¿Qué pasa cuando tiramos los aparatos eléctricos y electrónicos?
Se cumplen cinco años del Real Decreto que regula en España la gestión de este tipo de residuos. En 2019 se trataron de forma correcta unos 300 millones de kilos, alejados de los 430 millones que había como objetivo
En la actualidad, todas las personas viven rodeadas de aparatos eléctricos y electrónicos que se utilizan a diario y que, después de un tiempo, terminan estropeándose y desechándose. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que en 2018 se generaron alrededor de cincuenta millones toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) en todo el mundo —cantidad equivalente al peso de todos los aviones comerciales jamás construidos, correspondiente a 4.500 torres Eiffel y suficientes para cubrir de desperdicios toda la isla de Manhattan—. Sin embargo, en el cómputo global solo se recicló correctamente el veinte por ciento de estos materiales, a pesar de su alto valor económico y del potencial para generar empleos. Pero esta situación podría empeorara considerablemente dentro de treinta años: en 2050 podrían llegar a producirse 120 millones de toneladas anuales, según advierte la ONU.
La gestión de RAEE está regulada en España a través de un Real Decreto que este 20 de febrero ha cumplido cinco años. Esta norma centra su estrategia en dos líneas de acción: la prevención en la generación de RAEE y la preparación de estos aparatos para su reutilización. El Real Decreto pretende aplicar el principio de «quien contamina, paga», por tanto, se establece que el fabricante es quien debe financiar la gestión de los residuos que desprenden sus aparatos. Con ello el Gobierno de Mariano Rajoy trataba de incentivar la creación de diseños fáciles de reparar o, en su defecto, de reciclar, algo que prolongaría la vida útil de los aparatos y que evitaría la obsolescencia programada. Pero, ¿se ha logrado mejorar?
¿De dónde proceden los RAEE?
Según las diferentes resoluciones del Gobierno de España que fijan los objetivos mínimos de gestión para cada año, la mayor parte de los aparatos desechados son de uso doméstico y suponen alrededor del 85 por ciento del peso de los residuos. El resto tienen fines profesionales. Por eso, desde la Fundación Ecolec, que se dedica al correcto tratamiento de este tipo de residuos en España, consideran que sería necesario «incrementar las labores de formación, información y concienciación a los ciudadanos» para mejorar el índice de reciclaje.
La directiva europea, que data de 2012, establece que en 2019 debería haberse gestionado de forma adecuada algo más de 430 millones de kilos —el 65 por ciento del peso de los aparatos eléctricos y electrónicos introducidos en el mercado español durante 2016, 2017 y 2018—. Las cifras aparecen segregadas por comunidades autónomas y revelan que 9,5 millones tendrían que haber procedido del Principado.
Sin embargo, los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) —organizaciones sin ánimo de lucro que tienen por objetivo canalizar la correcta gestión de los RAEE— trataron aproximadamente 300 millones de kilos en España.
Cogersa gestionó en 2018 un total de 1.748.853 kilos de RAEE, y aunque no es la única entidad encargada, las cifras se quedaron muy lejos del objetivo de la región cifrado para ese año en 7,7 millones
La Compañía para la Gestión de los Residuos Sólidos en Asturias (Cogersa) también trata este tipo de materiales, en colaboración con los SCRAP y, según los datos de sus memorias anuales, en 2018 gestionaron 1.748.853 kilos de RAEE, una cifra algo superior a la de 2017 (1.580.653 kilos). Los objetivos para la región en esos años eran de 7.729.685 kilos y de 6.651.743 kilos, respectivamente, aunque hay que tener en cuenta que no todos los residuos gestionados en Asturias pasan necesariamente por Cogersa . Los ciudadanos también pueden depositar en tiendas de electrónica y electrodomésticos los aparatos que no quieran para proceder a su correcto reciclaje.
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Por otra parte, el pasado año Ecolec gestionó más de 123 millones de kilos de residuos, de los que 2.544 toneladas procedían de Asturias. Esta fundación se encarga en el Principado de la recogida de grandes y pequeños electrodomésticos, pero no es la única que lo hace: Ecotic, Ambilamp, Reinicia y Ecoraee también realizan estas labores en la región, según los datos que aparecen en el portal del Gobierno del Principado.
