Libertad vigilada

Es una realidad que hoy en día nos están espiando, tanto a través de nuestros teléfonos móviles como de las tabletas u ordenadores personales que utilizamos, obteniendo una gran cantidad de información sobre nosotros, al rastrear nuestras ubicaciones, las cosas que publicamos en redes sociales o las páginas web que visitamos.

Muchas de las aplicaciones que utilizamos tienen permisos para acceder al teléfono o la cámara de nuestro teléfono, permisos que en muchos casos pueden ser legítimos desde el momento en que, al descargar la aplicación, damos nuestro consentimiento. Pero que, en otros, de modo abusivo, se utilizan para espiar conversaciones o incluso grabar imágenes sin que nosotros nos demos cuenta.

Hemos de tener en cuenta también que nuestros teléfonos de última generación van registrando los datos de nuestra ubicación mediante el GPS, Apps, redes wifi a las que nos conectamos o las torres de telefonía móvil. De modo concreto, aplicaciones como las de servicios de mapas o redes sociales utilizan los datos que obtienen para ofrecer funciones personalizadas, como, por ejemplo, recomendaciones de restaurantes o tiendas cercanas. Estas aplicaciones pueden compartir los datos que obtienen con anunciantes o incluso con terceros, sin que nosotros estemos debidamente informados.

Las aplicaciones también pueden recoger múltiples informaciones sobre las actividades que realizamos, las fotos que colgamos en las redes, los mensajes que enviamos, los productos que compramos, los artículos que leemos, etcétera, etcétera. Algo que va ayudar a muchas empresas a crear perfiles detallados de nuestros intereses, para con ellos personalizar anuncios o, en el peor de los casos, para venderlos a otras compañías.

Sin que nosotros nos demos cuenta, pueden instalarnos un 'malware' especializado que nos puede espiar de modo invisible, registrando nuestras llamadas y nuestras conversaciones. También, de modo voluntario aceptamos 'cookies' que son pequeños archivos que sirven para recordar nuestras preferencias, autentificaciones u otros detalles y con ello podrán construir un perfil detallado de nosotros y de nuestros hábitos de navegación. Empresas como Google, Facebook y otras utilizan estas 'cookies' para personalizar sus anuncios de modo muy preciso.

Las redes sociales también recolectan datos sobre nosotros, como lo que publicamos o lo que 'nos gusta', lo que comentamos o con quién interactuamos, en qué lugar vivimos, nuestras redes de amigos, nuestro historial de búsquedas o eventos a los que asistimos. Y aunque tengamos bien ajustada nuestra configuración de privacidad, esos datos van a ser recopilados en segundo plano y pueden ser compartidos con otras compañías.

Por último, con algoritmos de inteligencia artificial las grandes empresas predicen nuestros comportamientos y no sólo personalizan la publicidad que vamos a recibir, sino que hasta pueden influir en nuestras decisiones de compra, opciones políticas o incluso nuestras relaciones sociales. Igualmente, esta gran cantidad de datos que se recopilan sobre nosotros puede aumentar el riesgo de que suframos ataques de ciberseguridad.

La conclusión, por tanto, es que, como decía en el título del artículo, hoy en día, los ciudadanos estamos sometidos a una 'libertad vigilada'.