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Decía el economista y psicólogo israelí Daniel Kahneman (1934-2024), icono de la Escuela Conductista y Premio Nobel de Economía del año 2002, que «la ... esencia del ser humano se conoce en circunstancias extremas porque en circunstancias normales o habituales el corsé social y educacional actúa por nosotros mientras que en momentos excepcionales sale nuestra verdadera esencia, la que no está reprimida o condicionada». Lo vivido el lunes pasado, cuando el apagón eléctrico total que sufrió España, da lugar a muchas reflexiones sobre la conducta humana y sobre los puntos débiles que tenemos como sociedad.
En este artículo pretendo exponer una serie de pinceladas con el objeto de hacer reflexionar al lector. Son las siguientes:
1. Asimetría regulatoria. Cuando yo iba hacia casa, paseando por el paseo de la playa de San Lorenzo, me llamó la atención la fluidez y orden que tenía el tráfico, pese a que no funcionaba la red semafórica, lo cual me hizo pensar que en muchos aspectos de la vida hay un exceso de regulación (especialmente en el ámbito burocrático), y en cambio hay poca regulación o no se tiene en cuenta la que hay, para prevenir situaciones como la que dio lugar al apagón, cuya causa real no se conoce, ni creo que se vaya a conocer en profundidad. Esa asimetría regulatoria se da en muchos ámbitos de la vida económica, en la cual aspectos nimios están hiper-regulados, dificultando el 'tráfico' de la vida económica y generando claras ineficiencias en la asignación de recursos. Un claro ejemplo es la legislación laboral, donde los 'protegidos', en muchos casos, se convierten en víctimas, como es el caso de las empleadas de hogar, cuyo número desciende mes a mes ante el aumento incesante de obligaciones para las familias y ancianos que las contraten, perjudicando a ambas partes (al anciano y a la empleada de hogar).
2. Civismo de la población, la cual salvo casos aislados tuvo un comportamiento ejemplar, al igual que lo tuvo en circunstancias extremas cuando el confinamiento del covid. Por otra parte, tanto en aquel momento como ahora, quedó claro que todo el orden social puede cambiar en un momento, siendo aceptado el cambio masiva y pacíficamente por la población. Como decía el sociólogo Max Webber, «el ser humano individual es más rebelde que la masa, la cual es mucho más dúctil» y muy acrítica.
3. «Espera lo inesperado». Esa frase profunda, pero difícil de llevar a la práctica, forma parte de los consejos básicos de cualquier inversor financiero y es un consejo útil para la vida en general. Siempre puede haber 'Cisnes Negros', como los define el economista libanés Nassim Taleb. Esos 'cisnes negros' o sucesos inesperados, impredecibles y raros provocan grandes cambios en los mercados y en la vida y son casi impredecibles por definición. Lo único seguro es que se producirán, pero nadie sabe ni cómo, ni cuándo. La falta de previsión del ser humano y la falta de memoria es algo digno de analizar. Parece imposible que después de lo vivido cuando el confinamiento todavía la gente no tenga una reserva mínima de alimentos y agua embotellada en casa. Lo vivido el lunes indica que hemos aprendido muy poco de lo vivido cuando el covid.
4. La burbuja. Dice el norteamericano Robert Shiller, mediático economista, comunicador y Premio Nobel de Economía del año 2013, que «el ser humano y, sobre todo en masa, tiende a sobrerreaccionar, tanto en lo positivo como en lo negativo, dando lugar con su comportamiento extremo a burbujas». Esas burbujas se aprecian en los mercados financieros en los cuales, cuando hay malas noticias, la gente vende en masa generando mayor desplome en los mercados y también en el sentido contrario cuando se alimenta una burbuja de subida de precios. En situaciones como la del apagón ha sucedido lo mismo. Resulta paradójico ver que se vaciaron las estanterías de cosas tan poco necesarias en ese momento como laca, papel higiénico o limpiazapatos. Esas mismas personas que vaciaron las estanterías de forma compulsiva dentro de poco no tendrán en su casa una reserva de media docena de botellas de agua mineral. El ser humano tiene memoria de pez y eso es algo que saben muy bien élites políticas cuyo manual es 'El Príncipe' de Maquiavelo.
5. Dependencia absoluta de la electricidad y de Internet. Es algo que ya no tiene posible vuelta hacia atrás, pero la vulnerabilidad es total, afectando a aeropuertos, trenes, hospitales, tráfico, telefonía, imposibilidad de comprar en tiendas que vendan mediante terminales que controlan las existencias (o sea casi todas), etc. Las virtudes y miserias del ser humano son las mismas ahora que hace veinte siglos (avaricia, envidia, etc.), pero los avances tecnológicos lo han transformado todo en muy poco tiempo. En 1879, Thomas Alba Edison hizo funcionar la primera bombilla y hace cuatro décadas Internet solo era algo experimental del ejército estadounidense. En la década de los cincuenta, el ENIAC, diseñado por el ejército estadounidense para calcular trayectorias balísticas, echó su andadura en la ciudad de Philadelphia, con un tamaño de ordenador y un consumo de energía del mismo que hacían casi utópica su comercialización. La era que vaticinó Alan Turing, dominados por la informática y las comunicaciones, ya está aquí y la inteligencia artificial cambiará nuestras vidas en muy pocos años.
6. La desaparición del dinero físico. Con el apagón, quedaron a la vista los problemas que dicha desaparición implica. Por un momento, retrocedimos en el tiempo y las tiendas pequeñas, las de antes, hicieron su agosto, puesto que cobraban en efectivo, sin necesidad de controlar mediante un terminal de caja los códigos de los productos que vendían. También, algunos supermercados que tienen la previsión de contar con mecanismos alternativos (generadores, baterías, etc.) demostraron la enorme vulnerabilidad de quienes no tienen esa previsión.
Pero, sobre todo, la principal lección que el apagón nos dejó, es la extrema vulnerabilidad de la sociedad actual, donde todo puede cambiar en un momento. Las causas reales del apagón puede que nunca se conozcan, pero lo importante no es saber la causa real, sino ser conscientes de las que 'pudieron' ser las causas reales (ciberataques, etc). El concepto de guerra, tal y como la conocimos hasta hace poco, es algo decimonónico. Las guerras del futuro, perdón, del presente, serán bacteriológicas, informáticas y una nueva que traerá la inteligencia artificial que consistirá en la imposibilidad de distinguir la verdad de la mentira.
El estratega y pensador de la antigua China, Sun Tzu, dejó para la posteridad varias frases que no tienen desperdicio y que siguen vigentes hoy. Menciono sólo cuatro: «El arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar», «Es mejor evitar que surjan los problemas que arreglarlos cuando ya existen», «Quien no tiene metas, no fracasará, pero jamás conseguirá nada» y «el peor enemigo no es el contrario, sino la falta de capacidad de análisis crítico».
Dice el keniata polifacético (sociobiólogo evolutivo, zoólogo, etólogo, etc.) Richard Dawkins (1941) que lo que diferencia a los humanos de los otros animales es el ser capaz de abstraer intelectualmente mundos imaginarios y escenarios distintos a los existentes unido a la capacidad crítica. Esa diferencia, a veces, es muy tenue. Se avecinan tiempos difíciles para aquellos a los que nos gusta pensar e ir por libre en la vida porque estamos ante un apagón peor que el eléctrico, 'el apagón del cero intelectual', del cual el inquisitorial fundamentalismo ideológico es un claro ejemplo, y de ese cero no se sale porque es como un agujero negro que lo absorbe todo.
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