Fiesta de la comunidad senegalesa en Oviedo: «Celebramos que seguimos conectados con los nuestros»
Un centenar de senegaleses afincados en Oviedo celebran el Gran Magl de Toba, una de las fechas más importantes de su calendario religioso
Un centenar de senegaleses afincados en Oviedo se reunieron este domingo para celebrar el Gran Magal de Toba, una de las fechas más significativas del calendario religioso senegalés y que forma parte del mes de Safar, el segundo del calendario islámico. Esta celebración, marcada por la espiritualidad y el sentido de pertenencia, tuvo lugar en el exterior del Palacio de los Deportes, en Oviedo, donde resonaron cánticos, oraciones y recuerdos vivos de una historia de resistencia y fe.
El Magal de Touba, que significa agradecimiento, conmemora el exilio forzado del guía espiritual Cheikh Ahmadou Bamba por parte de los colonizadores franceses, y el modo en que afrontó esa dura prueba con paciencia, fe y dignidad. «Es una celebración para agradecer por la firmeza y la protección de nuestros guías en el exilio», explica Anta Loum, presidenta de la asociación And Diapalante, creada por y para inmigrantes senegaleses.
Durante el encuentro, se exhibieron cuadros con las imágenes de guías espirituales, como Ahmadou Bamba, cuya vida y enseñanzas siguen siendo fuente de inspiración para millones de personas.
La celebración comenzó a las cinco y media aunque no fue hasta las siete cuando los primeros asistentes empezaron a llegar a la plaza del Palacio de los Deportes. Entre cantos devocionales y discursos cargados de emoción, la comunidad se entregó a una jornada de unión espiritual que, como dice Anta Loum, «se puede celebrar en cualquier parte del mundo». De hecho, el Magal conecta cada año a millones de creyentes en todo el planeta, que como los de Oviedo, lo viven desde la distancia, pero con la misma intensidad que si estuvieran en Touba, la ciudad santa del mouridismo en Senegal.
Tras el acto en el polideportivo, los asistentes protagonizaron una marcha hacia la Plaza del Lago Enol, en Ventanielles, donde les esperaba una mesa común con comida tradicional, té y café para todos los asistentes. «Hoy celebramos que seguimos firmes, conectados con los nuestros, y agradecidos», resume Anta Loum.