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COVADONGA DEL NERO
OVIEDO.
Lunes, 24 de enero 2022, 00:54
En El Coxal, un pequeño pueblo en la parroquia de Santa Eulalia de Manzaneda, en torno a una treintena de vecinos disfrutan de «la gloria absoluta» de vivir en un pueblo, a apenas unos kilómetros de Oviedo. Cuando se asciende hacia esta zona, sorprende escuchar solo el rebuzno de los burros y el cacareo de los gallos. Entre el verde más característico de la región y unas vistas envidiables, una veintena de edificaciones se alzan entre los caminos de El Coxal, lejos de la contaminación y el ruido de los coches.
Adentrándose entre las viviendas, un bebedero recuerda lo que fue el pueblo en su día: «Todos los vecinos vivían de sus huertos y de su ganado, ahora ya apenas queda nada».
José Fanjul y José Pérez son los últimos dos 'fundadores' del camino de acceso al pueblo. «Lo comenzamos en el año 1965 y lo terminamos en 1968, entre varios vecinos», explica Fanjul. Ahora, piden al Ayuntamiento que se ponga manos a la obra para mejorarlo. «Lleva casi sesenta años, en los que el Consistorio solo realizó el aglomerado del mismo». El camino es «demasiado estrecho», no pueden cruzarse dos coches, y los fines de semana el aumento de población se nota.
Además de ese acceso, por la parte alta del pueblo también se puede llegar desde Santa Eulalia de Manzaneda, por medio de un camino, con bastante pendiente pero que permite disfrutar de un pequeño paseo entre la naturaleza. «Cuando llueve es peligroso porque resbala demasiado», alerta Ángeles Alvarado. Esta vecina cree que la vida del pueblo se la dan «los niños». Entre los más jóvenes están Mario y Celia Fernández, de 9 y 16 años, respectivamente. Esta última, junto a Alvarado, organizó durante el verano varias actividades para los más pequeños, entre ellas una yincana, la celebración de varios cumpleaños o chocolatadas.
Por ello, ambas vecinas piden que junto al antiguo lavadero, donde hay una especie de merendero y unos bancos al lado, «adecuen la zona para poder reunirnos aquí los vecinos y los niños jugar». Aquí, además, reclaman puntos de luz. «Durante la Navidad quisimos juntarnos aquí, pero la falta de luz nos lo impidió». Sus vecinos también piden que se lleven a cabo labores de mantenimiento en el lavadero. «No se ha mantenido, y hay tejas que han caído; dudo que siga en pie», comentó Sergio Gutiérrez. También otra residente, Marina Belopolskaya, reivindica el mantenimiento de su fuente: «Da un agua muy rica, pero está en unas condiciones muy a mejorar».
Los vecinos rememoran cómo cada mañana entre la tranquilidad y la ausencia de ruido artificial observan múltiples especies de animales. Lechuzas, ardillas, corzos, jabalíes. Es una de las ventajas de vivir en medio de la naturaleza. Eso sí, a apenas un cuarto de hora del centro de Oviedo.
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