiempos y mejorar la forma de comunicar cuando gobernamos.

–En materia de Movilidad Foro (Pelayo Barcia) ha rectificado muchas de las actuaciones que Aurelio Martín puso en marcha, pero en cambio el PP (Rodrigo Pintueles) está dando continuidad a los proyectos que dejaron en herencia. ¿Qué le parece este contraste?

–Pelayo Barcia es el más coherente de los concejales del gobierno, y si no lo es más es porque no le dejan. No engaña a nadie: es un negacionista de libro y está orgulloso de serlo. El problema es que quien sufre las consecuencias de su delirio cochista somos todos los gijoneses. El balance del primer año de Medio Ambiente es efectivamente otro, porque Rodrigo Pintueles optó por dar continuidad a los proyectos iniciados por IU en el mandato pasado, fundamentalmente la renaturalización del Piles y Gijón Ecorresiliente, a pesar de que su partido se opuso a los dos cuando eran oposición. Creo que en este caso las claves son dos: el PP no tiene proyecto de ciudad y ambas actuaciones cuentan con fondos europeos que deben devolver si no las desarrollan.

–¿Considera como hace su nuevo coordinador local, Alejandro Farpón, que IU está liderando la oposición municipal?

–Decía Aníbal Vázquez, nuestro alcalde en Mieres, que él nunca estaba satisfecho. Vengo de esa cultura política. Creo que siempre podemos hacer más y siempre podemos hacerlo mejor. Pero creo que con dos concejales nuestra labor de oposición se nota.

–¿Cómo ve a los otros dos grupos de la izquierda y cómo se lleva con ellos? Parece que cada uno hace la guerra por su lado.

–Creo que tenemos estrategias diferentes. El PSOE se sitúa en el no por el no, en el cuanto peor mejor, e IU y Podemos apostamos por una oposición con un carácter más propositivo y abierta al diálogo. Con Podemos trabajamos en temas en los que coincidimos, y creo que ambas organizaciones, desde nuestra autonomía, estamos muy cómodas con esta dinámica de trabajo político.

–¿Cuáles son las asignaturas pendientes que echa en falta en la agenda municipal con Foro y PP al frente del Ayuntamiento?

–La vivienda. Vivimos una situación de emergencia con el precio medio del alquiler superando los 700 euros y el gobierno no ha hecho nada en un año. Ni una sola iniciativa. Acceder o mantener la vivienda es un problema que afecta cada vez a más gijoneses y debería ser una prioridad.

–¿En qué asuntos está dispuesta IU a tender la mano para llegar a acuerdos como el que permitió en 2019 la aprobación del PGO?

–En las grandes transformaciones urbanas. Lo hemos hecho tanto en el caso del 'solarón' como de los antiguos astilleros de El Natahoyo. Pero quien se cierra al diálogo, al menos con nosotros, es el gobierno.

–Habrá toros al menos durante este y dos años más...

–La plaza de El Bibio debería ser un equipamiento cultural y deportivo que tuviera actividad todo el año, no a través de una concesión al amigo de turno, que ya comprobamos cómo salió, sino con gestión pública. Esa fue nuestra propuesta durante la campaña electoral. Y, por supuesto, sin tortura animal.