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A. Fernández
Roma
Sábado, 3 de mayo 2025, 19:52
Toda la solemnidad de la Iglesia católica se dejó sentir y ver en la misa celebrada en la basílica de San Pedro por el cardenal asturiano Ángel Fernández Artime, quien, acompañado por todos sus compañeros del colegio cardenalicio, ocupó lugar de honor bajo el maravilloso baldaquino de Bernini para presidir una ceremonia concelebrada que llenó por completo el inmenso templo que es el puro corazón del estado Vaticano.
'Canta al Señor un canto nuevo' en italiano arrancó la liturgia, que sirvió para que las mujeres consagradas hicieran oír su voz. Una representante de ese colectivo se encargó de elogiar la figura del Papa Francisco y de recordar el papel importante que las mujeres juegan en la Iglesia católica. No fue la única intervención en la misa novenial presidida por el propefecto del Dicasterio para la Vida Consagrada, en la que de nuevo otro colectivo religioso aportó su visión sobre la pérdida de un personaje tan importante como Francisco, tanto para «la Iglesia como para toda la humanidad».
Se mezclaban en el magnífico templo rebosante de arte y fe personas vinculadas a distintas congregaciones religiosas con fieles que quisieron ser partícipes de la celebración litúrgica, en la que tras la primera lectura sonó el salmo 'Ti esalterò, Signore, perché mi hai risollevato'. «Escucha, oh Señor, y ten misericordia de mí, ¡Señor, ven en mi ayuda! Has cambiado mi lamento en danza, Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre», sonó a gloria antes de que escuchara la segunda lectura, del Libro del Apocalipsis de Juan Apóstol. El Aleluya del 'Canto al Evangelio' se escuchó a continuación con la sobriedad de la celebración antes de que se leyera el Evangelio según San Juan.
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La homilia de Fernández Artime llegaría a continuación. Sirvió para reconocer la importancia de la vida consagrada que tanto alentó el Papa Francisco. A quienes han decidido seguir ese camino alentó a estar «al servicio de los pobres, los marginados y los olvidados». Esa es la misión de la Iglesia para este salesiano luanquín, que confía en que el cónclave sirva para elegir a un Papa que continúe la tarea iniciada por Francisco y avanzar en una Iglesia que dialogue con el mundo. Más necesario es ahora que nunca en este mundo incierto ese compromiso. Anteponer el amor de Cristo, como hizo San Benito, es el camino a seguir, según Artime. Instó a los consagrados a ser centinelas de este mundo y a que pongan el Evangelio en primer lugar. El empeño ha de ser ese, según dejó claro en su homilía el cardenal asturiano. «María, madre de la Iglesia, nos conceda a todos ser misioneros», dijo ya en el tramo final de su sentido discurso en la basílica de San Pedro.
El credo y la oración universal u oración de los fieles llegaría a continuación para pedir por Bergoglio. «Hermanos y hermanas, elevemos con confianza filial fervientes súplicas a Dios, nuestro Padre, seguro de que no abandonará a su consagrado en la sombra de muerte. Por favor escúchanos y admite a nuestro difunto Papa Francisco en tu reino de la vida y el amor», dice ese rezo que insta igualmente a alimentar la fe de la Iglesia con la gracia de los sacramentos y guiar a los gobernamentes y legisladores al servicio de la verdad y el bien del hombre. Se pide también por los catequistas, los evangelizados, por las nuevas vocaciones y se insta en ella a reaviviar la alegría de los bautizados. La comunión llegó entre las voces del coro poniendo belleza y afrontando el camino hacia la paz final tras hora y media de misa.
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