Megaincendio en Hong Kong: «Lo hemos perdido todo pero seguimos vivos, somos afortunados»
La cifra de fallecidos en el fuego que devoró un complejo residencial supera los 128 mientras la investigación apunta a la corrupción como detonante
Jaime Santirso
Enviado especial a Hong Kong
Jueves, 27 de noviembre 2025
Un chispazo, y 1.800 hogares se convirtieron en un infierno. Al cabo de un día y medio las llamas todavía consumen el complejo residencial ... de Wang Fuk, aunque los bomberos han conseguido controlar prácticamente el incendio, que se ha convertido ya en la catástrofe más devastadora en la historia moderna de Hong Kong. Un drama humano agravado -esto es, causado- por la negligencia y la codicia. Este mism viernes, las autoridades han informado que se han recuperado ya 128 cadáveres. Hay otros 16 localizados en varios pisos de las torres y se busca a unos 200 desaparecidos. El ICAC, la oficina anticorrupción, ha detenido además a dos directivos de la firma consultora que estaba a cargo de las obras de renovación del complejo de apartamentos, lo que eleva a cinco los arrestados por el incendio.
La imponente silueta carbonizada de los bloques y el olor a quemado siguen impregnando las calles. Los alrededores están tomados por efectivos policiales y decenas de camiones de bomberos, que bombean agua sin descanso gracias a mangueras elevadas. Más de 1.500 profesionales de los servicios de extinción trabajan para acabar definitivamente con el fuego.
La urbanización consta de ocho edificios de 31 plantas y 90 metros de altura, hogar de unas 4.500 personas, según el censo gubernamental. Una construcción colosal, como lo es también la desgracia: las últimas cifras oficiales hablan de 128 fallecidos y 79 heridos. De ellos, 11 son bomberos. Las muertes seguirán aumentando a medida que avancen las labores de rescate.
El cuerpo de bomberos no ha cuantificado los desaparecidos, que en horas previas se contaban por cientos. En su actualización más reciente se ha limitado a apuntar que 296 de las 346 llamadas de auxilio han sido solucionadas.
Entretanto, los nombres sin cuerpo y los cuerpos sin nombres se buscan unos a otros a la vuelta de la esquina, en el pabellón comunitario de Kwong Fuk. Allí aguardan identificación las fotografías de los cadáveres encontrados, y aquellos que buscan a sus seres queridos acuden aferrándose a la suerte entre tanta desgracia. «La mayoría de los familiares vinieron a mediodía», comenta circunspecta una persona involucrada en las operaciones del lugar, al que no tienen acceso los medios de comunicación. «Hay muchas imágenes de niños».
El escenario de la tragedia
90 metros
de altura alcanza cada una de las torres de la urbanización Wang Fuk donde se desató el incendio.
8 rascacielos
componen el complejo residencial. El fuego se propagó en menos de tres horas por tres de ellos.
4.500 personas
vivían en el lugar del incendio, según el censo gubernamental más reciente, repartidas en 1.800 hogares.
El incendio comenzó poco antes de las 15.00 (hora local) del miércoles, y en menos de tres horas se había propagado a siete de los ocho bloques, inmersos en un proceso de renovación desde julio del año pasado. Las autoridades destacaron desde el primer momento que las llamas se extendieron a una velocidad «inusualmente» rápida, lo que alimentó las sospechas.
Estas han iniciado una investigación criminal que ya ha detenido a tres personas: dos directores de la empresa responsable de las reformas, Prestige Construction and Engineering, y un consultor relacionado con el proyecto, quienes están acusados de homicidio imprudente.
Las pesquisas iniciales apuntan que la empresa habría empleado espuma de poliestireno, altamente inflamable y no homologada, en el sellado de las ventanas y el revestimiento de los ascensores, lo que habría facilitado la expansión del fuego por los pasillos hasta las viviendas. La malla exterior tampoco cumplía con los estándares, por lo que el andamiaje de bambú ardió con facilidad. Las alarmas antiincendios, además, estaban apagadas.
