El aparcamiento bajo el Muro
El arquitecto gijonés Diego Cabezudo y el ingeniero Andrés Alonso presentaron una propuesta en 2023 en la que contemplaban la magnífica posibilidad de construir un parking subterráneo calculado para 560 plazas
Al igual que otros muchos habitantes en nuestra ciudad, soy de los que piensa que Foro, como parte del actual gobierno municipal, debería acercarse a ... una postura más sensata y no quedarse enrocado en un Muro soterrado; en los últimos meses es de sobra conocido que la solución viable (técnicamente hablando) para nada satisface a los vecinos del barrio de La Arena y tampoco a los que conforman la Asociación de la Zona Centro de Jovellanos junto a otros miles de ciudadanos de Gijón. Los lógicos temores de tener que enredar con los suelos movedizos de la ciudad quizá sean la mayor razón de peso. Entienden la mayor parte de ciudadanos que el planteamiento propuesto en su día por los populares y socialistas gijoneses –que contempla una reconversión del paseo en superficie– es más viable en el aspecto económico y presenta menos riesgos constructivos.
Desde esta columna de opinión vengo manifestándome en parecidos términos al entender que carece de sentido acudir a una alternativa soterrada que, partiendo de la rotonda del final de la Avenida de Rufo Rendueles, moriría próximo a los emblemáticos edificios del martillo de Capua. Teniendo en cuenta, además, que la teórica salida del citado túnel constreñiría todavía más, si cabe, el citado paseo marítimo en ese lugar. Sin embargo, no es desdeñable que, aprovechando la campaña geotécnica e hidrogeológica iniciada por el equipo de gobierno municipal, pueda servir para rescatar la idea plasmada por el arquitecto gijonés Diego Cabezudo junto con el ingeniero Andrés Alonso. Basta recordar que ambos profesionales presentaron una propuesta en el año 2023 en la que, además del Muro soterrado, contemplaban la magnífica posibilidad de construir un aparcamiento subterráneo calculado para 560 plazas.
Aquella idea no me pasó inadvertida en su día y hoy, ante una dislexia de pensamiento sobre la mejor solución constructiva entre las formaciones políticas sentadas en la bancada municipal, creo razonable considerar de nuevo lo que entonces plantearon los técnicos gijoneses. Para ello, me puse en contacto con el insigne arquitecto gijonés. Cabezudo, con exacto conocimiento sobre el subsuelo de la zona cercana al arenal de la playa de San Lorenzo, y con aplastante razón, me desplegó una serie de argumentos que, con su permiso, vuelco en este espacio de opinión que me brinda el diario EL COMERCIO.
Mantiene Cabezudo que el parking en la zona en cuestión es absolutamente necesario. En primer lugar para los residentes del barrio de La Arena, deficitario de plazas de aparcamiento desde hace años. Y en segundo término, también para los que en el verano gijonés acuden a nuestra magnífica playa coincidiendo, como todo el mundo sabe, con una Feria de Muestras siempre exultante y una temporada estival llena de espectáculos.
Por otro lado, serviría como lo que ya se conoce en movilidad urbana como 'aparcamiento disuasorio': una infraestructura que responde a la loable intención de disminuir, no de prohibir, la circulación de vehículos a motor por el centro de la villa , pero a dos patadas de este. Quedaría por definir la extensión del estacionamiento; personalmente cuanto más grande mejor, máxime cuando Gijón de cara a un futuro será la ciudad más acogedora del norte de España.
Propone asimismo Cabezudo, aprovechando el aparcamiento subterráneo y las entradas al mismo, unos pequeños grupos de aseos y vestuarios repartidos a lo largo del paseo, que complementasen el gran balneario central existente frente a la escalera 13 y que se podría rehabilitar también en caso de no llevar a efecto la circulación soterrada. Si encima sobre la losa superior del aparcamiento se construye un anhelado paseo, entonces, miel sobre hojuelas.
De igual manera, me ha explicado este profesional que la obra no resultaría nada complicada al ser un movimiento de tierras a cielo abierto sobre el propio arenal. Con esta variante muy bien pensada se evitaría también el costoso transporte a un vertedero de la arena extraída, porque podría quedar depositada y explanada en otra zona de la playa que requiriese ampliación. La excavación resultaría absolutamente segura siempre que se confine el espacio con muros para lograr la necesaria estanqueidad.
Su praxis respecto a la exención de riesgos me la explicó cuando se levantó un edificio proyectado por él en la calle Doctor Aquilino Hurlé (muy cercano al Muro) con los niveles freáticos a flor de piel y con un vaciado del solar para ubicar tres sótanos para garaje. Como él mismo mantiene han pasado muchos años sin que, a día de hoy, se hayan producido filtraciones. Pero quizá el ejemplo más vivo, por semejante naturaleza constructiva, lo constituye el propio parking del Náutico, que en absoluto afectó a los edificios de la calle Jovellanos o a los de la misma de Cabrales o los pasos subterráneos del Muro.
Las razones de Cabezudo en cuanto a las soluciones constructivas son para quitarse el sombrero y, como siempre, con el exquisito rigor técnico que ha acompañado siempre al arquitecto gijonés. De igual manera, coincido con el autor de la interesante propuesta en lo siguiente: bajo la modalidad de proyecto y obra a cargo una empresa constructora –con una concesión a largo plazo de explotación– concurrirían numerosas licitadoras para su ejecución y posterior explotación, siendo lo más significativo la carencia de coste alguno para las arcas municipales. El asunto no es baladí.
Con este nuevo planteamiento sobre el Muro de la playa de San Lorenzo, multitud de gijoneses aplaudirían a doña Carmen Moriyón, quien también se vería apoyada por toda la bancada del Consistorio gijonés para intentar matar dos pájaros de un tiro. Uno, la imperiosa necesidad de resolver la necesidad de aparcamiento de muchos vecinos carentes de plazas de estacionamiento en una zona tan poblada. El otro, lograr un paseo muy digno en superficie. Mientras dura su construcción, se podría decidir sobre la conveniencia o no de permitir el tránsito de vehículos a motor por la losa superior. Tampoco pienso que ese sea el mayor problema en este momento. De ir a la solución Cabezudo, estoy seguro de que nadie con dos dedos de frente recriminaría a la alcaldesa incumplimiento electoral por no llevar a cabo su promesa sobre la construcción de un viario soterrado, algo que, por otro lado, hoy ni está ni se le espera.
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