El perfil
Habla claro. Tiene un exitoso despacho. Se declara burgués, republicano, liberal, carbayón y objetor de conciencia de la democracia. Sus pasiones, por este orden, son: la familia, el derecho y el deporte. Socio del Oviedo desde 1965, «soy una mezcla de jabalí y forofo»
Carbayón, oviedista «con el carné de socio 142», operado a corazón abierto con tres bypass, objetor de conciencia de la democracia –«así que no voto»–, ... abogado, burgués, liberal, republicano –pues «cualquier jurista que se precie no puede aceptar la monarquía»–, tirador de plato, tenista, estudioso del Derecho, «maniáticamente» metódico y ordenado.
Habla claro, muy claro, siempre bronceado porque juega al tenis tres veces por semana, mueve mucho las manos cuando habla y mira con unos ojos pequeños y escrutadores que no tienen maldad. Si la tiene él o no, eso es harina de otro costal aunque con sinceridad no parece que la tenga, al contrario. «De hecho, mis hijas me dicen que soy bueno y trasciendo a bobo». Eso sí, a veces esboza una sonrisa de pillo, pero no siempre.
Ignacio Álvarez-Buylla Fernández-Lucio (Oviedo, 1957) es abogado. Le nacieron «a las siete de la mañana» en el Sanatorio Miñor y sus padres, Ignacio, también abogado, y María José, se lo llevaron pronto al domicilio familiar en la calle Suárez de la Riva. Hermano de otros dos hermanos más y de una hermana ya fallecida, estudió en los Maristas de la calle Santa Susana y luego Derecho (1974-79); «era buen estudiante de todo sobresaliente».
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De aquellos tiempos recuerda salir «de vinos y copas». El Rosal, Aristos, Top Ten o Carillón, en los bajos del Teatro Campoamor. Y de ligar «pues muy normal» porque «no era el más simpático, pero tampoco el más triste».
Tiene varias grandes pasiones y por este orden: su familia, el Derecho, el tenis y el fútbol. Sobre su familia se casó en 1991 con Sol Covisa en el juzgado con Agustín Azparren como maestro de ceremonias y «muchos años después por la iglesia con un cura amigo en La Manjoya. Nos costó porque no somos muy religiosos, pero lo hicimos». Tiene dos hijas, Lucía y Sol, también abogadas. Seguramente con un loco del Derecho como padre –«me gusta mucho estudiar derecho, historia y filosofía y reconozco que no he leído una novela en mi vida»– sus hijas no podrían ser otra cosa. Tiene un exitoso despacho de abogados y ha sido director general en el Banco Herrero.
En lo del deporte es más visceral y mide mucho menos sus palabras que en la abogacía. Es socio del Lealtad de Villaviciosa y desde 1965 del Real Oviedo. «Cuando voy al Tartiere me comporto como un híbrido de jabalí y forofo». Ha sido campeón de Asturias de tiro olímpico y de tenis en diferentes categorías, ahora asesora jurídicamente al Real Oviedo –«menos mal que ha llegado Pachuca»– y es abogado del Comité de Entrenadores de la Federación Española de Fútbol. De hecho, devora todos los partidos de Primera y Segunda y hasta hace fichas de lo que ve. Alguien diría que es algo friki, puede ser. Ah, y juega al golf.
Lo que no se sabe es cuántas horas tiene su día para hacer tantas cosas como hace desde las siete y cuarto de la mañana que suena el despertador hasta las diez de la noche que vuelve a casa. Nacho Buylla es un tipo familiar que no para de trabajar.
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