Trámites, burocracia, misión imposible
Geles García
Miércoles, 5 de noviembre 2025, 01:00
Con el Festival de Cine en el horizonte, me ha parecido oportuno escribir esta columna en versión cinematográfica. No por glamour, sino porque hay situaciones ... tan absurdas que solo si las imaginamos como parte de una película de acción logramos quitarles algo de dramatismo. Tal vez así podamos sonreír ante esas escenas cotidianas que la ciudadanía frecuentemente protagoniza sin querer, y que, sin grandes persecuciones ni potentes explosiones, terminan pareciendo auténticas misiones imposibles. Porque, para muchos, conseguir que la administración escuche se ha vuelto su propia 'Misión Imposible'.
El argumento es sencillo, cualquier ciudadano o ciudadana podrían ser los protagonistas. Alguien tiene un problema cotidiano (una licencia pendiente, una queja que nadie recoge, una ayuda que no llega …) y decide buscar ayuda.
En la primera escena, 'El viaje sin fin', una persona, armada de paciencia y buena fe, entra en contacto con la administración. La acción comienza con un funcionario que la remite a otro departamento, que a su vez deriva a una consejería diferente. Todo transcurre entre ventanillas, despachos, ordenadores y teléfonos; parece un recorrido interminable, un laberinto sin salida. Tras días de espera, con suerte, porque hay ocasiones en que ni siquiera llega respuesta, la protagonista recibe una contestación: «no nos corresponde, no es competencia nuestra». Y con esas palabras, el caso vuelve a empezar.
En la segunda parte, 'La falsa esperanza', nuestra protagonista, ya con la paciencia al límite, decide insistir y no rendirse. Cree, ingenuamente, que más arriba habrá alguien dispuesto a escuchar. Investiga por su cuenta y descubre que otros casos similares sí se han resuelto, que las normas no son tan rígidas como se dice y que, cuando hay voluntad, los trámites avanzan.
Y llega la secuencia decisiva, 'El regreso al punto cero', es el giro de guion que nadieespera. No hay explosión final, la respuesta llega remitiéndole a los mismos pasos queya ha dado, al mismo laberinto de la inacción. Su única recompensa es haberdemostrado que la perseverancia también tiene límites.
Desenlace: La herida democrática. La misión, efectivamente, resulta imposible. Y losespectadores quedamos con la amarga sensación de que lo que nos enseñaron sobredemocracia, participación y escucha real no era verdad, sino una películacuidadosamente interpretada.
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