Pantallas
La calle se llena de personas que deambulan como zombis atrapados por la pantalla de su móvil
Últimamente vengo comprobando que la calle se llena de personas que deambulan como zombis atrapados por la pantalla de su móvil. Se ha puesto de ... moda esa manera de transitar de manera mecánica, mientras comprueban no sé bien qué tipo de novedades. Su improrrogable urgencia constituye un misterio para mí. Creo que la servidumbre por estar al día siembra en el común de los mortales un apego a veces poco saludable.
Esa forma de aislarse del entorno, de vivir incomunicados, causa efectos francamente negativos. Hasta impide observar a los prójimos y no digo ya reconocer el espacio que nos rodea. Nos hace proclives al entretenimiento impostado, cuando no a la manipulación inducida.
La curiosidad y el descubrimiento propio de la infancia queda lamentablemente cercenada mediante dispositivos que logran acallar sus preguntas, sus interrupciones, sus inquietudes. Aminoran sus naturales molestias, pero lo hacen sin enriquecerlos mediante una educación enseñada de manera paciente y de forma constante, como recuerdo yo que hicieron conmigo.
No cabe pensar que dicha conducta es propia o exclusiva de los menores. En la Universidad el uso y abuso de terminales telefónicas e informáticas es algo creciente. Las urgencias de mensajes, a Dios gracias cada vez menos llamadas, en medio de una clase resulta del todo común. Acudir a la docencia presencial con dispositivos informáticos con frecuencia muy sofisticados permite tomar apuntes, y la consulta rápida de las oportunas citas en internet. Sin embargo, asimismo facilita el acceso a otras páginas más entretenidas cuando la lección se haga pesarosa. No hablo de memoria.
Con todo, su amenaza más acuciante a mi juicio radica en una muy peligrosa tendencia que progresivamente se hace más notoria. Me dijo en una ocasión un sabio maestro, D. Álvaro D'Ors, que a su parecer la fotocopiadora sería el sepulcro de la Universidad. Entendí yo ese criterio como desmedido y exagerado. y al pedirle mayores explicaciones me hizo ver que los alumnos corrían el riesgo de considerar incorporado a su conocimiento el contenido de los folios así obtenidos. Distintas experiencias me convencieron de que no carecía de razón tan discutible idea.
Ahora el problema es que los discentes piensan que internet siempre tiene la razón, al margen de la fiabilidad de la concreta fuente de que se nutra. Constituye la nueva verdad revelada, que se justifica de suyo. La sola presencia en la red sería marchamo de verisimilitud. Hace poco un alumno negó una sentencia porque 'no salía en Google'. Acompañaba como prueba el pantallazo. Era de doble grado, curso superior, buen expediente y destacable disposición.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión