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Tantos estudiosos de la psicología humana lo han subrayado: la edad de una persona no está relacionada solamente con los años que tiene, sino con ... su forma de afrontar la misma vida. Hay personas de edad joven con un espíritu realmente envejecido, mientras que las hay ancianas que tienen una tersura juvenil en su alma. Depende del talante con el que abrazamos la vida, con el modo con el que nos situamos en nuestra espera. Porque ahí reside la verdadera edad de nuestro corazón: si es capaz de esperar que algo nos suceda con sabor a estreno o si, por el contrario, ya nos encontramos tan cansados y escépticos que estamos 'de vuelta'.

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elcomercio Entre el desencanto y la esperanza