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La metáfora del baipás

¿Cuántos responsables, locales o autonómicos, no buscan un interlocutor ágil que desbloquee sus reivindicaciones más apremiantes, aunque haya que saltarse los órganos competentes para llegar más ariba? Aunque a veces, ni por esas. Pensemos que hablo de Gijón

Sábado, 30 de noviembre 2024, 01:00

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Estamos de enhorabuena porque, aunque provisional, limitado y no exento de algún riesgo, ya tenemos abierto el paso hacia la meseta. Y dada la magnitud ... del desprendimiento, no puede negarse la eficacia y celeridad de la operación. El tramo alternativo, pegado al sepultado por la fana o argayu, ha acabado con un aislamiento que dejaba las comunicaciones exteriores de Asturias con el trasero al aire. Hace dos semanas reflexionaba aquí sobre la belleza, pero inoperancia, de la mayoría de nuestros puertos de montaña. Escribía Manuel Machado, pensando en un Cid exhausto, sobre «la terrible estepa castellana». Pero, a efectos de tráfico rodado, lo terrible no es lo que nos espera hoy en día allende la cordillera, sino la muralla natural que debemos superar para llegar a León o para regresar desde el sur. El obstáculo natural se salvó parcialmente con la autopista de Campomanes en los años ochenta del pasado siglo y por etapas. El ferrocarril, en otra obra colosal, lo acaba de hacer. Y ese es el vaso medio lleno. Un vaso de no poca capacidad, ciertamente. Pero sigue habiendo inseguridad, como vemos con harta frecuencia, cuando el ferrocarril sufre incidencias de salida o llegada o cuando la climatología cierra la red viaria u obliga al tránsito, peligroso, con cadenas. Estamos donde estamos y la incomunicación y nuestro húmedo verde nos han constituido en el innegable paraíso natural que disfrutamos y que, me temo, no vamos a tardar en socializar de forma masiva con quienes huyen de los rigores de la desertificación y de los barullos de la sobrepoblación urbana. Asturias, quizá la región europea mejor delimitada por la naturaleza, ha sido casi un tesoro escondido o, al menos, un destino minoritario de entendidos, curiosos y viajeros de paso. No es el caso ya y pongo un ejemplo: ¿quién, realizando el Camino Primitivo o el de la Costa, no repara en cada hito asturiano por tener la mente puesta en la llegada a la plaza del Obradoiro?

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