Ni orgullo, ni valor, ni garra
Es cierto que desde el odio y el rencor no se puede vivir, pero en un mundo donde parece que nadie tiene memoria es más ... fácil hacerlo. Recuerdo las declaraciones de Martín Peláez donde entendía las aspiraciones de Carrión para entrenar en Primera, pero recalcaba que las formas lo habían cambiado todo. Martín fue un señor educado y a la altura de su cargo al desearle suerte en su futuro, porque bajarse al barro con declaraciones añadiendo más leña al fuego hubieran sido un error. Un poco más directas fueron las redes sociales del club, donde publicaron la siguiente frase: Nuestro escudo por encima de todo.
Pero fíjate si han cambiado las cosas, Martín, que el mismo hombre que faltó al respeto al Real Oviedo con sus formas volverá a sentarse en el banquillo. Y no se si tú y el resto de tus compañeros ya habéis olvidado lo que pasó el verano pasado, pero muchos no lo hemos hecho. Supongo que, como en cualquier casa, para que una persona que se ha comportado de esa manera vuelva y se le pague un dinero por su trabajo tiene que haber un mediador. Alguien que siente a ambos en la misma mesa y ayude a limar las perezas. Me causa mucha curiosidad quién habrá sido, qué intereses tendrá. Porque ha dejado la imagen del Real Oviedo por los suelos.
Probablemente, lo que más me moleste es que sois conscientes de que esta afición antepondrá el escudo y su club por encima de intereses, poderes y nombres. No sé lo que sucederá en el partido del viernes, pero ojalá quede algo de aquel espíritu que luchó contra el engendro y Gabino y deje bien claro que habremos vuelto a Primera, pero no todo vale.
Como oviedista siento que se han pisoteado todos los estandartes y valores del club, que se ha olvidado que seguimos existiendo porque supimos hacer frente a todos los que despreciaban al Real Oviedo y, lo peor de todo, que no hay nadie al frente que entienda lo que significa este sentimiento. No sé si vosotros sois muy inteligentes o nosotros demasiado tontos, pero lo que está claro es que el oviedismo sabe quiénes son sus villanos y quiénes son sus héroes. Agradeced a Dios que haya decidido repartir suerte, porque si hubiera repartido justicia habría otro hombre en el banquillo y unos asientos vacíos en el palco del Carlos Tartiere.
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