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Desde una casa sombría del barrio barcelonés del Poble-Sec, un entresuelo donde apenas entraba el sol pero que una familia humilde abrigó con calor, llegó a Gijón Serrat. A un Teatro Jovellanos a rebosar que recibió en volandas y clamores al adulto que alardea constantemente de su niñez de barrio obrero, porque es este «una de las patas del taburete», dejó claro el Premio Princesa de Asturias de las Artes. Completan el asiento «la familia y los maestros». Hizo los honores el periodista Iñaki Gabilondo, que en esta ocasión quiso ejercer de arquitecto para desgranar al «monumento» capaz de erizar la piel de varias generaciones con sus canciones, que son poemas y hasta lecciones.
«Este premio no se parece a ninguno», dejó claro Serrat sobre el Princesa de las Artes, «porque nunca había visto esta implicación de todo un pueblo, de Asturias, del país». Y regresó de nuevo a la niñez para ensalzar la «cara de cariño» de los jóvenes en su visita al IES Río Nora de Siero, con los que se sintió enormemente agradecido. También con Asturias, donde «además de por el cachopo y la fabada, me siento muy bien».
Quiso Gabilondo ahondar en esa parte esencial de la vida del artista catalán, cuyos veranos en una casa en Viana, Navarra, «adoptado» por amigas de su madre, le enseñaron «las maldades», pero también el amor por la naturaleza y la decisión de estudiar Biología, que cursó durante tres años. «Estoy aquí gracias a un profesor de Zoología que no me dejó hacer las prácticas donde yo quería», rememoró con cariño. Y aunque ya había hecho sus pinitos en la música, desde ese momento le ocupó a tiempo completo.
El periodista quiso recordar a Serrat el «embrollo» con la lengua en su trayectoria. «Cuando hiciste 'Ara que tinc 20 anys', el primer disco en catalán, molestó, el 'La la la' en Eurovisión molestó también», indicó Gabilondo. «Y cuando cantaba en español también molestaba», puntualizó el cantautor. «Pero en ese choque de intransigencias, te hiciste ecuánime», le alabó Gabilondo. «Porque vivo con mucha incomodidad la intransigencia y creo que el respeto por lo ajeno es el único camino», zanjó Serrat, no sin antes apreciar que «TVE perdió esa vez –en 1968– la oportunidad de legitimar la pluralidad lingüística».
A raíz de aquel «follón», en el año 69, España perdió a Serrat y América se lo llevó. «Allí había luz. Este era un territorio hostil, lleno de tremendismo y sin oportunidad de hacer cosas». Allí hizo una carrera que tiene un año marcado en negro, cuando en 1975, bajo la dictadura franquista, se dictó una orden de busca y captura contra él. «Fue tan duro que no escribí nada, no me apetecía. Pasé de ser un resistente a un condenado».
Ese año voló y, tras él, llegó 'Mediterráneo', su disco por excelencia. Gabilondo quiso saber cómo vivió aquel éxito y Serrat, en un derroche de humildad, aquella que mamó, definió ese camino como una mezcla de «fortuna y esfuerzo». «No lo fiaba todo a mis méritos, creo que el esfuerzo, el que está en el proceso de composición y en los conciertos, es más importante».
Tras el disco de «joyas» como 'Mediterráneo', 'Aquellas pequeñas cosas' o 'Lucía' vuelve a España. Fue el 20 de agosto de 1976 cuando, en palabras del artista, «regresé a otro país, con Franco muerto, señoras en cueros y partidos políticos. Todos los días pasaban cosas. Era momento de empujar, de colocar sueños, ilusiones y futuro, aunque quedaron cosas debajo de la alfombra», lamentó Serrat.
Gabilondo no quiso dejar marchar al noi del Poble-Sec sin repasar los problemas que nos atañen hoy. La inmigración, cuestión que a ojos de Serrat se trata de manera «impúdica». «Nosotros sabemos lo que es coger las maletas por razones de hambre y políticas, es miedo a lo desconocido, a los otros». El cambio climático, sobre el que el periodista recordó 'Pare' una canción escrita por el cantautor ya en el año 73 «cuando los demás mirábamos hacia otro lado», aseguró Gabilondo.
Estos dos amigos, referentes cada cual en lo suyo, un periodista de 82 años y un cantautor de 80, hablaron de la vejez. «Nos quitan el mapa, el manual de instrucciones, pero mientras valgas para recoger a los nietos de la escuela... Los viejos gastan poco y no interesan», bromeó socarrón Serrat. «Sé que inevitablemente me voy a morir, pero no me gusta la idea, por lo que voy entregándome a pedazos», asumió el Premio Princesa recordando algunos de sus achaques.
El Nano terminó su encuentro con el público haciendo balance de una vida «que me ha permitido disfrutar a pesar de los percances. He hecho lo que he querido, he tenido mucha gente alrededor y una familia solidaria». Anunció con orgullo que sus hijos estarán junto a él y su esposa Candela a partir de mañana en Asturias para disfrutar de su Premio Princesa de Asturias de la Artes. Y este cantante que en pandemia se dedicó «a mirar pájaros», que cuenta más que canta la importancia de las pequeñas cosas, salió aupado entre aplausos por el público hacia un premio merecido porque 'el nene vale'.
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