Todos somos Ulises
La hospitalidad no está bien vista, porque el mundo ahora es rico y egoísta y tiene miedo de que el rey de Ítaca venga escondido en algún caballo de Troya
Se está perdiendo en el mundo el sentido de la hospitalidad? Hasta nuestro diccionario de la RAE toma la hospitalidad por perdida, en su primera ... acepción, al utilizar el pretérito para definirla como 'virtud que se ejercía…'. La hospitalidad es incompatible con el egoísmo y nuestras sociedades se han vuelto menos solidarias y más egoístas y la proliferación de los partidos xenófobos y el apoyo ciudadano creciente que reciben es una muestra evidente de este camino imparable hacia un mundo insolidario y egoísta. Los recelos contra quienes 'vienen de fuera' y a quienes se considera 'diferentes' y, por consiguiente, indignos de disfrutar de iguales derechos, se están generalizando, y hasta los partidos supuestamente 'progresistas o moderados' hablan de prevenciones y suspicacias, y esta resistencia se intenta envolver en excusas de apariencia razonable, se habla de 'problema' que exige soluciones 'drásticas' (que nada tienen que ver ni con la hospitalidad ni con la humanidad).
Cuando Ulises, en su penoso y prolongado regreso, llegaba a los pueblos como forastero, le lavaban los pies, le cambiaban la túnica, lo alimentaban y le disponían la cama para el descanso, y al día siguiente le preguntaban quién era, qué buscaba y de dónde venía. A eso se le llamaba hospitalidad, y era el valor más preservado y considerado por los seres humanos. El mundo es un tránsito interminable de gente que huye o que regresa. Hay miedo al forastero que llega, en cuanto ser desconocido y diferente, y ese miedo se impone sobre la necesidad de conocer, de compartir y de escuchar.
La hospitalidad tiene que ver con la admisión de un vínculo con el otro, sea viajero que llega y necesita reposo, sea emigrante que busca un lugar donde habitar con dignidad, sea ser desvalido que precisa acogimiento y comprensión, y tiene mucho que ver con la generosidad y con el convencimiento de que también yo puedo ser emigrante, porque mis antepasados lo fueron, de que también yo puedo convertirme alguna vez en ser desvalido, porque la vida es un desierto, un territorio periférico que rodea un paraíso que no existió jamás ni jamás existirá, y en ese desierto de las afueras somos vulnerables y unos dependemos de los otros, y por eso la hospitalidad forma parte de nuestra esencia como seres humanos. La hospitalidad se practica más en los países pobres y entre la gente humilde, porque tiene poco que ver con lo material y porque la gente pobre y humilde está más cerca de la lógica de la fraternidad y del reconocimiento del otro como ser igual, como individuo hermano.
El mundo está lleno de gente que busca habitar de otra manera, habitar para construir, habitar para ser. Todos, alguna vez, somos Ulises. Todos, alguna vez, podemos necesitar una patera que nos transporte. Ulises era un héroe solitario, como lo somos cada uno de nosotros en nuestra historia personal, y su heroísmo, al igual que el nuestro, está sostenido, no en las armas o en la fuerza física, sino en el ingenio, en el coraje y en la capacidad de agradecimiento y de seducción. Ulises no sería posible sin el ejercicio de la hospitalidad por parte de quienes lo ven llegar.
En esa casa regazo que me parió y que tenía camas nido para los viajeros perdidos, había un corredor que acercaba los horizontes y desde el que se observaba el caminar cansado y esperanzado de Ulises, y había fuegos de la esperanza que se encendían a besos. Mi padre me decía que ir y venir está bien si hay alguien que te reciba. Por eso él no entendía lo de llegar a la luna. Los hombres llegaron a la luna, decía él, y no había nadie para recibirlos, por eso se hizo más grande su soledad.
Ahora nuestro mundo moderno y 'civilizado' está lleno de gentes que caminan buscando una cama nido, de gentes que huyen del horror en busca de un espacio para habitar y para ser, de una tierra para construir, pero nuestras sociedades egoístas han perdido el sentido de la hospitalidad y no parecen dispuestas a construir esas camas nido que salvan, y por eso nuestra tierra insolidaria se parece cada día más a la luna. La hospitalidad no está bien vista, porque el mundo ahora es rico y egoísta y tiene miedo de que Ulises venga escondido en algún caballo de Troya.
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