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La pintora Cristina Ortiz. Mario Rojas

El perfil de...

Cristina Ortiz
Pone mucha dulzura a lo abstracto

Pintora argentina afincada en Oviedo desde 1977, a donde llegó con su marido nefrólogo. Sincera, elegante y tranquila no se define como hiperactiva pero sí «movediza»; ama leer y si no pinta, como viajera que es, se le puede encontrar en cualquier lugar del mundo

Sábado, 31 de mayo 2025, 19:36

Sincera, empática, constante, elegante, colorista, algo pudorosa, tranquila, confiada. No es hiperactiva «pero sí movediza», es argentina aunque lleva más años en España y en concreto en Oviedo que en su país natal. Dulce en la expresión, habla con ese acento que encandila, que embruja a los 'gallegos' como llaman a los españoles en Sudamérica.

Es pintora abstracta, madre y abuela. Siente que ahora está haciendo lo que siempre quiso hacer, pintar y habla de la pintura con una pasión sosegada a la que no se puede evitar prestar atención.

Cristina Ortiz (Mendoza, Argentina, 1953) llegó a España en 1975 «cuando todavía vivía Franco», arrastrada por su marido Jorge Cannata, nefrólogo, que venía para trabajar un año en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Veníamos un tiempo corto «y luego en 1977 Jorge vino a trabajar en el Hospital General y aquí estamos hasta la fecha. Felices».

Con su hijo Pablo soplando las velas.
Cristina a sus cinco años con su hermano Ricardo.
Con su marido Jorge en 1979.

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Cristina Ortiz tiene dos hijos, Jimena y Pablo, «los dos son médicos aunque también han heredado la vena artística de su madre», y tres nietos «con los que babeo mucho. Viven en Madrid y nosotros tenemos casa allí para poder ir a verlos y pasar una temporada con ellos aunque también para ir mucho al teatro y a conciertos de jazz, soy una apasionada del jazz».

La vena artística le viene de lejos. «Yo creo que ya al empezar la Universidad porque yo quería estudiar Arquitectura pero, por esas cosas de la vida, terminé haciendo Económicas. Creo que me quedó la espinita de no haber hecho lo que me gustaba«.

Así que según se aposentó en Oviedo y mientras las obligaciones con sus hijos se lo permitieron, comenzó un periplo con maestros ovetenses como Pilar Arturo para aprender la técnica y las técnicas pictóricas. «Una vez que aprendí la técnica del dibujo quise cambiar porque necesitaba meterme en la abstracción y me hablaron del taller de Humberto y ahí aprendí mucho más aunque ya en pintura abstracta».

Ahora termina su última exposición en la sala Alfara, que bajo el título 'Esencialidad' muestra su representación de fenómenos naturales como son los glaciares, no en vano en Argentina existen algunos y de los más famosos.

«No soy hiperactiva pero soy muy constante y me vuelco en todo lo que hago, no tengo medida para echar horas en lo que esté haciendo».

Cocina bien, «no soy de cocinar mucho pero me dicen que tengo mano». Y el secreto de cocinar bien es el secreto de la vida: «Ponerle mucho cariño».

Si no está pintando o cocinando se puede encontrar haciendo dos cosas, leyendo o viajando con su marido y recorriendo el mundo.

Lo de leer es casi un vicio en su caso, «leo muchísimo». El último libro es 'El arte de pensar', de José Carlos Ruiz, «un libro que recomiendo porque te enseña a que escuchando se aprende y abre mucho la mente, cosa que se necesita en estos tiempos».

Ha visitado el mundo con su marido de simposium médico en simposium médico así que casi conoce el planeta entero. Y lo pinta.

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