Rafael Serrano Pastor, el director de Relaciones Institucionales, Marketing y Comunicación de la fundación Ecolec, considera que sería conveniente «analizar si el objetivo que se ha propuesto para España es alcanzable». «No lo hemos logrado, pero nos hemos quedado muy cerca. El objetivo para 2019 era muy elevado y la diferencia con respecto a 2018 es de diez puntos porcentuales», subraya.
Los objetivos de España para los RAEE:
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Hasta el 31 de diciembre de 2016 253.507.344,97 kilos: el 45 por ciento de la media del peso de AEE introducidos en el mercado español en 2013, 2014 y 2015.
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Hasta el 31 de diciembre de 2017 297.892.836,27 kilos: el 50 por ciento de la media del peso de AEE introducidos en el mercado español en 2014, 2015 y 2016.
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Hasta el 31 de diciembre de de 2018 347.827.889,84 kilos: el 55 por ciento de la media del peso de AEE introducidos en el mercado español en 2015, 2016 y 2017.
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Hasta el 31 de diciembre de 2019 436.941.261,36 kilos: el 65 por ciento de la media del peso de AEE introducidos en el mercado español en 2016, 2017 y 2018.
Serrano sostiene que el balance de los cinco años del Real Decreto es «positivo». «La legislación es más que suficiente. Existen cuestiones del Real Decreto que aún no se han puesto en marcha, como el funcionamiento al cien por cien de una plataforma informática amparada por el Ministerio. Pero los datos reflejan que se está haciendo un buen trabajo: desde Ecolec gestionamos en 2014 algo más de 66 millones de kilos en toda España, mientras que en los últimos tres años hemos conseguido gestionar más de cien millones de kilos de RAEE», asegura.
Difíciles de reciclar, elevado valor económico y sustancias peligrosas
La correcta gestión de los RAEE es un proceso muy complejo ya que estos productos incluyen numerosas partes y componentes, como carcasas o tarjetas de circuitos impresos que, además, están fabricados en diversos materiales. Los artículos eléctricos y electrónicos de naturaleza tecnológica o de telecomunicaciones pueden llegar a contener más de 60 elementos diferentes. En el caso de un teléfono móvil, (donde los metales representan el 23 por ciento de su peso) se puede contar con la presencia de 40 de los elementos recogidos en la tabla periódica (metales básicos como el cobre, estaño, metales especiales como el cobalto, indio y antimonio, y metales preciosos como la plata, oro y paladio). Asimismo, también contienen tierras raras que son responsables del funcionamiento de muchas de sus aplicaciones.
Por lo tanto, además de la importancia medioambiental, estos residuos contienen un elevado valor económico ya que la extracción de este tipo de materiales es costosa y escasa por lo que este sector de residuos está siendo considerado como una forma de minería urbana.
Además, en ocasiones contienen sustancias que pueden llegar a ser peligrosas para el medio ambiente y para los seres humanos si no se logran gestionar y tratar de manera correcta. Se trata de elementos como cadmio, mercurio, plomo, arsénico, fósforo, aceites peligrosos, y gases que agotan la capa de ozono o que afectan al calentamiento global como los clorofluorocarburos, hidrofluorocarburos, o hidrofluorocarburos, cuya emisión debe controlarse especialmente y que se encuentran presentes en los circuitos de refrigeración y en las espumas aislantes de los aparatos de intercambio de temperatura.
«En el peor de los casos, hay que descartar alrededor del veinte por ciento del peso, pero el resto se aprovecha. Primero hay que eliminar los residuos que pueden ser peligrosos como aceites y después se procede a la recuperación de plásticos, meteriales ferrosos, entre otros. Una vez que se separan y recuperan, sirven para fabricar otros productos», señala el director de Relaciones Institucionales, Marketing y Comunicación de la Fundación Ecolec.
Los países de la Unión Europea lideran en cuanto al volumen de reciclaje de residuos eléctricos y electrónicos, sin embargo, hace dos años en estos Estados solo se recolectó y recicló adecuadamente el 35 por ciento, según la ONU. La mayoría de los residuos que no se reciclan acaban enterrados, algo especialmente grave al tener en cuenta que no son biodegradables.