Javier Urra, psicólogo: «Un humano en una isla desierta se comportaría de forma ética»
«Tenemos un criterio moral de la vida, de no dañar, y la ética es un aspecto esencial, pero la cultura y el momento histórico influyen»
Su influencia trasciende nuestras fronteras como embajador de la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica, donde contribuye al desarrollo y la difusión de esta disciplina. Sin ... embargo, si hay un hito que define su compromiso social y su impacto transformador, es su designación como el primer Defensor del Menor en España donde marcó un antes y un después en la protección de los más vulnerables. Javier Urra (Navarra, 1957) ofreció este sábado la conferencia de clausura de las VII Jornadas de la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica en España celebradas en Oviedo.
–Habló usted del ser humano como una «especie ética».
–Sí, el ser humano se impone normas, leyes, pero manifiestamente el ser humano es ético. Si estuviera en una isla desierta, se comportaría de manera ética. Tenemos un criterio moral de la vida de no dañar y la ética es un aspecto esencial, aunque influye la cultura, el momento histórico y muchas más cosas. Los psicólogos forenses no somos jueces morales. O no debemos.
–Hace poco el fiscal superior del Principado dijo que los jóvenes cada vez estaban más prostituidos por adultos. ¿Qué ocurre?
–La Fiscalía como institución es quien tiene la protección de menores, no solo perseguir el delito. Los niños consumen mucha pornografía violenta donde la mujer no tiene satisfacción y a veces las escenas son grupales. Eso ha disparado el número de agresiones sexuales cometidas por menores. Ahora bien, lo que dice el fiscal de Asturias es que la sociedad ha perdido valores, creencias y conductas esenciales. La infancia de los niños está cada vez más sexualizada. Una cosa es la pornografía, dicen, y otra la pederastia, y hay que poner un interrogante. El salto es cualitativo, pero ¿seguro que no hay un nexo entre los que consumen pornografía y los que pasan al acto? Es para investigar y educar para no pasar del amor al odio y saber decir no.
–Habléme de la violencia de género.
–A la violencia de género la sociedad no la entiende. Hay muchas mujeres a las que insultan y a partir de ese minuto que las deshumanizan el riesgo es elevado. Pero no se van. La razón es psicológica. El ser humano no es lógico, es psicológico, y la mujer tiene indefensión aprendida y no ve la salida por pánico porque le han hecho luz de gas. En España cada año mueren mujeres a manos de sus exparejas y unos once hombres se quitan la vida –no se suicidan, que son conceptos diferentes–. ¿La razón? La dependencia. Y hay que educar para aprender a no ser dependiente de nadie. Pese a ello, hay chicas jóvenes machistas y dependientes y eso hay que investigarlo porque ellas buscan al 'malote' y lo intentan cambiar, y los chinos dicen que se cambia antes el curso de un río que la personalidad.
–¿Cómo valora el caso de los niños encerrados en Oviedo?
–La sociedad tiene que estar alerta. Damos por hecho que estamos con muchos sistemas, que no puede pasar nada en los hogares. Partimos del criterio de que todos los padres son buenos, pero hay situaciones en que no. Hay padres adictos, con patologías o enfermos, y hay que estudiar esos casos porque hay que plantear muchas cosas si se tuvo lesiones cerebrales de pequeño, si la madre tomaba alcohol... No hay que llegar tarde a estos casos.
–¿Cuál es el mayor desafío al que se ha enfrentado éticamente?
–Yo gané plaza a proposición del Ministerio de Justicia y quedé segundo. Años después estuve en los tribunales de psicólogos forenses de ese ministerio y un día, examinando, veo el currículum de una señorita que había estado en la de psicología y se fue a otra. Entonces dije que era raro, pero luego se va a una ONG. Viene a España y se casa con un fiscal que va en silla de ruedas. Su hermana era fiscal –la había matado ETA– y digo: quiero verla, pero los sindicatos me dicen que es subjetivo y yo decía que tenía algo raro, que le pasaba algo. Hace el examen perfecto, maravilloso e inmejorable y gana la plaza. Esto fue un miércoles y un sábado se presenta en mi casa para hablarme. Le digo que eso no corresponde y se la envía a Extremadura, donde la sancionan dos veces. Luego viene a Madrid –yo era el presidente de la comisión deontológica– y me pongo a estudiar cada informe. Todos empiezan indicando que «la mujer es perversa». Entonces hablo con el presidente superior de justicia y el consejero y la sancionan un año sin empleo y sueldo y se la quita de trabajo y ahí acabó el caso. Pero se reincorpora y en un caso de Alcalá de Henares ponen lo mismo en los informes de otra mujer, «que es perversa», y la pareja, que era militar, la mató. Fue portada en todos los periódicos.
–¿Qué significa esto?
–Que hay gente que está enferma y no puede trabajar. Fue un caso complejo y difícil. No hay mujer maligna, es que algo le pasa, una vida que por lo que sea la tiene extraviada y los informes no pueden comenzar así. Aquello me marcó éticamente.
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