El sentido de la medida
Con los años aprecias la herencia que el ardor juvenil impedía valorar; ciego por la novedad, huías del ayer, aplicabas la tierra quemada con el ... pasado más por esnobismo que con criterio. Uno de esos tesoros era el sentido de la medida, vara tallada día a día por gente que, a base de sentido común, distinguía lo innegable de lo discutible, lo esencial de lo accesorio, lo grave de lo leve, fijando una jerarquía que la postmodernidad, con su metro plegable-desplegable de material fungible, ha barrido. Como muestra… algún botón. Ofende más la ironía que el insulto, mera libertad de expresión, la crítica a las armas que la bala asesina, se sospecha antes del pacifista que del ejército, indigna más boicotear eventos deportivos que la injusta víctima, niegan antes el pan y la sal al 'mena' que el parque al can, activa más llanto el descenso de un equipo que el ascenso de la violencia machista, vende mejor la salsa rosa que la sangre roja televisiva y refleja más sensibilidad lucir las miserias propias que denunciar el sufrimiento ajeno.
Nuevo (sin)sentido de la medida frente al metro 'humanidad', imperturbable patrón que, a imagen del de iridio guardado en Paris para preservar su precisión, deviene arqueología.
Usted elige prioridad, gravedad, entidad, por quién doblan las campanas, quién merece su mirada o su indiferencia, en qué gasta lágrimas y en quién no merece la pena consumir ternura… porque la libertad ya no mide el afán por sumarse a la construcción de un mundo donde todos vivan dignamente, sino la cantidad de deseos y gustos personales saciados. Así se explica (si es posible) y comprende (si es posible) que sea más grave cortar una carrera que segar vidas, llamar genocida que serlo. Todo es opinable y, parecer ser, la palabra daña más que las balas, la protesta ofende más que los cadáveres.
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