La despedida precipitada de un veterano centrista
Bayrou apenas ha durado nueve meses en la 'silla eléctrica' en que se ha convertido la jefatura del Ejecutivo
El primer ministro galo, François Bayrou, descartó el viernes la posibilidad de presentarse a las elecciones presidenciales de 2027. «No es uno de mis objetivos ... en estos momentos», dijo en una entrevista para la emisora de radio RTL. Si no cambia de opinión, su fracaso con la moción de confianza y dimisión forzada este lunes por la Asamblea Nacional representan su adiós de la política nacional. Ponen punto final a nueve meses difíciles al frente del Gobierno de Francia.
El veterano dirigente centrista, de 74 años, asumió el pasado 13 de diciembre su mayor responsabilidad a lo largo de su longeva trayectoria. «No ignoro el Himalaya al que nos enfrentamos», declaró ese día este político oriundo de la histórica región de Béarn. Y no le faltó razón.
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Sus partidarios defenderán que ha logrado durar nueve meses en un momento en que el cargo de primer ministro se ha convertido en Francia en una silla eléctrica. Los detractores le achacarán su ejercicio solitario del poder, la escasa impronta dada a su Gobierno -las principales medidas desde principios de año han sido propuestas de ley por parte de diputados o senadores- y un final precipitado tras una arriesgada maniobra (voto de confianza), que no han entendido la mayor parte de los representantes que le apoyaban. Bayrou se ve obligado a dejar su cargo prácticamente sin haber negociado con los grupos de oposición los presupuestos de 2026, detonantes de su caída.
Cuando fue designado como responsable del Ejecutivo, el dirigente centrista contaba con la fama de buen negociador debido a las cuatro décadas que llevaba en política. El democristiano Bayrou empezó su trayectoria en las filas de la derecha gaullista, afiliación que le permitió ejercer como ministro de Educación entre 1993 y 1997. A partir del inicio de los años 2000, se fue alejando de la derecha tradicional y fundó el MoDem, una formación europeísta y de centro. Al frente de ese espacio se presentó tres veces en las elecciones presidenciales (2002, 2007 y 2012).
Padrino de Macron
Durante la campaña electoral de 2017, Bayrou fue uno de los primeros padrinos de Macron. Un pacto entre ambos resultó clave para que el segundo se convirtiera en el presidente más joven en la historia de la Quinta República. Macron lo nombró ministro de Justicia en mayo de ese año, pero tuvo que renunciar a ese cargo pocas semanas después debido a su imputación en un caso de falsos asistentes en el Parlamento Europeo. A principios del 2024, el Tribunal de París lo absolvió por esa trama -por la que fueron condenados varios dirigentes del MoDem-, similar a la que provocó la inhabilitación de Marine Le Pen hasta 2030.
Es el dirigente más impopular desde 1958 por su política de recortes
Aunque está pendiente de otro juicio por el mismo caso, esa absolución facilitó la designación de Bayrou como responsable del Ejecutivo. Los nueve meses que ha pasado en Matignon han estado prácticamente monopolizados por el tema presupuestario. Pocas semanas después de su designación, logró suavizar la oposición del Partido Socialista y que esa formación, junto con la Agrupación Nacional de Le Pen, le permitieran adoptar los presupuestos de 2025, que ya comportaron un importante recorte del gasto público.
Ese tijeretazo (de unos 30.000 millones) favoreció la caída de la popularidad de Bayrou, que ha terminado su mandato con el triste récord de ser el jefe del Gobierno más impopular en Francia desde 1958. Se ha enfrentado a ocho mociones de censura que superó gracias al beneplácito (temporal) de la extrema derecha. Finalmente, su adiós se ha visto acelerado por la decisión temeraria de someterse a un voto de confianza. Tras este revés, volverá al Ayuntamiento de Pau (suroeste). Ya había decidido en diciembre mantener su cargo como alcalde consciente de que su paso por Matignon podía ser breve.
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