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Sor Esperanza entrega una bolsa con comida a un hombre. MARIO ROJAS

«No tengo trabajo; cada día voy a la Cocina Económica y la ropa me la da la Iglesia»

Centenares de vecinos de Oviedo, como María Consuelo Vázquez, acuden a diario a la Cocina Económica ante la falta de recursos

R. AGUDÍN / S. S. FERRERÍA

OVIEDO.

Lunes, 1 de junio 2020, 01:29

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Casi trescientas personas acuden a diario a la Cocina Económica de Oviedo para recoger la comida y la cena. Toca mantener distancias y la espera en la cola supera la hora. En ocasiones ronda más bien la hora y media. «Los usuarios aumentan cada día», advierten las hijas de la Caridad, que regentan la institución. Ya atienden a un 40% más de ovetenses. Es generalizado, en todas las entidades sociales de Asturias faltan manos y recursos para afrontar una situación que les ha desbordado: familias sin alimentos, sin trabajo, sin fondos para abonar el alquiler y con facturas pendientes.

Detrás de estas frías cifras, como ocurre con el número de fallecidos por el coronavirus, hay familias y problemas. Como los que vive María Consuelo Vázquez, una cubana que aterrizó en España en 2013. «Desde entonces no tengo trabajo. Cada día voy a la Cocina Económica a por la comida. Estoy sin dinero y la ropa me la da la Iglesia», expone.

Ninguna entrevista de trabajo le ha dado frutos. Cuantos más años cumple, lamenta, más inconvenientes. Y entremedias se cruzó el virus, complicando aún más la situación económica del país. La de ella y la de todos. Unos, como Vázquez, no logran empleo. Otros lo pierden, como mínimo, por unos meses. Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo están a la orden del día y los ingresos de las casas han bajado o, directamente, han desaparecido de un día para otro.

Una día de semana, en esa misma cola que llegaba hasta el Conservatorio de Música, aguardaba su turno Juan Lora, un repartidor de comida a domicilio que no cobra desde enero. «Me estafaron y ese mes ya no nos pagaron». Aguarda a diario por comida y, también, por una ayuda del programa municipal Oviedo contigo. El contador corre en su contra. Sus recursos económicos se agotan y las dificultades para abonar el alquiler de su vivienda aumentan. «Por el momento me voy arreglando. Tomo el desayuno en el convento de las Siervas de Jesús y el almuerzo me lo da la Cocina Económica», reconoce.

Rafael Echevarría cobra el salario social. Ansía su cercana jubilación para no depender de instituciones como la Cocina Económica, a la que acude para garantizarse el almuerzo desde hace tres años: «Cobro 442 euros y solo de habitación tengo que pagar 210 euros. Los cálculos no salen. Además luego tengo que abonar los recibos, ropa,...».

Una pensión, hoy en día, no es sinónimo de afrontar bien todos los gastos. Manuel Sáez cobra la mínima y el dinero se le esfuma en lo básico. «Uno se debe amoldar a los ingresos que tiene. La compra de ropa solo la hago dos veces al año, cuando llega la extraordinaria». Asimismo, Julián Prado, que padece una enfermedad, engrosa las listas del paro desde hace tiempo. «Repartía publicidad. Ahora tardaré mucho más en encontrar un puesto».

Albergues

A muchos les falta comida y otros tampoco tienen dónde dormir. Con motivo del estado de alarma, la Delegación del Gobierno en Asturias habilitó dos albergues, uno en Gijón y otro en la residencia juvenil Ramón Menéndez Pidal de El Cristo, gestionados por Cruz Roja, para dar «una solución técnica de alojamiento» a sin techo.

El objetivo es que «pudieran tener una atención mínima y cumplir con la legalidad en lo que a confinamiento se refiere», recuerda David del Valle, director de Salud y Emergencias de Cruz Roja en Asturias.

Según los últimos datos, por el equipamiento ovetense han pasado 66 personas. Los usuarios del centro rebautizado con 'Albergue Damnificado Margarita', en honor a Margarita Salas y a Margarita del Val, vivieron la desescalada igual que el resto de ovetenses: «Salían en las mismas condiciones, usando mascarillas, geles y guardando la distancia social».

Mientras dure el estado de alarma el albergue seguirá abierto. No obstante, ya les buscan soluciones de continuidad en colaboración con los Servicios Sociales del Ayuntamiento. Algunos ya han abandonado las instalaciones, bien porque han encontrado otro lugar para quedarse o porque algún familiar les ha acogido.

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