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El grupo de policías gijoneses posa con la bandera de España poco antes de partir de Pineda del Mar hacia Monzón.

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El grupo de policías gijoneses posa con la bandera de España poco antes de partir de Pineda del Mar hacia Monzón. E.C .

«Nos hemos deseado suerte»

Los policías alojados en Pineda, entre ellos el subinspector gijonés Ivan Fernández, se despiden con abrazos de los Mossos que les protegieron de los escraches

CRISTINA TUERO

GIJÓN.

Viernes, 6 de octubre 2017, 03:23

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Horas después de llegar a Monzón y a punto de sentarse a la mesa a cenar, el subinspector gijonés Iván Fernández contó a EL COMERCIO el «reconfortante» recibimiento de los vecinos de la localidad oscense. Y para muestra, el cariñoso aplauso espontáneo que el grupo gijonés acababa de recibir nada más entrar en el restaurante. «Ir de Pineda de Mar a Monzón ha sido como pasar de la noche al día. De estar en un sitio donde éramos rechazados por una parte de la población, hemos llegado a otro donde nos apoyan y nos dan las gracias por nuestro trabajo», afirmó el subinspector gijonés, que acaba de recibir la cruz al mérito policial por rescatar a un adolescente que se estaba ahogando en El Arbeyal. Una distinción, por cierto, que recogió su hijo Hugo, ya que él ya se encontraba en Cataluña.

Los gijoneses fueron ayer unos de los protagonistas de la operación de realojo de centenares de agentes, iniciada el miércoles, en las provincias limítrofes de Cataluña. El eje central de operativo, según han confirmado fuentes de la seguridad del Estado, es la franja oriental de la provincia de Huesca. En localidades como Fraga, Barbastro, Binéfar o la propia de Monzón se han colgado los carteles de completo en muchos establecimientos. La operación de reubicación podría extenderse a puntos de Teruel y también de Zaragoza, donde ya se encuentran miembros de la Unidad de Prevención y Reacción de Madrid, que se vieron atrapados en los hostigamientos a los funcionarios que pernoctaban en dos hoteles de Pineda de Mar.

En total, Interior contrató para el operativo del 1-O a 41 hoteles y hostales en las cuatro provincias catalanas. La inmensa mayoría de estos establecimientos se negaron a prorrogar las reservas que están expirando estos días. Las últimas garantizadas son para el próximo 8 de octubre.

Abrazos con mossos

Precisamente de localidad barcelonesa de Pineda partieron en la mañana de ayer los miembros de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de Gijón. Su contrato había concluido y era el momento de buscar un nuevo acomodo lejos de la inquietud vivida en los últimos días. «Hubo momentos de mucha tensión. Hemos estado más de 24 horas sin poder salir del hotel por el riesgo grave que se corría. Hubo días en que había una auténtica multitud a la puerta con hostigamientos y una turba nunca se sabe por dónde puede salir», recordó el subinspector gijonés.

Ayer no había mucha gente para despedirles. Unos pocos, pero vigilados de cerca por los Mossos d'Esquadra que se encargaron del cinturón de seguridad para que la marcha de los agentes de la Policía Nacional fuera tranquila. Un momento que también fue simbólico. Incluso especial. Donde se antepuso el lado humano al profesional de las fuerzas de seguridad. Policía Nacional y Mossos se intercambiaron abrazos, se estrecharon manos, compartieron sonrisas y, sobre todo, «nos hemos deseado suerte, sobre todo ha sido para ellos porque son los que se quedan allí». Es cierto que no todos los mossos se acercaron a despedirse. Algunos mantuvieron la distancia porque, apuntaron los asturianos, los agentes catalanes, como a propia sociedad de Cataluña, también están divididos en el tratamiento de la situación que se está viviendo allí.

En Monzón, el grupo de la UPR de Gijón se encuentra alojado en una residencia para deportistas, un equipamiento del Ayuntamiento oscense, en la que estos días apenas se alojaban una decena de personas. Tanto los trabajadores de la instalación como los del resto de la población se han puesto a disposición de los agentes de la Policía Nacional desplazados para el operativo de Cataluña. Ese será en los próximos días su centro de de operaciones. Y con todas las facilidades del mundo, ya que el alcalde les ha puesto a su disposición «todos los servicios e instalaciones que estén en su mano».

Sin fecha de vuelta

¿Pero tenían ganas de marcharse de Pineda de Mar? El subinspector Fernández es rotundo: «No. Lo que tenemos ganas es de que acabe el operativo». Eso significaría que el servicio para el que han sido movilizados ha concluido. Sin embargo, desconocen la fecha de su regreso a casa. Incluso, los doce que integran este equipo gijonés tienen muy claro que «renovaríamos. Queremos seguir aquí hasta que haga falta». Y es que, a pesar de las dificultades y del hostigamiento también hubo gestos. Pocos, pero lo hubo. «El que no está de acuerdo, se calla por miedo. Es lógico, lo entendemos. Hay que proteger a la familia. Pero los nacionalistas no se cortan en hacer ver su rechazo, en la mayor parte de las ocasiones a través de insultos», recordó Iván Fernández.

Ahora, al abrigo de la gente de una localidad, la oscense de Monzón, que les ha recibido con vítores, con aplausos y con abrazos, también recuerdan los gestos de cariño de una parte de la población de Pineda. «Hubo madres que se acercaron con sus hijos a visitarnos, porque los niños querían ser policías de mayores. Y les dimos pegatinas o llaveros. Pero eran visitas que no se podían contar porque esas madres viven en aquel pueblo, se quedan allí, y después podrían tener problemas. Pero nos quedamos con el cariño», rememoró.

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