«Aunque avances siempre puedes ir hacia atrás. Hay que estar listos»

Camfed -Premio de Cooperación Internacional- no esconde su esencia. La lleva en el nombre: Campaign for Female Education (Campaña para la escolarización Femenina). Pero las ramificaciones de su labor en África se extienden a través de un amplio tejido liderado por mujeres jóvenes con experiencia de primera mano en las trabas que se encuentran las niñas para ser y para estar. Se trata de formación, pero también de empoderamiento y liderazgo. Su directora general, Lucy Lake, las mira de frente. Nunca hacia abajo.

-No prestan una ayuda puntual, buscan un cambio sistémico.

-Se trata de muchísimo más que un proyecto, se trata de justicia social. Hay que ver la educación de las mujeres como puerta a la justicia social, reconociendo que si las excluyes del colegio serán excluidas de todos los demás sistemas a lo largo de toda su vida: del sanitario, el de justicia... El punto de partida para la equidad social ha de ser que las niñas vayan al colegio. Nos centramos en áreas donde ha habido una gran disparidad en los números entre niños y niñas y resulta que, si sacas la pobreza de la ecuación, las niñas pueden conseguir buenos resultados y llegar a ser líderes. Se trata de romper el círculo de la pobreza y reemplazarlo por un círculo virtuoso.

-El avance del feminismo en los últimos años ha sido exponencial. ¿También en África?

-Yo diría que sí. La trayectoria, por supuesto, es diferente. Pero creo que el hecho de que hayamos visto a niñas y mujeres jóvenes -que antes estaban excluidas a todos los niveles- en el centro del escenario lo demuestra.

-La situación hace año y medio ya distaba mucho de ser la idónea. ¿Cómo ha afectado la covid a estas mujeres?

-El impacto se ha visto en muchos niveles. Las escuelas han ido cerrando, los niños han salido del sistema. Y son las niñas las que se encuentran en una situación más vulnerable, porque cuando las familias se enfrentan a una mayor pobreza como resultado de la situación económica generada por la pandemia, en muchas ocasiones se las obliga a casarse jóvenes. Una vez superada la situación de crisis, es mucho más difícil atraerlas de nuevo a los colegios debido a eso. Una de las cosas que celebramos es la tasa de retorno a la escuela de las niñas apoyadas por Camfed. Teníamos redes de mujeres jóvenes, líderes en las comunidades, que han podido mantener el contacto con las niñas incluso cuando cerraron las escuelas. Ahora que están reabriendo, estamos viendo una tasa de retorno superior al 95%. En un contexto en el que miles de niñas han sido excluidas del sistema, es algo extraordinario. Demuestra que si las niñas tienen el apoyo adecuado pueden volver.

-Los avances tecnológicos no han tenido en África el efecto democratizador que en otras partes del mundo. ¿La falta de acceso a las nuevas herramientas incrementa la desigualdad?

-Efectivamente, hemos visto una brecha digital más amplia. El desafío es ver cómo podemos cerrarla, qué tecnologías de bajo coste podemos utilizar para garantizar que podamos mantenernos conectados y hacer que los niños tengan un acceso continuado. Por ejemplo, las emisoras de radio comunitarias han sido un medio para contactar con los jóvenes y asegurarnos de que puedan seguir aprendiendo. Hacer que los materiales sean accesibles y encontrar soluciones de bajo coste es imprescindible.

-Su compromiso hasta 2025 es proveer de educación primaria y secundaria a cinco millones de niñas. La red crece.

-El planteamiento para los próximos cinco años es ofrecer apoyo a las jóvenes que están terminando la escuela, para que puedan seguir adelante a posiciones seguras, donde tengan un medio de vida, puedan acceder a más educación y ocupar posiciones de liderazgo. Una vez que las mujeres encuentran esta posición, a la larga pueden dar apoyo a las próximas generaciones. Por eso podemos fijarnos el objetivo de cinco millones de niñas, por la ambición de esa red de mujeres que se unen, empoderadas y en una posición que puede ofrecer apoyo a las más jóvenes.

-Otra de sus labores es que los gobiernos entiendan que la exclusión de la mujer se traduce en una menor productividad e ingresos perdidos.

-Asociarnos y crear partenariados con los gobiernos es una parte central de nuestro trabajo. Vemos que los sistemas actualmente no funcionan de forma eficaz para servir a las mujeres vulnerables. Se trata de cambiar el sistema. Las mujeres que forman parte de la red de jóvenes que han tenido éxito son embajadoras muy poderosas sobre cómo el sistema puede funcionar mejor para las niñas. Se convierten en profesoras, directoras, asesoras, funcionarias gubernamentales... Ese es el cambio a largo plazo que es posible.

-Camfed hace un esfuerzo por huir de la condescendencia y la superioridad con la que muchas veces Europa trata a África.

-Nunca nos referimos a las mujeres a las que apoyamos como beneficiarias. Eso implica un desequilibrio de poder. Nos referimos a ellas como clientas, trabajamos para ellas, para servirlas. El principio sobre el que se fundó nuestra organización es la de la rendición de cuentas hacia esa niña. Todas las decisiones que adoptamos pasan por ahí.

-¿Qué retos son los que se plantean ahora?

-El reto más importante -la pandemia lo ha demostrado- es saber que aunque avances siempre puedes ir para atrás. Lo vemos también con el cambio climático, cómo está trayendo un nuevo nivel de vulnerabilidad a comunidades ya vulnerables. Tenemos que asegurarnos de abrir los ojos ante esto y estar listos para poder solucionarlo.