Más de 100.000 euros malgastados
Hacer un Muro en superficie es una solución a todas luces más viable, entendiendo que hay suficiente espacio para que, con una ordenación sensata, lo puedan transitar vehículos y viandantes
Como si se tratara de la burra que vuelve al trigo, los gijoneses asistimos de nuevo al pertinaz intento, con patente ofuscación, por parte del ... equipo de gobierno municipal sobre el tratamiento viario del Muro de San Lorenzo. Lo digo a raíz del extemporáneo inicio de la campaña de los estudios geológicos e hidrogeológicos que no se hicieron en su día, cuando, con bombo y platillo, se anunció por doña Carmen Moriyón la propuesta de una solución soterrada. Lo más indignante ahora es que se van a pulir, a costa de las arcas municipales, más de 100.000 pavos en algo que no va a servir para nada, pues la misma alcaldesa y todos sus palmeros saben que esa obra jamás saldrá a licitación.
En primer lugar, porque su socio de gobierno, el Partido Popular, no la apoya; resulta igualmente frustrante que, por culpa del pacto Queipo-Pumares, Ángela Pumariega, para evitar que su jefe regional le dé un nuevo tirón de orejas, no se atreva a defender la solución que ella misma respaldó en mayo de 2023: un Muro en superficie que entonces estuvo avalada técnicamente por el exconsejero Tielve. Es una propuesta sin riesgo constructivo alguno al no tener que enredar con el subsuelo playero de Gijón y, por tanto, con una alternativa más blanda económicamente hablando. Si la vicealcaldesa Pumariega pretende algún día ser la alcaldesa de la ciudad, es evidente que por ese camino va mal, y sería recomendable entonces que no deje los balandros, donde a buen seguro tendrá un futuro más certero.
En segundo lugar, los mismos foristas vuelven a marear la perdiz con este asunto, sin convencimiento político alguno, sabiendo que la propuesta del paseo marítimo soterrado no cuenta con el apoyo de casi ningún gijonés. Bien es cierto que, en su día y en campaña electoral, la alcaldesa de Gijón cometió la enorme torpeza (quizá mal asesorada) de presentar una alternativa urbanística con una serie de infografías sin el mínimo consenso con el resto de grupos municipales de la bancada consistorial. De haberlo hecho, quizá se hubieran buscado otras soluciones constructivas menos engorrosas, pero con un resultado más práctico, en aras de que el actual y cochambroso Muro quedara convertido en un paseo decente; lo que era transitorio por culpa de la pandemia ha quedado, de momento, en definitivo por una decantada incompetencia municipal.
Con más de dos años de retraso, vuelve la burra a semejante desatino, y no porque no sea técnicamente ejecutable, que lo es. En este caso, particularmente he de alinearme con la pretensión de los socialistas y también de los populares gijoneses, cuya idea siempre fue hacer un Muro en superficie. Es una solución a todas luces más viable, entendiendo que hay suficiente espacio para que, con una ordenación sensata, lo puedan transitar vehículos y viandantes. No hemos de olvidarnos de que estamos hablando de uno de los principales viales de penetración a Gijón, usado por los barrios del extrarradio de la ciudad, especialmente por los vecinos de Somió, de La Providencia y de la zona rural. Lo que a estas alturas resulta una irresponsabilidad incomprensible es gastar dinero de todos los gijoneses en unos estudios del subsuelo de la ciudad cuando ya se sabe de antemano que van a terminar en un cajón. Lo peor es que en el Partido Popular siguen callados como muertos, siendo el PSOE gijonés el único que ha salido a la palestra denunciando semejante despilfarro.
Recientemente, las asociaciones vecinales de La Arena, al igual que la Asociación de la Zona Centro Jovellanos –importante caladero de votos de Foro y del PP– ya se han manifestado en contra de la solución soterrada. Entienden estos colectivos que existen alternativas menos complicadas que hacen desaparecer el riesgo a los edificios colindantes al descartarse la excavación del túnel previsto en la zona. La manzana reseca entre las calles Mieres y Santa Justa ha servido de escarmiento cuando de excavar el suelo se trata. Querámoslo o no, su recuerdo perdura en la memoria colectiva de los gijoneses. Hoy, el irresponsable gasto ya está hecho y no hay vuelta atrás. Quizá la pasta dedicada a semejante sinrazón hubiera ido mejor destinada a la ampliación del albergue Covadonga o similar, donde la gente vulnerable y sin recursos se encuentra en lista de espera durante semanas antes de que se le dé cobijo para un merecido descanso. Una vergüenza manifiesta que obliga a reflexionar sobre el modo de gobernar de una parte de nuestra clase política.
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