«De esta calle de Oviedo tengo claro que no me muevo»
La tradición y el comercio siempre han ido de la mano en la calle Jesús, en pleno casco histórico de Oviedo
Ubicada en pleno corazón de Oviedo, en El Antiguo, la calle Jesús es mucho más que una vía de paso: es un pequeño epicentro ... de vida comercial, llena de ovetenses y turistas, donde conviven pasado y presente en negocios que dinamizan la economía mientras los vestigios de refugios de guerra y fachadas descritas en los libros de Fermín Canella recuerdan que tradición y comercio siempre han ido de la mano.
Capablanca
La oferta de Capablanca es una mezcla de tradición eslava y sensibilidad moderna: bollería artesanal, rocas de almendra sin gluten, café para llevar y una variedad de leches vegetales y sin lactosa. Esta confitería destaca por su pastel ucraniano de patata, que ha ganado adeptos por su sabor auténtico y reconfortante. Su dueña, María Reznykova, dice que «el negocio crece poco a poco y nos centramos en ofrecer productos con sensibilidad hacia las nuevas demandas alimentarias, especialmente entre el turismo y el vecindario consciente de lo que consume». Añade que la calle está bien y que el despegue del negocio será inminente ya que tienen otro en La Florida y «ese va a todo gas».
Summum
A pocos metros, Summum es una panadería especializada en masa madre y harinas ecológicas. Fundada por Gema Rodríguez y Ricardo Dionisio, acaba de cumplir seis años, aunque el establecimiento lleva dos funcionando en esta ubicación. Su filosofía es clara: producir cada día lo justo, sin excedentes ni prisas, para mantener la calidad sin cansar al consumidor. «El pan bueno es el que más cuesta hacer», explica Dionisio, «porque tarda más en fermentar, en cocerse… y en tratarlo como se merece». Adaptan incluso la tostación del pan según el clima: cuando llueve, tuestan más para evitar que la humedad lo reblandezca.
La entrada de clientes es constante y a última hora el pan vuela. Mayores y jóvenes aprecian por igual su calidad, y no es raro ver encargos especiales, como pan sin escanda para bebés. «Aquí viene todo tipo de gente y no paramos, pero eso es bueno», comenta Gema.
Olivia Alonso
La peluquera de Olivia Alonso, con 32 años de experiencia, representa un caso de relevo generacional en un negocio que ha vivido muchos cambios. «Antes, en tiempos de bonanza funcionarial, el local tenía hasta siete empleadas», comenta. «Ahora, con el cierre de muchas consejerías, la clientela es más variada: turistas, vecinos de paso, gente sin cita previa».
Pese a todo, Alonso ha decidido quedarse. «De esta calle tengo muy claro que no me muevo», afirma con determinación. A su negocio se suma una pequeña cabina de belleza, un servicio añadido que da vida al negocio.
La Victoria
Toño Prado y su hermano Paco, actuales propietarios, han estado al frente del negocio durante los últimos veintiún años. Lo heredaron de su padre, siguiendo una tradición familiar que ha pasado de generación en generación. Sin embargo, la difícil situación económica les ha llevado a tomar la difícil decisión de cerrar. «No vamos a dejar esto a quien venga detrás sabiendo que, para cualquier negocio, no solo el nuestro, esto no da. Así que antes de verano, cerraremos», comenta Toño Prado, con la resignación de quien ha puesto todo su esfuerzo en mantener viva una pequeña joya del comercio local y de la calle. «Internet ha hecho mucho daño porque la gente entra aquí, ve precios y luego lo compra con el ordenador», lamenta.
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