Las pensiones y la advertencia de Draghi
Dice el adagio popular que 'No hay peor ciego que el que no quiere ver', pero esa actitud la explicó el prestigioso economista y psicólogo ... israelí Daniel Kahneman (1934-2024), Premio Nobel de Economía del año 2002 e icono de la Escuela Conductista de la Economía. Kahneman afirmaba que «el ser humano, cuando se encuentra ante una situación que contradice totalmente sus creencias y experiencias previas, genera una disonancia cognitiva y en una primera fase tiende a negar la existencia de esa situación que rompe sus esquemas… hasta que la evidencia es tan poderosa, que no le queda más remedio que asumir la realidad».
Y eso es lo que está pasando en todo Occidente con el tema de las pensiones, ya que se produce un choque entre lo que va a pasar (imposibilidad evidente de pagar las pensiones en el futuro) y lo que el ciudadano quiere creer que va a pasar. A eso hay que añadir que ningún gobernante coge el toro por los cuernos y habla con franqueza a la ciudadanía para decirle la realidad, porque eso generaría un coste político en el presente que conllevaría la pérdida casi inmediata del poder. Vivimos en la disonancia cognitiva a la que se refería Kahneman.
El problema de las pensiones es que el dinero que el cotizante y la empresa han aportado para su jubilación no está en ningún sitio y las pensiones se pagan con las cotizaciones de los que ahora están en activo. Dado que entre empresa y trabajador pagan, aproximadamente, un 25% de sus ingresos para la jubilación, para que una persona perciba una jubilación por un importe parecido a lo que recibía en activo, las matemáticas más elementales indican que son necesarios 4 cotizantes por cada jubilado. En España la proporción está en torno a 2,1, estando a la cabeza Murcia, que no llega al ratio de 3, mientras que Asturias y el noroeste tienen ratio 1, es decir un cotizante por cada jubilado.
Dicho de otro modo, si Asturias fuese un país independiente y las pensiones tuviesen que financiarse exclusivamente con las cotizaciones que se recaudan por las personas que trabajan, cotizan y viven en Asturias, las pensiones tendrían que bajar un 75% para llegar al equilibrio financiero. Es decir, quien cobra 2.000 euros / mes, cobraría sólo 500€. Puede que esto sea difícil de asimilar, pero es pura matemática y totalmente real.
Llegados a este punto es obvio que las pensiones no pueden mantenerse con los ingresos que genera la Seguridad Social mediante cotizaciones y que sólo hay tres vías.
A) Reducir las pensiones. Aquí hay tres opciones. La primera, denominada 'vía japonesa', consiste en no actualizar las pensiones con el IPC, con lo cual a largo plazo van quedando devaluadas. La segunda, es la denominada 'vía portuguesa', que consiste en bajar las pensiones o eliminar las pagas extras, lo cual reduce drásticamente el poder adquisitivo de los pensionistas. La tercera es la denominada 'danesa y española', que consiste en posponer la edad de jubilación, lo cual genera un gran agravio comparativo entre aquellos que accedieron a edades tempranas a la pensión y los que tendrán que trabajar hasta los setenta y pico años.
Ninguna de esas tres vías es suficiente para afrontar un problema de un tamaño descomunal, porque hay que tener en cuenta que en la próxima década accederán a la pensión de jubilación muchísimos millones de personas, procedentes de la generación del 'baby boom'.
Hay una cuarta vía, la 'alemana' que suena casi a chiste, que consiste en que todos los menores entre 6 y 18 años, reciban una aportación de 10 euros /mes por parte del Estado, con lo cual al cumplir la mayoría de edad, no tendrían ni 1.500 euros en su hucha de pensiones, además de la falacia de que ese dinero saldría del propio Estado. Algo así como la idea de condonar la deuda a las comunidades autónomas para que asuma dicha deuda el Estado, que es algo tan profundamente ridículo como cambiar las facturas que uno debe de bolsillo. O sea, un insulto a la inteligencia. Esa patética idea alemana indica cómo está el país que se supone que tiene que tirar de la economía europea.
B) Cubrir el enorme desfase que se produce entre lo recaudado por cotizaciones de trabajadores activos y lo que hay que pagar a los pensionistas mediante el presupuesto del Estado. A su vez, hay dos vías. La primera consiste en aumentar brutalmente los impuestos, lo cual deprimiría el consumo, ya que disminuiría la renta disponible, y la segunda sería recortar la inmensidad de gastos superfluos existentes. Baste como dato el hecho de que, cuando se implantó el Estado de las autonomías en España, el número de funcionarios existente no alcanzaba el millón y ahora sobrepasa los tres millones, pese a que hoy disponemos de internet y de toda la potencia informática que simplifican el trabajo.
Es decir, habría que partir de una especie de Presupuesto Base Cero, en el cual salvo Sanidad, Educación y Seguridad, se cuestionen absolutamente TODAS las partidas de gastos del presupuesto para recortar de forma drástica el gasto público, no el Estado del Bienestar, que no es lo mismo, y destinar ese dinero a pensiones. Esa vía no se quiere seguir por una cuestión de clientelismo político e incluso se regalan más y más prestaciones a gente que no ha hecho nada para merecerlas.
C) Aumentar brutalmente las cotizaciones a las empresas y trabajadores de modo que se produciría un shock económico, porque los trabajadores percibirían una nómina muy recortada y para la empresa los costes se dispararían enormemente, lo cual conduciría a un gran desempleo.
Y en medio de esta decadencia acelerada de Europa surge la voz autorizada de un icono como el italiano Mario Draghi que durante años cumplió 'de facto' el papel de líder europeo, advirtiendo que Europa está en pleno declive porque ha perdido peso industrial, peso poblacional e influencia geopolítica. Draghi advierte del gravísimo peligro que se avecina con el problema de las pensiones en toda Europa y, en especial, en los países más envejecidos como España, a lo cual hay que añadir el descomunal tamaño de la deuda pública. De momento, el camino seguido es que los países se endeuden cada vez más y que el BCE compre deuda pública para que los países puedan colocar esos títulos que en condiciones normales ya serían difíciles de vender, pero esa manera de inundar con dinero el mercado generará inflación y hará que seamos menos competitivos.
Cuando llegue el momento en el que la situación sea insostenible, se echará la culpa a un organismo externo para decirle a la población, como sucedió en Grecia…: «Imponemos estos recortes draconianos porque nos obligan Bruselas o el BCE o el FMI». La situación de las pensiones empieza a recordar al método diseñado por otro italiano, bastante menos insigne que Draghi, Carlo Ponzi, el cual puso en marcha un modelo de estafa piramidal que pasó a la historia.
La situación actual recuerda mucho a la de los 'Felices años Veinte'. Lo que vino después es conocido (Crack del 29, Gran Depresión y Segunda Guerra Mundial). De momento, la orquesta sigue tocando y la gente baila, aunque no se sabe si lo hará durante mucho tiempo.
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