Cultura del siglo XXI
Tabacalera Centro permitirá albergar exposiciones y obras hasta ahora inaccesibles. No es un anuncio; es un proyecto licitado. Mientras las obras que dependen de otras administraciones siguen en lista de espera, lo que depende del Ayuntamiento avanza
Montserrat López Moro
Domingo, 7 de septiembre 2025, 02:00
En los últimos días se ha generado un debate en la ciudad en torno a la reorganización cultural que el Ayuntamiento pretende llevar a cabo. ... Una reorganización cuyo único objetivo es potenciar la cultura y el patrimonio de un Gijón que debe entrar por fin en el siglo XXI.
Los siguientes tres actos pretenden abordar de una forma detallada y objetiva cada una de las cuestiones que conforman esta restructuración cultural que, créanme, pocas ciudades tienen a su alcance.
Tabacalera
La primera parte gira en torno a un hecho: Gijón ha licitado una obra de 22 millones de euros para crear un complejo museístico de primer nivel en la ciudad. Un espacio que, bajo el nombre de Centro de Arte Tabacalera Gijón/Xixón, permitirá albergar exposiciones y obras hasta ahora inaccesibles. Más de 2.500 metros cuadrados de espacio expositivo para una infraestructura llamada a convertirse en una referencia internacional.
Esto no es un anuncio; es un proyecto licitado. Una realidad con sentido, plazos y financiación.
Basta con decir que Gijón llevaba más de medio siglo sin contar con una licitación en marcha de esta cuantía para entender la relevancia de lo logrado.
Decía la alcaldesa este pasado viernes que los compromisos se demuestran con hechos. Y el de este gobierno con la cultura es inédito. En tan solo dos años, se ha puesto en marcha una residencia de artistas en Contrueces que agota plazas en cada convocatoria, el palacio de Revillagigedo vuelve a exponer colecciones municipales, se ha quintuplicado el gasto en mantenimiento para los museos, han aumentado los préstamos y las donaciones y se baten récords de asistentes en cada actividad. A este listado se suma ahora la licitación del proyecto más importante en materia de cultura, el buque insignia de ese Gijón de tradición y vanguardia, de esa 'vía gijonesa'.
La política son hechos, y estos son los nuestros.
Los plazos
El segundo acto habla de plazos. Si todo sigue un cauce normal, el Centro de Arte Tabacalera estará listo a mitad de 2029. Dos años antes, en diciembre de 2027, los gijoneses podrán disfrutar de la primera parte del complejo. Será con la inauguración del nuevo Museo Piñole, para el que se reserva la totalidad de uno de los dos edificios anexos a la antigua fábrica de tabacos.
El traslado de la colección Piñole a Tabacalera no ofrece dudas. De hecho, la decisión fue acordada hace ya 17 años con la aprobación de la comisión encargada de velar por las obras del pintor. Los motivos ahora son los mismos de entonces: el actual Museo Piñole en la plaza Europa no presenta unas condiciones acordes a las necesidades de la colección, no cumple con los mínimos de accesibilidad, carece del mejor sistema de climatización y se encuentra ubicado fuera del circuito museístico principal.
En Tabacalera, el edificio Piñole dispondrá de 490 metros cuadrados exclusivos para la colección, un 25% más que ahora, entrada independiente y unas condiciones técnicas de primer nivel.
La diferencia es evidente.
Son entendibles las dudas respecto a los plazos, porque, por desgracia, Gijón no ha tenido buenas experiencias con sus grandes infraestructuras. Ahora bien, si algo ha demostrado este gobierno es que cumple al milímetro sus compromisos. Ahí está la adecuación de Naval Azul, la urbanización de la Pecuaria o el derribo de la nave de Flex.
Mientras las obras que dependen de otras administraciones siguen en lista de espera, lo que depende del Ayuntamiento avanza. Y eso es algo que nos avala.
Los cuadros
La tercera parte es la de qué va a pasar con los cuadros durante el tiempo que dure la obra de Tabacalera, la de dónde van a estar y en qué condiciones.
Un movimiento así, un proyecto como este, no se define en días, semanas o meses. Desde la Fundación de Cultura se lleva más de un año trabajando en definir una hoja de ruta que, entendemos, no solo potencia la figura de Nicanor Piñole, sino que también contribuye a la puesta en valor de las colecciones municipales.
Y creo que, de nuevo, la realidad está en los datos. Uno de ellos es que la colección de Piñole en manos del Ayuntamiento se compone de más de 6.000 piezas. De ellas, 215 son cuadros. Solo 80 están expuestos en el Museo Piñole. Es decir, hoy en día, el 63% de los cuadros están almacenados.
Este dato parece ser desconocido para quienes piden que el gobierno no meta los cuadros en un almacén. Porque lo que vamos a hacer es todo lo contrario: es sacarlos para que la ciudadanía los disfrute.
Para ello, lo que planteamos es que, como antesala de su traslado definitivo a Tabacalera, la colección Piñole sea exhibida al público en el palacio de Revillagigedo. Una exposición para la que se contará con nuevos préstamos y que es posible gracias a la colaboración de la Fundación Cajastur, propietaria del espacio.
La muestra se inauguraría a finales de 2026 y sería la mayor exposición de Piñole realizada hasta la fecha, pudiendo exponer un número de obras muy superior al 37% de la colección que actualmente se puede disfrutar en el museo Piñole y situando la obra del pintor en un lugar accesible y que a día de hoy bate récords de visitantes.
Honestamente, me resulta inverosímil que cualquier persona comprometida con la obra de Piñole se posicione en contra de una oportunidad como esta. Hablamos de exponer más obras, de dotar a la colección de un espacio más digno y, sobre todo, de potenciar su legado antes de inaugurar su nuevo museo.
Espero y deseo que estas líneas sirvan para aclarar la situación y dejar patente la apuesta firme de este gobierno por la cultura y el patrimonio.
A partir de la próxima semana comenzaremos una ronda de reuniones para detallar estos planes a todas y cada una de las asociaciones culturales implicadas. También a los colectivos vecinales y, por supuesto, a la comisión de seguimiento de las obras de Piñole.
Si algo está claro es que la ciudad ha vuelto a hablar de cultura. Y eso nunca es una mala noticia.
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