El Oviedo Antiguo se atecha como puede para comer en la calle
Los vecinos desafían a la lluvia bajo una carpa en la plaza Feijoo y reivindican el protagonismo del barrio en la candidatura de Oviedo a Capital Europea de la Cultura
El casco antiguo de Oviedo, que anhelaba transformarse en un vibrante escenario de confraternización con su tradicional comida en la calle, se enfrentó ayer a un adversario no del todo inesperado: la lluvia. Organizada con el esmero y la dedicación habituales por la asociación de vecinos Oviedo Redondo, la jornada prometía ser un crisol de sabores, encuentros y cultura popular. Sin embargo, el cielo plomizo y el agua incesante obligaron a un ejercicio de adaptación y resiliencia que, si bien modificó la estampa prevista, no logró mermar la esencia de la convocatoria. Apretados y atechados bajo una carpa, los vecinos no se amilanaron y comieron en la calle, como habían ido a hacer.
Manuel Almeida, presidente de la asociación vecinal, lejos de sucumbir al desánimo, orquestó una alternativa para salvar, en la medida de lo posible, el encuentro. La única carpa instalada en la emblemática plaza Feijoo se erigió como un refugio improvisado pero acogedor. Bajo su lona, que repiqueteaba con el constante golpear de la lluvia, se dispusieron estratégicamente dos largas mesas. Allí, un grupo de alrededor de 80 comensales, los más intrépidos y comprometidos con la cita, pudieron finalmente congregarse para disfrutar de la paella.
A pesar de que la escala del evento se vio notablemente reducida, los componentes culturales y simbólicos programados se mantuvieron. La representación del Manifiesto del Hambre, un emotivo recordatorio de las penurias y la solidaridad en la historia de la ciudad, adquirió si cabe una mayor significación en este contexto de resistencia. Los Mazcaritos de Oviedo, guardianes y divulgadores de las tradiciones locales, fueron los encargados de dar vida a esta pieza. Ánxel Nava, con notable solvencia, asumió el papel del Marqués de Camposagrado, personaje inspirado en la figura histórica de Pepe Quirós y que habitualmente interpreta el actor David Acera, ausente en esta ocasión. A su lado, Flor Tejo encarnó con convicción y sensibilidad a la Hermana de la Caridad. Juntos, tejieron una escena cargada de dramatismo y memoria.
El clímax de la jornada llegó con el pregón, un momento siempre esperado que esta vez recayó en Yolanda Lobo. Conocida por su vinculación profunda con el barrio y por haber regentado durante años La Santa Sebe, un establecimiento que fue un punto de encuentro cultural y social en el Oviedo de hace décadas, Lobo se dirigió a los presentes con rotundidad. «Si Oviedo quiere ser Capital Europea de la Cultura (en 2031), tiene que mirar y mimar este barrio», afirmó con vehemencia, para luego añadir la clave de esa identidad: «porque una ciudad que quiera ese título tiene que ser una comunidad viva, valiente y vecinal».
De este modo, la comida en la calle de 2025 no será recordada por las multitudes que no pudieron congregarse al aire libre, sino por la tenacidad de un grupo de vecinos y amigos que, bajo una carpa y al son de la lluvia, demostraron que la cultura popular sigue estando presente en las calles de Oviedo.
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