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Un banco de piedra al sol. Un mapa arrugado sobre las rodillas. Botas de montaña recién estrenadas. Dos mochilas apoyadas junto a la verja de El Escorialín, la pequeña oficina de acogida y orientación que se ha convertido en una especie de kilómetro cero emocional para quienes deciden empezar el Camino en Oviedo. En la Oficina del Peregrino les recibe Montserrat Ruiz quien da una cálida bienvenida y pone en situación al caminante: «Aquí a veces nos toca ponerles los pies en la tierra y mostrarles sitios de interés para visitar o al contrario, quitarles algunos de los que traen por falta de tiempo», explica mientras no deja de atender. En el Camino Primitivo se cruzan idiomas, silencios, miedos, ilusiones… y también datos que hablan por sí solos: Oviedo entregó en 2024 un total de 2.394 credenciales a peregrinos, frente a las 1.043 de 2023. Un 129% más. Sumando ambas anualidades, 3.437 personas decidieron iniciar en Oviedo su peregrinación. Aunque, en realidad, son muchas más porque no todos piden o sellan la credencial.
Pero estas cifras no lo revelan todo, las historias humanas son las verdaderamente importantes en este Camino. Filip Bouglion y Nathalie Schanbroeck son belgas. Han aterrizado en Asturias con una mochila para dos. «Es nuestro primer viaje juntos sin nadie más», dice Filip, con una sonrisa tímida, mientras su mujer asiente en silencio, observando los pasillos del albergue de El Salvador, en el Seminario Metropolitano de Oviedo. «Mi mujer es profesora, yo soy informático. Teníamos las vacaciones de Pascua y decidimos empezar aquí, en Oviedo. Es nuestra primera vez en el Camino y queríamos vivirlo como una oportunidad para estar juntos, sin hijos, sin horarios». Hablan bajo, con respeto. Como si el simple hecho de estar aquí, a punto de comenzar, ya los transformara.
Más allá, sentado en la capilla del albergue está Per Kristian Gundroser, procedente de Noruega. No es nuevo en esto: en 2008 hizo el Camino Francés en bicicleta. Esta vez lo hará a pie. «He dejado mi trabajo y empiezo otro en mayo. Este es mi momento para pensar, para hablar con el de arriba», explica mientras sostiene una pequeña Biblia. Habla español con acento dulce. Lo aprendió en Alicante, donde trabajó hace años. Su historia es una más, pero también una ventana al cambio que vive el Camino: cada vez más internacional, más plural.
Según los datos, en lo que va de año Oviedo ha atendido a 46.435 visitantes, de los cuales 3.429 son peregrinos. No todos piden la credencial oficial, pero representan el 7,39% de las consultas recibidas. Y el perfil de estos peregrinos está cambiando, incide Pablo Sánchez, responsable del albergue: «Ahora llegan de todas partes. Este año ya han pasado por aquí 29 italianos, 25 franceses, 22 alemanes, 14 polacos, 2 belgas, 1 noruego y 141 españoles».
Entre estos últimos se encuentra Antonio Gervilla, granadino de 68 años. Es su primera vez en el Camino Primitivo, pero lleva «muchos caminos a cuestas», dice. «El Francés y el del Norte, quizá en verano son los que más extranjeros tienen, pero este tiene alma», subraya. En 14 días espera estar en Santiago, pero antes tiene algo claro: «Ahora voy a ver al Señor en la Catedral. Porque quien va a Santiago y no a San Salvador, visita al Amo y olvida al Señor».
La ruta que parte de Oviedo y cruza montañas, aldeas y sendas de niebla representa el quinto camino más transitado, solo por detrás del Francés, el Portugués (en sus dos variantes) y el Inglés. Joaquín García, leonés nacido en Asturias, coge vacaciones para hacer el Camino: «Desde 2020 lo hago cada año», comenta mientras llega al albergue donde dormirá para seguir dirección a Santiago al día siguiente.
En 2004, Año Xacobeo, apenas el 3,1% de los peregrinos acreditaban haber recorrido el Primitivo (5.581 Compostelas entregadas). En 2019, fueron 15.715 peregrinos (4,52%).
En 2023, esa cifra ascendió a 20.714, y en 2024 ya se han contabilizado 24.464, lo que supone un crecimiento del 18%. En lo que llevamos de 2025, la tendencia se mantiene: ya van 680 Compostelas, un 23% más que en el mismo periodo del año anterior. El Camino Primitivo fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 2015, y este 2025 se celebra el décimo aniversario de esa distinción. Desde entonces, y sobre todo con el impulso de la marca 'Oviedo, Origen del Camino', lanzada en 2018, la capital ha recuperado su papel como punto de partida espiritual y geográfico.
Es un motor de riqueza, cultura y de turismo sostenible. Un viaje interior para miles de personas, como Filip, Nathalie, Per Kristian Antonio o Joaquín que encuentran en Oviedo el inicio hacia un camino de vida.
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