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Llegaron desde Chile con sus tres hijos en busca de un futuro mejor y hoy ambientan las calles de Oviedo con su música. Su historia es un canto a la perseverancia y al poder de la cultura para unir mundos.
Hace dos años, Daniel Vargas y Analy Velásquez tomaron una decisión que cambiaría sus vidas: dejar atrás su Chile natal, concretamente Los Andes, para buscar nuevas oportunidades en España. Con ellos viajaban sus tres hijos, de 11, 9 y apenas 3 meses de edad. Hoy, ya asentados en Oviedo, esta familia ha encontrado en la música no solo un medio de vida, sino un puente que los conecta con la ciudad que los ha acogido.
Ambos son cantantes líricos formados en su país, y desde su llegada han continuado sus estudios en el Conservatorio de Música de Oviedo, perfeccionando su técnica y profundizando en un repertorio que va desde las arias clásicas hasta canciones populares adaptadas a su potente registro vocal. «Para nosotros, la música es vida y solemos cantar unas u otras canciones dependiendo de la época», confiesa ella con una sonrisa.
Su sueño, desde que pusieron pie en Asturias, ha sido formar parte del prestigioso Coro de la Ópera de Oviedo. Sin embargo, han encontrado en la burocracia un obstáculo inesperado: el visado de estudiantes que poseen actualmente no les permite acceder a estas plazas oficiales. Lejos de desanimarse, han optado por una vía alternativa que ha acabado por abrirles nuevas puertas: cantar en la calle.
«Ahora tenemos licencia para cantar en la calle, y eso nos llena el corazón», explica Daniel. «Es nuestro escaparate. Muchas empresas nos han visto actuar y gracias a eso nos han contratado para eventos privados y conciertos». Lo que comenzó como una necesidad se ha transformado en una forma de vida que les permite mantenerse mientras esperan mejores oportunidades en el circuito profesional.
Oviedo, con su tradición coral y operística, ha sido un terreno fértil para esta pareja de artistas. La ciudad, que alberga uno de los festivales líricos más importantes de España, les ha ofrecido no solo un escenario natural en sus plazas y calles, sino también una comunidad que los ha abrazado con calidez. «Nos han acogido de maravilla», asegura él. «La gente aquí es muy cariñosa. Incluso nos regalan cosas mientras cantamos. Y cuando un día no salimos, nos preguntan: '¿Por qué no os vi hoy en la calle cantando?'. Eso nos hace sentir que realmente formamos parte de esta ciudad».
Este verano, a diferencia de otros migrantes que aprovechan las vacaciones para visitar sus países de origen, Daniel y Analy han decidido quedarse en Asturias. «La tranquilidad que hay aquí no la cambiamos por nada», afirman. Su plan es seguir cantando en la calle, aprovechando la temporada alta para llegar a más público y continuar consolidando su nombre en la escena local.
No obstante, son conscientes de que insertarse en el circuito coral ovetense no es tarea sencilla. «Oviedo es muy rica en cultura coral, pero es un mundo muy cerrado. Cada agrupación ya tiene su hueco y es difícil encontrar uno para nosotros», admiten. Pese a ello, no se rinden: «Nos mantenemos con lo que va saliendo, y estamos bien. Seguimos adelante, paso a paso».
Entre sus próximos compromisos destaca un concierto benéfico organizado por Cáritas, donde pondrán su talento al servicio de una causa solidaria. «Para nosotros, actuar en este tipo de eventos es una forma de devolver todo lo bueno recibido».
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