«El progreso y la falta de prejuicios nos traen unas artes más híbridas»

–¿Son inventos diabólicos?

–No, te facilitan mucho la vida, la comunicación, pero no es lo mismo, no es tan natural como el encuentro, por supuesto.

–¿Las artes en vivo salen reforzadas de la pandemia?

–Quiero creer que sí, aunque solo sea por pura necesidad de compensar. Después de dos años en los que hemos estado de forma forzada aislados, encerrados en nuestra cueva particular, dificultándonos muchísimo las posibilidades de comunicación y de expresión, quiero pensar que por esa necesidad de equilibrio después de un desequilibrio todo lo que sea socialización, tocarse codo a codo, las emociones en directo, produce más satisfacción que en solitario.

–Ya que viene a fallar el galardón de Artes, dígame hasta qué punto cada vez se hibridan más.

–Es un fenómeno que está trayendo el progreso y en el que están colaborando mucho la técnica y la pérdida de prejuicios. Hay una línea transversal que va mezclando de manera muy híbrida, muy líquida todas las artes. Antes cada uno estaba en su departamento, el pintor era pintor, el que hacía cine no hacía teatro, y ahora esas barreras se están rompiendo y se está viendo que de la diversidad surge la riqueza. Hoy es impensable un espectáculo de teatro sin material videográfico o música en directo. Pero es algo que viene de lejos, no tiene que ver con la pandemia el gusto por romper barreras y experimentar.

–¿Hacia dónde le gustaría que fuera el Premio?

–No lo sé. Uno tiene su tendencia lógica y natural, yo me alegré muchísimo el año que ganó Peter Brook. Fue una satisfacción enorme. También en el caso de los grandes Morricone y John Wiliams, o Marina Abramovic el año pasado. El Premio de las Artes está teniendo un palmarés admirable, está la flor y nata de los grandes creadores. Sí es cierto que el campo de las artes es muy amplio, arquitectura, cine, teatro, música, y es más difícil decidir.

–No ha citado la televisión. ¿No es un arte al mismo nivel del cine?

–Todo es lo mismo: contar historias a través de la imagen. Cuando se habla de la crisis del cine, debe hablarse de crisis de la exhibición cinematográfica, la gente no sale para ir al cine, porque los televisores son más perfectos y todo el mundo tiene un cine en su casa y además nos hemos dado un mando para decidir. Eso me parece un problema grave a debatir, decidir ver, parar tres semanas, seguir... No es lo mismo que ver una película en una sala, porque si la curva de emociones la troceas, ya no es lo mismo. Hay un cambio de sistema y es posible que lleguen a desaparecer el 90 o 99% de salas de exhibición, pero la gente no deja de consumir historias contadas a través de la imagen, al contrario, consume más que nunca.