Silencios
No hay nada más ensordecedor que los silencios. Sobre todo cuando son prolongados en el tiempo, que llegan a ser más atronadores que mil descargas ... de Cangas juntas. Hay silencios de muchas clases. Los hay que esconden cierta complicidad, como el de la alcaldesa de Gijón, por ejemplo, con la paralización de las obras de ampliación del Hospital de Cabueñes. Los hay inadvertidos, como el de los transportistas, alcaldes y asociaciones de automovilistas respecto al estado de nuestras carreteras, donde cualquier día sale un diplodocus de una de las junglas de maleza en las que se han convertido las cunetas o arcenes. También los hay apáticos, como el de algunos sindicatos sobre la comisión de Cerredo. Pero vayamos al que nos ocupa, el más inquietante de todos: el silencio desconcertante.
Es un tipo de silencio, que en estos tiempos que corren parecen haberse puesto de moda entre nuestros políticos y afines. Son silencios peligrosos, difíciles de detectar, porque quienes los utilizan se previenen armándose de excusas del tipo «¡uy!, de eso no tengo nada que decir»; «pero si ya habló fulanito»; «no quiero meterme en eso»... Vamos, que hay más excusas que tipos de bocadillos en La Bombilla de Pravia. Son formas de despejar balones ante situaciones en las que es mejor estar calladito que meter la pata con una frase, palabra impertinente.
Eso si hablamos de los silencios desconcertantes indirectos, pero también los hay perfectamente diseñados. Porque sí, permanecer callado está, en gran parte de las ocasiones, muy meditado. Sólo el que decide cerrar la boca sabe bien el porqué lo hace. Puede ser para evitar perjudicar a alguien o a algo –de esto saben mucho los dirigentes de los clubes de fútbol, los dioses del cinismo e hipocresía en este país– o, simplemente, para no verse obligado uno a tener que mojarse en algún asunto complicado o para salir a defender algo o a alguien.
Tratan de suplir los silencios con comunicados o notas de prensa, pero por muchas palabras que escriban los silencios serán eso: silencios.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión