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De Ciudad Rodrigo a Fermoselle, en moto

De Ciudad Rodrigo a Fermoselle, en moto

Multitud de experiencias en una ruta motera de cerca de 180 kilómetros por tierras castellano-leonesas

Guía repsol

Lunes, 30 de marzo 2015, 11:41

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Rodar con nuestra moto entre campos de dehesas, visitar la universidad más antigua de España, conocer asentamientos prehistóricos, recorrer ciudades fortificadas y dormir en el mismo lugar que lo hizo Cristóbal Colón hace más de 500 años. Estas son solo algunas de las experiencias que podemos vivir en una ruta motera de cerca de 180 kilómetros por tierras castellano-leonesas. La aventura empieza desde el mismo punto de partida, Ciudad Rodrigo, auténtico cruce de caminos entre Portugal, Salamanca y Extremadura.

Antes de iniciar nuestra ruta, lo mejor que podemos hacer es disfrutar de un paseo por su casco histórico, declarado Conjunto Histórico Artístico. Entre los muros de su ciudad fortificada, debemos prestar especial atención a dos monumentos: el castillo y la catedral. El primero, lo mandó construir Enrique II y actualmente forma parte de la red de Paradores de Turismo. La catedral, por su parte, cuenta con un excepcional Pórtico del Perdón que aglutina más de 400 esculturas románicas y góticas.

El sabor de la tradición

Tras este primer contacto con la cultura salmantina, nos subimos a la moto en dirección a Sancti Spiritus, a 24 kilómetros por la A-62 primero y por la E-80 después. Un trayecto que transcurre por buen asfalto donde podremos disfrutar del aire serrano y de la conducción relajada.

Nuestra siguiente parada es un pueblo que destaca por tener a su alrededor un gran número de asentamientos prehistóricos, como el Abrigo de Camaces, poblado neolítico declarado Bien de Interés Cultural. Habiendo conocido este importante legado histórico, partimos hacia nuestro próximo destino: La Fuente de San Esteban, a escasos 20 kilómetros.

Este pueblo, de apenas 1.500 habitantes, cuenta con la particularidad de tener en su calendario unas fiestas populares curiosas y seguidas con total devoción entre sus vecinos. Es el caso de la tradición de Las Candelas con la que, cada 2 de febrero, cuatro jóvenes cantan a la virgen la canción de Las Candelas en un evento en el que también se da la bendición a todos los niños nacidos ese año. Otra arraigada celebración es la del Jueves Merendero (el jueves anterior al domingo de Carnaval) cuando todos los vecinos se reúnen entre amigos o familiares para disfrutar de una merienda juntos.

Salamanca, culta y monumental

Desde La Fuente de San Esteban y tras 57 kilómetros por un paisaje de dehesas, llegamos a nuestra próxima parada: Salamanca. Pese a ser una ciudad pequeña, posee una riqueza cultural inmensa. Lo ideal sería dedicarle todo un día pero, si no disponemos de tanto tiempo, también podemos hacer una visita alternativa, corta en distancia pero intensa en experiencias.

Podemos empezar por la plaza Mayor, auténtico emblema de la ciudad, construida en el siglo XVIII. La Catedral Vieja y la Catedral Nueva serán nuestras próximas paradas, no sin antes detenernos delante de la Casa de las Conchas, uno de los edificios más emblemáticos que en la actualidad alberga una galería de arte y una biblioteca. Y tal y como dicta la tradición, el breve recorrido hay que finalizarlo en la fachada plateresca de la Universidad de Salamanca, la más antigua de España, que data de principios del siglo XVI. Al contemplarla, tenemos un curioso reto: encontrar en su fachada la figura de una calavera con una rana en la cabeza. Y antes de marcharnos, para reponer fuerzas, podemos comer en el restaurante La Hoja 21 (San Pablo 21; 923 264 028) donde degustar una excelente carrillera de morucha con salsa cremosa de patata frita.

Nuestro siguiente destino, Villarino, se encuentra a casi 90 kilómetros de aquí, por lo que podemos optar por hacer noche en el camino. Una buena elección es el Wine Hotel&Spa Hacienda de Zorita, en Valverdón, a 12 kilómetros de Salamanca. A orillas del río Tormes y rodeada de naturaleza y viñedos, la hacienda está ubicada en un antiguo convento dominico, famoso porque en él descansó Cristobal Colón antes de partir hacia América. Su restaurante a base de cocina tradicional, el espacio de wellness y las catas de vinos harán de nuestra estancia una auténtica delicia.

Con energías renovadas

A la jornada siguiente, después de disfrutar de un buen masaje, encaramos la última parte de la ruta, la que nos llevará hasta Fermoselle. De camino, podemos hacer una parada en Villarino. Esta pequeña localidad es conocida por el gran salto del mismo nombre, una obra de ingeniería hidráulica de gran importancia. Media hora después, por fin llegamos a nuestro destino: Fermoselle.

Ya sólo nos queda recorrer sus estrechas y empinadas calles, disfrutar de su arquitectura popular bien conservada -aún mantiene en pie parte de su recinto amurallado- y visitar las portadas románicas de la iglesia de la Asunción.

Fuente: Guía Repsol

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