¿Presidente de la FED o lacayo de Trump?
Esa es la pregunta que se formulan los mercados financieros al ver el espectáculo bochornoso en el cual el presidente norteamericano, el controvertido, Donald Trump ... desprecia públicamente a Jerome Powell, actual presidente de la FED. Por otra parte, con este ataque frontal de Trump a Powell, se está cuestionando la independencia de actuación de la FED, la cual tiene el doble objetivo de conseguir el control de la inflación y lograr un crecimiento económico sostenido, a diferencia del BCE europeo cuyo único mandato es mantener a raya a la inflación, cosa que a veces tampoco consigue.
El fondo de la cuestión es que Jerome Powell, actual máximo mandatario de la FED (Reserva Federal Norteamericana) es contrario a bajar los tipos de interés porque atisba tensiones inflacionarias, y más con los vaivenes caóticos de la guerra arancelaria que vivimos. En cambio, Trump, le pide o más bien le exige que los baje casi dos puntos, hasta llevarlos a la horquilla (2,25%-2,50%), pensando en dos cosas. Por un lado, reactivar la economía y, por otra, aliviar la costosa carga financiera que supone la deuda pública para Estados Unidos. Hay que tener en cuenta que la deuda pública del país ya sobrepasa los 32 billones de euros, lo cual es equivalente al 120% de su PIB.
En el caso de España la deuda pública se supone que alcanza los 1,67 billones de euros, equivalente al 103% del PIB. Es decir, en deuda comparativa con PIB, Estados Unidos debe más que España, aunque el ritmo de crecimiento de la deuda pública española es absolutamente vertiginoso e insostenible. Además, hay que tener en cuenta que en el caso de Estados Unidos gran parte de la deuda acumulada la ha generado por los inmensos costes militares y armamentísticos en los que incurre para intentar mantener su ya decreciente liderato mundial, mientras que en el caso español la deuda pública se ha generado, fundamentalmente, por un crecimiento desorbitado del aparato burocrático del sector público (no confundir con Estado del Bienestar), por un despilfarro lacerante y por la forma obsesiva que hay de ir regalando prestaciones no-contributivas de todo tipo a quien no ha hecho nada para merecerlas, poniendo en riesgo que las pueda cobrar en el futuro quien sí las ha generado con su esfuerzo, como por ejemplo las pensiones.
Curiosamente, Powell accedió al cargo en el año 2018 bajo el primer mandato de Trump. Un aspecto positivo respecto a los mandatos en la FED es el hecho de que ha habido múltiples casos en los cuales un máximo dirigente de dicho organismo (Volcker, Greenspan, etc) lo fue con presidentes republicanos y demócratas, lo cual es una buena señal de salud democrática y de independencia de la FED, cosa que ahora queda muy en entredicho, sobre todo después de que Trump, con su sutileza habitual, dejase claro que conocía «a tres o cuatro personas que le gustaban para el cargo…».
Como sucesores de Powell, al cual ya se da por amortizado, suenan los siguientes:
1. David Malpass (Michigan 1956), expresidente del Banco Mundial y que ostentó cargos de peso tanto con Reagan como con Bush y con el propio Trump fue subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales. Malpass es considerado un hombre dúctil, aunque gris.
2. Kevin Warsh, neoyorquino de 55 años. Hombre brillante que pasó por universidades icónicas como Standford, Harvard y el MIT. Casado con la millonaria Jane Lauder, es considerado un halcón de los negocios, con buena presencia y gran capacidad de comunicación.
3. Christopher Waller, de 66 años. Es un 'hombre de la casa' ya que es miembro de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal. Waller, defiende pública y abiertamente la bajada drástica de tipos de interés, con lo cual su llegada sería bien vista por Donald Trump.
4. Kevin Hasset. Nacido hace 63 años en Massachusetts, asesor económico de Trump y con gran afinidad de ideas, también suena como sucesor de Powell ya que defiende la política arancelaria seguida, descarta el riesgo de una recesión económica y defiende una rápida bajada de tipos de interés.
5. Scott Bessent, nacido en Carolina del Sur hace 62 años. Tiene una dilatada experiencia en gestión de fondos de inversión de alto riesgo, tiene grandes contactos en los mercados financieros, es el actual Secretario del Tesoro de los Estados Unidos y luce con orgullo su condición de gay. Casado con John Freeman, ex fiscal de New York, es un firme defensor de las medidas arancelarias impuestas por Donald Trump y preconiza que si Estados Unidos no quiere perder el liderazgo económico mundial tiene que plantar cara frontalmente a China y a Rusia, sobre todo, en el aspecto económico. Bessent, considerado un hombre astuto y con muchas millas en el mundo financiero, fue socio de George Soros y suena fuerte en las quinielas.
Sea quien sea el elegido, lo que sí está claro es lo que tendrá que hacer. O sea, bajar los tipos de interés de forma rápida y drástica. Otra cosa es si eso será bueno o malo a largo plazo. De momento, el dólar se deprecia cada día más y un euro ya vale 1.17 dólares, mientras que la deuda pública norteamericana ofrece una rentabilidad a largo plazo (tramo comprendido entre 10 y 30 años) que supera en 100 puntos básicos (es decir, un 1%) a la española y en 200 puntos básicos (es decir, un 2%) a la alemana y ha perdido la calificación de AAA que es la de máxima seguridad, a la vez que suenan repetidamente las propuestas de comenzar a emitir deuda a cien años o incluso deuda perpetua.
La cuestión de fondo es que Occidente vive una falsa prosperidad, sustentada sobre la generación creciente de deuda. Se han cambiado los principios de austeridad, ahorro, trabajo y sacrificio por los de vida fácil, consumo compulsivo, deuda impagable, etc. A todo eso añadan el uso adictivo de los dispositivos electrónicos y redes sociales y el acoso y derribo de la familia como unidad sobre la que se ha sostenido el mundo durante dos mil años. Por eso, con Trump o sin Trump, Occidente está decadente y China e India son el futuro. Nos hemos destruido solos.
Y como sé que hay lectores que les gusta que remate los artículos con proverbios chinos, hoy les doy ración triple. El primero dice «Un caballo ciego siempre se asusta a sí mismo» (es decir, la falta de información produce miedo y pánico). El segundo, «Cava el pozo, antes de tener sed» (Occidente camina hacia un precipicio y es necesario verlo ya para actuar) y el tercero «No mates una mosca sobre la cabeza de un tigre» (enfrentarse al país más poderoso del planeta como maniobra de distracción para contentar a pusilánimes y resentidos puede no ser muy buena idea).
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