Compromiso radical con los olvidados
María Antonia Fernández Felgueroso
Lunes, 4 de agosto 2025, 02:00
Ha fallecido el sacerdote José Antonio García Santa Clara impulsor de la Asociación Chavales, creador de la Fundación Siloé y servidor incansable de los más ... desfavorecidos. Con honda tristeza, pero también con profundo cariño respeto y admiración, despedimos a un hombre cuya vida fue testimonio de entrega, compasión y compromiso radical con los olvidados.
Desde la Fundación Siloé, dedicó cada día de su existencia al cuidado de los enfermos de VIH y de aquellos que, atrapados en los márgenes del sistema, encontraron en él no solo un refugio, sino una esperanza.
Santaclara no fue una figura de grandes discursos ni de ambiciones personales. Su grandeza residió en la acción silenciosa, en el acompañamiento diario y en el consuelo ofrecido a quienes, a menudo, eran rechazados por la sociedad. En un tiempo en que la enfermedad del VIH era todavía sinónimo de estigma, él optó por mirar de frente al dolor, al abandono, y construir con valentía una alternativa humana y digna.
Su fundación, Siloé, más que una institución, se convirtió en una casa de acogida, una comunidad de cuidado, un espacio donde cada vida contaba. Allí se atendía no solo la enfermedad física, sino también las heridas del alma: la soledad, la exclusión, la desesperanza.
Santaclara, con una ética profundamente cristiana y un compromiso fraternal inquebrantable, supo conjugar fe y servicio, espiritualidad y acción social.
Su legado no se mide en reconocimientos –aunque fueron muchos–, sino en los rostros de quienes volvieron a sonreír gracias a su generosidad. Fue, en el más puro sentido de la palabra, un buen samaritano de nuestro tiempo, capaz de detenerse ante el dolor ajeno y hacer de su vida un camino al lado del que sufre.
Hoy nos deja un hombre justo, íntegro, humilde. Pero también nos deja una responsabilidad: la de continuar su obra, y la de no abandonar nunca el compromiso con los más vulnerables, especialmente con la infancia desprotegida.
Gracias, José Antonio, por tu vida fecunda y luminosa. Que tu memoria nos inspire a vivir con la misma entrega. Que la tierra te sea leve. Y que la paz que sembraste en tantos corazones sea ahora tu morada eterna.
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