El cine, fenómeno de luz y oscuridad
Gijón acaba de cerrar con éxito una nueva edición del FICX. Asistir a una sala de cine sigue siendo una evasión de lo cotidiano, y una ilusión que nos permite introducirnos por momentos en otras vidas
Estamos en otoño y para evitar caer en la 'depresión' no hay nada mejor que haber podido ver alguna de las películas que nos ofertó ... la 63 edición del Festival de Cine que Gijón acaba de cerrar con éxito. El cine fue posible gracias a un fabuloso invento que, como muchos otros, fue el resultado de varios descubrimientos que relacionados posteriormente dieron lugar al cinematógrafo (del griego, 'kinema': movimiento y 'grafein': escribir).
Recordemos los puntos de partida del alucinante séptimo arte. Citaré en primer lugar el descubrimiento del fenómeno óptico de la persistencia retiniana, mediante el cual la memoria a corto plazo asociada a nuestra retina conserva una imagen por una fracción de segundo antes de desaparecer, lo que permite a nuestro cerebro percibir una sucesión de imágenes fijas que generan la sensación de movimiento continuo, sin interrupciones, y no como una sucesión de imágenes estáticas independientes. Este fenómeno fue descrito por el físico belga, Joseph Plateau, y por el médico inglés, Peter Mark Roget (1824), que hizo un análisis detallado del fenómeno. En segundo lugar, la gran aportación al invento del cinematógrafo fue la fotografía, obra del francés, Joseph Niepce, que captó la primera fotografía en 1826, titulada 'Vista desde la ventana en Le Gras'. En tercer lugar, el desarrollo del 'kinetoscopio' (precursor del proyector de cine) que fue obra de Edison. El 'kinetoscopio' permitió ver imágenes en movimiento a través de un visor. Y en cuarto lugar, viene la aportación de los hermanos Lumière, que pasaron por ser sus inventores, aunque en realidad fueron los que hicieron las primeras proyecciones públicas mediante un aparato que iba accionado por una manivela y que proyectaba 16 fotogramas por segundo, velocidad que permitía aprovechar la persistencia retiniana.
Por otra parte, no quiero olvidarme, en este breve recorrido por el cinematógrafo, de una pieza fundamental del 'hardware' de aquellos proyectores del siglo XIX y comienzos del XX, 'la cruz de Malta'. Es un mecanismo de relojería suiza que proviene del siglo XVI, transforma un movimiento circular continuo en uno intermitente. Se utilizaba en el proyector de cine cuando se produce el movimiento de la película para interrumpir intermitentemente el paso de la luz. Me van a perdonar, queridos lectores, por permitirme la licencia de exponerles esta información, que seguramente conozcan y parece dirigida a estudiantes de bachillerato de aquella asignatura denominada Comunicación audiovisual y multimedia, que en algunos institutos la impartíamos profesores de filosofía, pero me parece importante recordar cómo fue la génesis del cinematógrafo.
Las películas están hechas tanto de luz como de oscuridad. Podemos decir incluso que son esos intervalos breves de oscuridad, producidos por la cruz de Malta, entre las imágenes luminosas estáticas, las que hacen posible que se formen las imágenes en movimiento. Esa fue la magia del cine: un largometraje contenía media hora o más de pura oscuridad que a nuestros ojos pasa desapercibida. Si pudiésemos juntar toda la oscuridad existente en esos intervalos de la película, que no dejan pasar la luz, los espectadores estaríamos como contemplando una noche sin estrellas.
Hoy el cine no necesita transportar de una sala a otra los pesados carretes o rollos de películas, tampoco requiere de aquellos majestuosos proyectores que captaban mi atención cuando era niño, ni del mecanismo de la cruz de malta y el color ya no se fija por emulsión fotoquímica en filmes de celuloide, sino que se graba en cada pixel de la imagen digital; pero asistir a una sala de cine sigue siendo una evasión de lo cotidiano, y una ilusión que nos permite introducirnos por momentos en otras vidas. Ay, el cine, ese gran invento que también nos permite soñar, transportarnos a otros espacios y tiempos y a veces eliminar la diferencia entre realidad y ficción. Meterte en la trama de una película como si fuese realidad es cuestión de entrenamiento. Nuestra mente es constructiva y establece lo que es realidad. Reconozco que mi vida y evolución personal está construida por referentes cinematográficos aprendidos, en lo que se refiere a los valores morales del bien y del mal, el compromiso, la honestidad, lo justo y lo injusto, la lealtad, la cobardía, la valentía, la honradez y tantos otros. Así como en cierta forma de pensar y de vestir (todavía uso la gabardina a lo Humphrey Bogart).
En fin, querido lector, situados ante una época tanto política como social, que parece reducirse al blanco y negro, vamos a ir al cine, ese fenómeno compuesto de oscuridad y luz, que nos hace sentir emociones en 'tecnicolor'.
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