«Lo sucedido es fruto de una cadena de negligencias», explica a este medio un experto local del sector, que prefiere mantener el anonimato por prudencia. «Al ver las imágenes es evidente que la malla no tenía efectos retardantes, un fallo crítico. Las alarmas pueden desactivarse durante las obras, pero solo de manera temporal, en zonas específicas y con permiso de los bomberos».
Todo ello sugiere una mala praxis por parte de la empresa. «A veces se usan materiales que no cumplen con los estándares para recortar gastos», añade. Esto, pese a que el proyecto de renovación estaba presupuestado en 300 millones de dólares hongkoneses (33 millones de euros), una cantidad que motivó protestas por parte de los vecinos.
«Solo unas pocas empresas en Hong Kong hacen este tipo de trabajos y siempre con la mediación de las mismas consultoras. Todo el mundo sabe que hay acuerdos por debajo de la mesa», incide. La firma Prestige Construction and Engineering ya había sido sancionada en dos ocasiones por vulnerar los requisitos de seguridad en otras obras, según ha revelado el diario local 'South China Morning Post'.
Sin embargo, el origen específico del fuego todavía no se ha dilucidado. Varios vecinos han asegurado haber visto a algunos operarios fumando y arrojando las colillas. «Un cigarrillo mal apagado podría bastar, no había supervisión suficiente», concluye el especialista.
Solidaridad ciudadana
Pero si el complejo residencial de Wang Fuk es escenario del horror, el exterior ofrece su reverso: la solidaridad de una ciudad volcada con las víctimas. La plaza adyacente se ha convertido en un despliegue comercial sin transacción alguna. Los vecinos han ido depositando todo tipo de objetos para los afectados: maletas, jaulas para mascotas y una montaña de ropa que los voluntarios ordenan por tallas. Dos veinteañeras sujetan sendos carteles de cartón escritos a mano: «90-160 centímetros», «prendas para niños».
Entre montón y montón se mueven a toda velocidad jóvenes voluntarios cargados con cajas de víveres y objetos de primera necesidad. Es el caso de Jade, Nick y Macy, tres estudiantes universitarios que vieron la convocatoria a través de la red social Telegram y que se han dedicado a traer comida desde un McDonald's cercano. «Es lo mínimo que podemos hacer para ayudar», señalan.
«Solo unas pocas empresas en Hong Kong hacen este tipo de trabajos y siempre con la mediación de las mismas consultoras. Todo el mundo sabe que hay acuerdos por debajo de la mesa»
El auxilio abarca desde lo burocrático, un punto de atención para los damnificados que han perdido sus documentos de identidad, hasta lo espiritual. Una mujer reparte bendiciones mientras sostiene un folio impreso que reza: «Jesús entiende tu dolor».
Las fuerzas de seguridad han ordenado desalojar el edificio contiguo ante el riesgo de que las torres se derrumben. El experto consultado por este medio considera que es una posibilidad poco probable, dada la densa capa de hormigón que blinda la estructura, pero todos los vecinos han abandonado ya sus hogares. Entre ellos se cuenta la madre de Fred, quien no ha tenido que desplazarse a un refugio pues ha podido encontrar acomodo en casa de este.
Las viviendas de la familia se han convertido en concurrido albergue, pues acogen también al pastor de su iglesia, quien residía en uno de los bloques incendiados junto a su mujer y su hijo. «El incendio fue por la tarde, cuando la mayoría de los vecinos estaban fuera, de haber sido de noche hubiera sido un desastre aún mayor», comenta Fred, quien regresa apresurado a casa para atender a sus invitados.
«Tuvieron mucha suerte, el chico estaba en el colegio, él trabajando y ella haciendo recados», apunta antes de despedirse. «Lo han perdido todo, pero se consideran afortunados. A diferencia de muchos de sus vecinos, están todos sanos y salvos».
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