Oviedo celebra un atípico Martes de Campo sin reparto de bollo y vino
La Sociedad Protectora de La Balesquida canceló hace semanas el reparto y la imagen de la Virgen de La Esperanza tampoco procesionó
juan carlos abad / Cecilia Pérez / Alberto Arce / Rosalía Agudín
Martes, 2 de junio 2020, 12:23
Con mascarilla, sin compartir vaso de sidra y en grupos de no más de quince personas. Así deben celebrar los ovetenses la tradicional fiesta del Martes de Campo, deslucida por la crisis sanitaria y la desescalada del confinamiento.
En cuanto a los actos programados, la Sociedad Protectora de La Balesquida canceló hace semanas el reparto del bollo y el vino a sus socios en el Campo de San Francisco. La imagen de la Virgen de La Esperanza tampoco procesionó como es tradicional, aunque la capilla se abrirá a lo largo del día con las limitaciones propias de la Fase 2.
Desde primera hora, las colas en las panaderías han sido la imagen predominante en el centro de la ciudad con cientos de ovetenses aguardando a comprar el bollo.
Aunque la mañana ovetense transcurre como un domingo cualquiera, ya que apenas se ven grupos de familias y amigos dispuestos a disfrutar del bollu.
Atípico o, en palabras de los ovetenses, «raro». Esta fue la frase más recurrente de los feligreses que esta mañana acudieron a la capilla de La Balesquida. Este año no hubo eucaristía en honor de la virgen de La Esperanza. Las restricciones impuestas a los cultos religiosos motivaron su suspensión. «Es una capilla muy pequeña y decidimos no celebrar misa», explicó José Luis Felgueroso, miembro de la Cofradía de La Balesquida.
No hubo culto pero sí feligreses que se acercaron hasta la capilla para mostrar su respeto a la imagen de la virgen. «Yo pensé que al final habría misa, pero no, así que me quedé a rezar, no pasa nada, lo primero es la salud«, afirmó Benedica López-Ochoa.
En este atípico Martes de Campo, tampoco hubo bollo en la Cocina Económica, que decidieron no repartir.
Para que se cumplan las normas de distanciamiento social, la Policía Local ha establecido un operativo de vigilancia «permanente» en el parque Purificación Tomás, el de Invierno y el del Oeste, además del Campo de San Francisco. Asimismo, junto con la Guardia Civil, se están realizando controles de alcoholemia en las salidas de la ciudad.
Desde Seguridad Ciudadana se ha trasladado que la jornada está transcurriendo con normalidad y sin incidentes.
La preocupación por evitar un repunte de la incidencia del coronavirus existe después de que el pasado lunes se detectaran cuatro nuevos positivos en la céntrica residencia Santa Teresa.
El alcalde, Alfredo Canteli, apeló ayer a la «responsabilidad y la prudencia» de los vecinos. «Se puede disfrutar cumpliendo las normas», indicó el regidor destacando el comportamiento cívico de los ovetenses durante el confinamiento y la posterior desescalada.
«Hoy la gaita no resonará en los parques de nuestra ciudad pero sí en nuestro corazón en recuerdo de la fiesta más antigua de Oviedo y, sin duda, una de las más queridas. Mantengamos viva nuestra tradición con responsabilidad y prudencia», ha reiterado a primera hora Canteli en declaraciones compartidas a través de las redes sociales.
En el Pura Tomás, el epicentro de la fiesta durante los pasados años para los más jóvenes, en esta ocasión apenas un centenar de personas ocupaban el prao.
«Venimos preocupados por si se puede estar aquí o no», explicaba Fernando Toraño, de 18 años. «Traemos mascarillas, algunas botellas de sidra y a ver si hay ambiente» añadió indicando que su grupo de amigos llegó temprano porque el Martes de Campo «es una tradición que no nos podemos perder». Junto a él, Sergio Gutiérrez afirmaba que «no nos perderíamos la fiesta por nada en el mundo. Con gente o sin gente esto es para pasarlo bien con los amigos».
Sin apenas familias en el Campo de San Francisco, muchas de ellas han buscado alternativas para celebrar la fiesta. En el Club de Campo del Centro Asturiano, la imagen contrastaba con la del centro de la ciudad con todas las mesas llenas de socios dispuestos a compartir el bollu.
La tradición
La fiesta del Martes de Campo se remonta al siglo XIII, cuando Balesquita Giráldez donó la construcción de un hospital y su ajuar al gremio de sastres de la ciudad. En su honor se fundó una cofradía religiosa, se construyó una capilla y desde entonces, se inició la tradición de repartir bollos preñaos con vino el martes de Pentecostés después de la procesión