La mili amenaza de nuevo
Las últimas generaciones han disfrutado de la supresión del servicio militar obligatorio que todos los mayores hemos tenido que cumplir durante la juventud. La amenaza ... de la 'mili' complicaba mucho la vida de los adolescentes en una etapa crucial de sus vidas, empezando por su formación universitaria o profesional, teniendo que desprenderse de sus familias y, por supuesto, también para las familias que compartían con hijos y nietos en unas circunstancias muy especiales siempre preocupados por el futuro. La mili era dura, es evidente: entrenarse en campamentos y vivir varios meses en acuartelamientos sometidos a una disciplina estricta, con ejercicios también duros y sin recibir salario para paliar los pequeños gastos cotidianos, era una experiencia que no se olvida. En los últimos años después del final del Protectorado de Marruecos o la ocupación del Sahara la posibilidad de ser destinados a 'África', como se generalizaba entonces, agravaba la inquietud de padres e hijos en edad de incorporarse, temerosos del peligro que suponía estar sirviendo en lugares conflictivos.
Cuando se suprimió el servicio militar obligatorio fue un respiro para todos. Han pasado varios años y las nuevas generaciones ya no valoran aquella decisión. En España, como en la mayor parte de los países europeos, apenas recordaban la mili cuando algún mayor relataba algún detalle de aquella etapa que incluía desde al mal recuerdo del rancho a las horas pasadas en el calabozo cumpliendo alguna sanción. Eran los años finales de la Guerra Fría y muchos países ya se veían libres de la amenaza de una guerra. España fue un país entre tantos que renunció al servicio militar obligatorio y lo sustituyó por uno voluntario integrado por jóvenes con vocación y, por supuesto, pagados con un sueldo. Muchos emigrantes llegados a la península por diferentes vías se alistaron y encontraron la vía de encauzar sus vidas y adaptarse a sus deseos de integración.
Aquella etapa de mayor tranquilidad, con la desmembración de los imperios coloniales, la expansión de la democracia como sistema político, la disolución de la amenaza de la Unión Soviética y la del Pacto de Varsovia, permitió consolidar unas fuerzas armadas profesionales. Una conquista que actualmente vuelve a retroceder: estamos asistiendo a nuevas amenazas de guerras con el temor a que se extienda por los territorios de la UE. Las alertas se repiten continuamente. La idea de que los ciudadanos tienen la obligación de implicarse más en su defensa vuelve a reivindicar algún tipo de servicio militar.
Algunos países del Norte, los más amenazados y en mayor riesgo han sido los primeros en recuperar al servicio militar obligatorio. Otros, empezando por Alemania y Francia, las dos principales potencias de la UE, se preparan para volver a implantarlo, quizás no tan prolongado ni tan rígido como en el pasado, adaptado a las nuevas circunstancias, pero con las mismas obligaciones de los jóvenes, y quizás de alguna manera mujeres, a cumplirlo sin rechazo.
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