Un hombre de basket que se metió a abogado
Considerado. Una vida marcada por el colegio San Ignacio, la carrera de Derecho, la familia, el baloncesto y la montaña. Muy activo, penalista, directivo del Oviedo Club Baloncesto y católico practicante; aunque parece despistado no pierde detalle de lo que ocurre en el mundo
Irónico, abogado, pleiteador, deportista, nervioso aunque sabe contenerse, hiperactivo, enamorado del baloncesto, padre de familia. «Católico practicante» y muy vinculado al colegio San Ignacio desde ... que comenzó en el colegio allá por el año... bueno, el colegio estaba en la calle Cervantes así que mejor no calcular».
Cuando habla de ser católico y del San Ignacio no lo dice con altanería, más bien con orgullo y se le levanta un poco el mentón al hablar. Tiene pinta de algo despistado pero no lo es ni mucho menos y es el padre de una sonrisa socarrona muy característica. En tiempos fue rubio, ahora ya peina canas. La edad no perdona aunque tiene buen pelo.
Enamorado de la montaña y del fútbol, reconoce que su «gran pasión es el basket, como se dice ahora. Es el socio número dos del Oviedo Club Baloncesto, a la vez directivo y aunque «fui muchos años socio del Real Oviedo, la pasión por los azules cedió por mi verdadera vocación y de lo único que realmente sé algo es de baloncesto». Fue entrenador de basket, sobre todo de niños, y de sus manos salió algún jugador realmente bueno o incluso alguno extraordinario.
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Luis Tuero Fernández (Oviedo, 1972) es abogado penalista «o mejor dicho pleiteador». Hijo de Arturo, agente del Catastro y María del Rosario, ama de casa, vivió su infancia en la avenida de Galicia, en las que se llamaron y se llaman 'las casas de Hacienda'. «Allí jugué al fútbol, al escondite o a las chapas. Todavía conservo un montón de amigos de aquellos días».
Luego al San Ignacio –«no lo pasé mal en el colegio»– y debe ser cierto que le marcó porque ha sido alumno, exalumno, padre de alumno, padre de exalumnos y miembro de la asociación de padres. Los veranos en Luanco, donde conoció a su mujer Ana, con la que se casó en 1995. Dos hijos, Ignacio y Carmen, ambos trabajan.
De su trayectoria profesional se le reconoce por ser un buen abogado, sobre todo en Penal, por llevar 39 años de profesión y por encargarse de algún asunto mediático. ¿A alguien le suena Francisco Álvarez Cascos? Fue profesor universitario veinte años y se pasó unos cuantos en la Escuela de Práctica Jurídica.
Fuera del despacho y del baloncesto su otra gran pasión es la montaña. Pertenece a un grupo de montaña de amigos que se llama 'Raquetas de nieve'. Aún con todo esto reconoce que «soy un adicto a las series» aunque no parezca que le queda tiempo en el día. «Ahora estoy con 'Isabel' pero me han gustado especialmente 'Better call saul' y 'The Queen'».
Disfruta de los veranos en Luanco como cuando era un niño y aprovecha para caminar mucho y leer lo que «no puedo leer durante el año. Acabé 'El verano de Cervantes', de Antonio Muñoz Molina». Una de las lecturas que ha devorado con mayor placer ha sido 'El mundo de ayer', de Stefan Zweig.
Luis Tuero defiende casos, suda con el basket, se esfuerza en la montaña, disfruta leyendo y se mete de lleno en las series de televisión. Gana en las distancias cortas, amable, considerado y socarrón.
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