Corea, ¿el próximo reto del 'pacificador' Trump?
El presidente se reúne con su homólogo surcoreano y avanza que le gustaría volver a reunirse con el dictador norcoreano, Kim Jong-un
Donald Trump quiere el Premio Nobel de la Paz. Y está convencido de que logros no le faltan. Afirma que ha puesto fin ya a ... seis guerras. En un comunicado oficial, la Casa Blanca se refirió a él como el 'presidente de la paz', y sumó un conflicto más a la lista de enfrentamientos que han cesado gracias a su intervención: Armenia contra Azerbaiyán, Tailandia contra Camboya, Israel contra Irán (aunque aquí hicieron falta unas cuantas bombas de penetración americanas), Egipto contra Etiopía, Ruanda contra el Congo y Serbia contra Kosovo. A modo de guinda, el Ejecutivo menciona el papel que ha jugado el mandatario en los Acuerdos de Abraham para normalizar las relaciones entre Tel Aviv y los países árabes.
«Y la guerra entre India y Pakistán. Estamos hablando de grandes lugares», señaló Trump delante de los líderes europeos que le visitaron en Washington para hablar sobre Ucrania, un conflicto que se le está atragantando. También se muestra cada vez más molesto con las matanzas hebreas en Gaza, aunque con su aliado Benjamín Netanyahu todavía no se ha mostrado tan rotundo como con Vladímir Putin y Volodímir Zelenski, a quienes ha invitado a una reunión trilateral que está en el aire.
Por si todo esto fuese poco, esta madrugada en el Despacho Oval ha dejado caer que también le gustaría probar suerte en la guerra más antigua del mundo: la de Corea. Porque los dos países que componen la península siguen técnicamente enfrentados, separados por el paralelo 38, la frontera más impenetrable del planeta. Él, sin embargo, ya la cruzó a pie en 2019, cuando protagonizó la histórica reunión con Kim Jong-un. Aquel deshielo, desafortunadamente, no acabó de cuajar, aunque la tensión entre ambos países se redujo considerablemente.
Este martes -lunes en Estados Unidos-, Trump ha recibido en su residencia oficial al presidente surcoreano, Lee Jae Myung. Se vaticinaba un encuentro tenso, porque antes de la llegada del mandatario asiático a territorio americano el republicano ya había caldeado el ambiente con sus habituales mensajes incendiarios en redes sociales, donde amenazaba con dejar de hacer negocios con la Corea capitalista por la «purga o revolución» que, en su opinión, se está produciendo allí tras el procesamiento del anterior presidente, Yoon Suk Yeol, que declaró la Ley Marcial de forma anticonstitucional.
Adular al 'pacificador'
Sin embargo, Lee llegaba con la lección aprendida. Sobre la mesa puso la intención de Korean Air de adquirir 103 aviones Boeing y el plan de Hyundai para incrementar sustancialmente las inversiones en Estados Unidos. Y, luego, no tardó en adular a Trump. «Creo que usted es el primer presidente que ha mostrado tanto interés en la paz mundial y que ha logrado avances. Así que espero que logre la paz en la península de Corea y se reúna con Kim Jong-un», le dijo, añadiendo que él le apoyaría si quisiera jugar el papel de «pacificador», aparentemente convencido de que es «la única persona que puede lograr» este hito.
Halagado, Trump asintió. «Lo haré y conversaremos. Le gustaría reunirse conmigo», dijo Trump sobre Kim, con quien cree que podría volver a verse este mismo año. «Esperamos reunirnos con él y mejoraremos nuestras relaciones. Tú contribuirás a ello», apostilló refiriéndose a Lee. Sin embargo, este martes la respuesta desde Pyongyang no ha sido especialmente amable. Aunque ningún líder norcoreano se ha referido directamente a las palabras de Trump, la prensa oficial sí que ha acusado a Washington y Seúl de preparar la «ocupación» de la península con los ejercicios militares conjuntos que llevan a cabo.
Sin duda, el de Corea es un hueso quizá demasiado duro de roer para Trump. Al fin y al cabo, Estados Unidos estuvo directamente involucrado en la contienda, que puso punto y seguido con un armisticio en 1953, después de que los norcoreanos, con la asistencia de China, infligiesen duras derrotas a los surcoreanos apoyados por tropas estadounidenses. Desde entonces, el régimen dinástico de los Kim ha asegurado su supervivencia con el desarrollo de armas nucleares, que son el elemento disuasorio definitivo. Aun así, Trump está convencido de que merece la pena intentarlo.
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