Perímetro y termómetro
ANÁLISIS ·
«Un amigo, científico reconocido, me decía que era triste comprobar que en el siglo XXI estábamos, en alguna medida, ensayando el chapucero ensayo-error»Por fin se levanta el cierre perimetral de Oviedo y otros concejos de la Asturias central. Con elogiable sinceridad, el presidente del Principado ha manifestado ... que, tan restrictiva medida, no ha tenido los efectos esperados en cuanto a contención de los contagios. Me alegro como ciudadano, aunque siento que la hostelería, principalmente, esté pasándolo tan mal. Puentes y navidades no son el mejor aliado para una relajación, advierten desde la Administración sanitaria, lo que parece obvio, aunque aquí vemos, a veces mezcladas, cosas tan diversas como juntar en casa a familiares remotos y allegados llegados desde Dios sabe dónde, con las terrazas de bares y cafeterías. Me hago cargo de la dificultad de diseccionar lo procedente y lo indiferente, porque aún nos quedan muchas cosas por saber del virus. Pero el dolor por tantos puestos de trabajo en el aire y por la falta de alegría en torno a una cerveza, no deja de torturarnos. Aunque no es original, relato que un amigo, científico reconocido, me decía que era triste comprobar que en el siglo XXI estábamos, en alguna medida, ensayando el chapucero ensayo-error. ¿Quién no recuerda la psicosis del uso de los guantes de látex? En un supermercado al que acudo, el personal, disciplinado, parecía la Stasi vigilando qué te ponías, cómo y cuándo. En cambio, de aquella, la mascarilla era de dudosa utilidad. Y los aerosoles y tantas cosas. Hay, pues, que rendirse a las limitaciones del saber ante un enemigo tan poderoso. Esperemos que las vacunas sean efectivas e inmediatas.
Al perímetro vuelvo: ese término geométrico significa la suma de todos los lados del polígono, lo que, traducido, también en términos filosóficos, indica algo real, preciso y exacto. Si no conocemos todos los lados y tampoco se nos informa de los grados de los ángulos, no sé muy bien de qué perímetro hablamos. Y eso sucedió inicialmente en Oviedo y Gijón, con delimitaciones genéricas, coloquiales, ajurídicas... Incluso, en juego de esdrújulas, se habló de la identificación de perímetro y taxímetro. Hasta que, sensatamente, se optó por recurrir a las fronteras del concejo. Y, a lo que se ve, ni por esas la decisión ha servido de mucho.
Reconozco -y así lo he escrito-, que no poder moverme por Asturias resultó un tormento. Tengo vínculos con muchos puntos de la comunidad y personas amigas a las que deseo ver desde hace tiempo y, a poder ser, delante de ese café que lleva enfriándose desde el mes pasado. Reconozco que eso me entristece más que el cómputo de comensales mientras, desde alguna televisión, se oye el discurso del Rey de todos los años.
Ahora, al menos, podremos recorrer nuestra accidentada e imponente geografía, aunque sea para vernos a media distancia y sentir lástima, ajena y propia, viendo tantos locales con la persiana echada y los espacios de terrazas tan sólo visitados por las recientes y abundantes lluvias.
La referencia al temporal y a las primeras nieves, me lleva también a los sinónimos del título del comentario. El termómetro nos echa un jarro de agua fría sobre el perímetro abierto. Un otoño travestido de primavera en noviembre, sin poder salir del municipio y ahora un diciembre que, de momento, lo que aconseja justamente es confinarse en casa. Pero es lo que toca y bienvenidos los sacrificios que puedan reportar beneficios.
Únicamente se ve plena normalidad en determinadas actitudes de políticos que anteponen su ego y su protagonismo a lo que son demandas ciudadanas justas y avaladas por quienes saben del asunto, Hace quince días hablaba de mis temores con la Fábrica de Gas. Lo que se viene manifestando desde entonces no me tranquiliza precisamente. Ojalá me equivoque.
Para terminar: Alberto Polledo Arias, librero excepcional; defensor de Oviedo (sin más hermandad que la de todos los vecinos); protector del Naranco, de la Balesquida, del Campo, como franciscano fundador; de todas las causas nobles de la ciudad. Su ausencia la vamos a notar todos. Espero que también quienes no le hicieron caso en sus peticiones y sabias propuestas.
En la despedida a Alberto, aún se oía, a veinte metros de San Isidoro, el 'no' horrísono con el que, incomprensiblemente, se denegó el título de hijo adoptivo a don Juan Miguel de la Guardia. En fin...
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