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«Son majísimos los cuatro, de verdad. Tenemos que apreciarlo»
La emoción se palpaba a las puertas del Auditorio Príncipe Felipe, donde la Familia Real se fotografió y saludó tras el concierto
Faltaba más de una hora para la llegada de los Reyes y sus hijas pero las gaitas sonaban sin descanso y el público iba cogiendo ... los mejores sitios alrededor del Auditorio Príncipe Felipe. En la calle, en balcones o ventanas; cualquier espacio era bueno mientras permitiese verlos llegar.
Hay quien acude cada año, quien aguardaba por primera vez y había, incluso, gente que pasaba «por casualidad», pero al encontrar buen sitio se planteaba esperar para ver a la Princesa, como era el caso de Ángela Melón. Incluso, había quien esperaba para verles a la salida, como María Luisa, vecina de la Reina «de toda la vida», «porque son muy agradables y saludan a todo el mundo».
Candela Albareda y Tomás de la Fuente acudirán esta tarde al Teatro Campoamor pero esperaban verles ayer porque «es el evento más importante de nuestra ciudad». Y a su lado estaba el pequeño Saúl con solo 3 años, pues le habían dicho en el colegio que venían los Reyes y la Princesa, «¡que se llama Leonor!», anunciaba aferrado a la valla, en primerísima fila. Su abuela Isabel, ante tal ilusión, no podía no llevarle.
Desde Zaragoza, solo para este momento, venían Rosa María Gómez y José Gotor. Para ellos era un día «muy especial». «Me haría mucha ilusión que se acercaran», compartía Gómez emocionada. Y una misión tenía Patricia Prieto, que en representación de la asociación 'Por dos pulgares', que da apoyo a investigación en Fibrodisplasia Osificante Progresiva, soñaba con poder hablar «con la Reina, que es súper sensible y empática con las enfermedades raras».
A eso de las siete de la tarde sucedía el momento más esperado: la llegada de los Reyes, doña Leonor y doña Sofía, y el público se deshizo por fin en aplausos y halagos. «¡Qué guapas van!», se oía al bajar del coche la infanta y la Princesa. Llegaban para el principio del concierto mientras terminaba otro recital, el de la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo frente al Auditorio. Entre sus integrantes estaba Pelayo da Silva, uno de los acordeonistas, que confesaba haber pasado «muchos nervios», porque es un momento importante y, además, impacta ver a los Reyes «desde tan cerca». El benjamín de la banda, Luis Ibarlucea, toca el tambor con tan solo diez años y aunque le invadían los nervios por el «miedo de equivocarme delante de los Reyes», reconoce que fue para él un momento muy especial. Y gaitero es Alejandro Teja, que les veía ayer en persona por primera vez en un momento que confiesa que fue «importante» y «emocionante».
Terminaba el concierto y de nuevo los alrededores se inundaban de gente. Salieron por un lado el Rey y la infanta y por otro, la Reina y la Princesa, y con cariño y paciencia saludaron, se hicieron fotos y atendieron a todo el mundo que así lo deseaba. «Son majísimos, de verdad. Tenemos que apreciarlo», se oía una voz en el momento en el que se alejaban hacia los coches.
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