Rusia quiere obligar a los extranjeros a firmar un «acuerdo de lealtad» al país

El anteproyecto establece que «el consentimiento de lealtad implica el permiso de los órganos estatales de la Federación de Rusia para la entrada de un extranjero en el país, por un lado, y el compromiso de ese ciudadano (…) a respetar las prohibiciones vigentes para proteger los intereses nacionales». En particular, mientras permanezcan en territorio ruso, no podrán «interferir en las actividades de las autoridades públicas», ni «abusar del derecho a la libertad informativa mediante la difusión de materiales destinados a menospreciar o inducir a la negación de valores morales o constitucionalmente significativos».

Entre esos «valores» se incluyen cuestiones como el matrimonio como unión de un hombre y una mujer, la familia, la maternidad, la paternidad y la infancia, y la firma del documento implica asimismo no realizar propaganda sobre relaciones sexuales «no tradicionales». También prohíbe «desfigurar la verdad histórica sobre la hazaña del pueblo soviético en la defensa de la patria y su contribución a la victoria sobre el fascismo», así como «mostrar falta de respeto por la diversidad de las formas de vida regionales y etno-culturales de la población rusa». Y quienes suscriban el acuerdo, además, no podrán mostrar «una actitud descuidada hacia el medio ambiente, los recursos naturales y los valores materiales y culturales» de Rusia.

El nuevo proyecto de ley que propone el Ministerio del Interior no ha sido todavía presentado al Parlamento para su discusión, pero los analistas creen que, dada la proximidad de las elecciones presidenciales, que deberán celebrarse en marzo, es de esperar que la iniciativa llegue pronto a la Duma Estatal (Cámara Baja). Los juristas ya se preguntan qué pasará con los homosexuales extranjeros que vivan o viajen a Rusia y con los corresponsales de medios extranjeros.

En noviembre de 2022, el presidente, Vladímir Putin, aprobó los fundamentos de la política estatal «para preservar y fortalecer los valores espirituales y morales tradicionales rusos» con la promulgación de un decreto que promueve «el patriotismo, la memoria histórica, una familia fuerte, la prioridad de lo espiritual sobre lo material y la unidad de los pueblos del país». Todo ello para «contrarrestar la difusión de ideologías destructivas» desde el extranjero.

Desde el comienzo de la ofensiva rusa contra Ucrania, en febrero de 2022, en Rusia han sido introducidas toda una serie de leyes llamadas a acallar el malestar social, prohibiendo, bajo amenaza de duras penas de prisión, desacreditar al Ejército. Muchos activistas han sido ya condenados por expresar simplemente opiniones contrarias a la guerra en el país vecino. El Kremlin defiende la contienda como una «batalla existencial» contra Occidente para defender los «sagrados» valores rusos ante la decadencia de Europa y Estados Unidos.

De esta forma lo volvió a formular Putin el martes a través de videoconferencia a los asistentes al llamado Concilio Mundial del Pueblo Ruso, evento auspiciado por la Iglesia Ortodoxa Rusa que tuvo lugar en el inmenso Palacio de Congresos del Kremlin, escenario en la época soviética de los grandes cónclaves del Partido Comunista. La imagen del máximo dirigente ruso emergió majestuosamente en una pantalla gigante flanqueada por una representación doble del icono de Cristo Salvador, el Mesías, en medio de una multitudinaria oración de súplica.

«Quiero subrayar que consideramos cualquier interferencia desde el exterior, cualquier provocación destinada a causar conflictos interétnicos o interreligiosos como actos agresivos contra nuestro país (…) quiero subrayar una vez más que cualquier intento de sembrar discordia, de dividir nuestra sociedad, es una traición, un crimen contra toda Rusia. No lo permitiremos», proclamó Putin mostrando un conservadurismo cada vez más pronunciado y recalcitrante.

A su juicio, «Occidente está siendo presa de una rusofobia racista que presenta a los rusos como un pueblo de esclavos atrasados» y su objetivo consiste, subrayó, «en desmembrar Rusia y saquear los vastos recursos naturales que posee». Se refirió a episodios históricos, como la Revolución Bolchevique de 1917, la guerra civil que estalló después y la desintegración de la Unión Soviética como catalizadores «de la división del pueblo».

Destacó además que «Rusia está recuperando en Ucrania sus territorios históricos y su soberanía» y equiparó la actual guerra en el país vecino y la confrontación con Occidente con un «movimiento de liberación» contra la hegemonía de Estados Unidos. Putin dijo que «Occidente está fracasando en Ucrania» y también «sus sanciones contra nuestro país» pese a ser «las más duras impuestas jamás a una economía importante con la intención de aislarla y destruirla».

Según anunció recientemente el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, Putin anunciará, probablemente a mediados de diciembre, su intención de presentarse a la reelección en marzo para seis años más. De ahí que muchos hayan percibido su intervención ante los congregados el martes en el Palacio de Espectáculos del Kremlin como el pistoletazo de salida de su campaña. Kirill, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, ferviente defensor de la llamada Operación Militar Especial en Ucrania, dijo en su alocución que rezará para lograr que el presidente «continúe su actual trabajo en beneficio de Rusia y su pueblo».