Oviedo se vigila también desde el aire: un helicóptero de la Policía Nacional refuerza la seguridad

A los mandos, el inspector Jónathan Jiménez, jefe de la base territorial de Aragón, y el agente naveto Gabriel Rodríguez, que han hecho del aeródromo de La Morgal su base de operaciones durante 45 días. «Desde aquí arriba lo vemos todo», sostiene el primero mientras sobrevolaba Oviedo durante un vuelo de prueba durante la mañana de este lunes al que ha sido invitado EL COMERCIO. «El helicóptero te da una gran capacidad de movilidad y otra visión», continúa. Está equipado con un sofisticado sistema de vídeo-vigilancia, con una cámara que permite captar al detalle lo que ocurre en tierra firme y transmitirlo en directo a los posibles centros de control que se pueden establecer en el territorio. Su trabajo es ser el ojo en el cielo.

«En operativos de seguridad en los que hay mucha gente nos encargamos, por ejemplo, de controlar quién entra o sale, si se produce algún tipo de disturbio; durante estos 45 días nos pueden requerir para apoyar en seguridad ciudadana o judicial, ya que las comisarías aprovechan esta herramienta, que no está durante todo el año» en Asturias, sino en Aragón. A nivel judicial, advierte el inspector, «el helicóptero puede hacer todo tipo de reportajes, ubicar inmuebles, captar matrículas y realizar seguimientos». Un operador de cámara se encarga de ir peinando la geografía desde los asientos traseros. Tiene tal nivel de detalle que puede ofrecer imágenes en tiempo real de cualquier cosa.

Ya en el aire, admite, ir a bordo del helicóptero de la Policía Nacional es algo que nunca se hace con fines recreativos. Deben estar atentos a todo, pero no únicamente a lo que se encuentra en tierra, pues en el aire también hay peligros. «Las aves pueden ser un problema y tenemos que estar muy atentos», ya que un impacto podría llegar incluso a ser fatal, recuerda Gabriel Rodríguez. No obstante, sostiene, la capacidad de maniobra y agilidad del H-135, permite una movilidad muy ágil en el aire, aunque esto dependerá el número de tripulantes y la cantidad de combustible. Normalmente son tres, dos pilotos y el operador de cámara, aunque este número puede variar en función de las necesidades operativas.

«Nuestra misión principal estos días» añade, «aparte de realizar patrullas preventivas, será la transmisión de imágenes en directo y la grabación con la cámara», al tiempo que también se encarga de evaluar el tráfico aéreo. «Podemos volar de día o de noche, lo haremos en función de lo que nos encomienda la jefatura y vamos distribuyendo los horarios». La razón principal es que «hay una afluencia muy grande de turistas en Asturias y debemos encargarnos del control y la vigilancia».

Preguntado sobre si los avances tecnológicos en todo lo que tiene que ver con los drones podría apartar de algún modo al helicóptero, el inspector Jiménez señala que estos son más bien un complemento que, a día de hoy, no pueden alcanzar al Ángel-32 ni en movilidad ni en autonomía (el helicóptero puede volar durante más de dos horas, aproximadamente). «El dron puede estar más cerca, pero le cuesta más poder moverse». Son diferentes medios de la misma unidad aérea, pero «complementarios», reitera.

Al equipo le quedan ahora citas importantes. No estarán en el Xiringüelu ni en el descenso del Sella, pero sí lo harán en la Semana Grande de Gijón (también han participado con una exhibición durante el pasado Festival Aéreo), San Timoteo (Luarca) y, entre otras cosas, en el primer partido del Real Oviedo en Primera División jugando en el Carlos Tartiere, contra el Real Madrid.