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David M. R., actual pareja de Maje, se cubre con una prenda tras su arresto por el asesinato del joven Hugo Sáez en Sueca en 2008. Francisco García

Cocaína, 44 cuchilladas y Maje: la historia criminal de la actual pareja de la asesina de Valencia

David M. R. cumplió 15 años de prisión por matar a su camello junto a un colega en Sueca y hundir el cadáver en el Júcar. Hoy tiene 40 años, visita a la viuda semanalmente y comparten los encuentros vis a vis

Juan Antonio Marrahí

Valencia

Miércoles, 9 de julio 2025, 09:35

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Tener un amante homicida, enviudar, ser condenada por asesinato y acabar con un ex convicto homicida. Esta es la secuencia exacta. La vida sentimental de María Jesús Moreno parece marcada, de algún modo, por este delito. No sólo confió en un compañero que aceptó acabar con la vida de su esposo en 2017. Tres años después de ser condenada por el crimen en el barrio valenciano de Patraix entabló una relación sentimental con David M. R., otro criminal que ya está libre tras cumplir su pena y se ha convertido en la actual pareja de la viuda. El valenciano, de 40 años, es uno de sus apoyos junto a su familia de Novelda y su hijo de corta edad fruto de sus relaciones sexuales en la cárcel de Picassent.

La de David es la historia dentro de la historia. Y siempre, con sangre de por medio. En su caso, todo se torció por un asunto de drogas que estalló en La Ribera en primavera de 2008. Justo cuando Maje estaba a punto de alcanzar la mayoría de edad, su pareja hoy, David, se vio involucrado en una disputa que marcó el resto de su vida y dejó a otra familia destrozada en esta comarca valenciana.

Por esas fechas comenzaron a repartirse por Sueca y otros pueblos de la Ribera Baixa los carteles que alertaban de la desaparición de un joven de 27 años. Su nombre, Hugo Sáez Laserna, al que su familia echaba de menos desde las diez y media de la noche del 20 de mayo de 2008. A pesar de los rastreos y de la difusión de la foto de Hugo nadie daba con su paradero. Cuatro días después, se confirmaron los peores presagios. Su cuerpo fue localizado en el río Júcar. Claramente, era un homicidio, puesto que estaba envuelto y amarrado a una bombona de butano. Los asesinos querían hundirlo y que el cadáver jamás se descubriera. La autopsia reveló 44 cuchilladas.

El caso quedó en manos del equipo de Homicidios de la Guardia Civil de Valencia. Tras dos semanas de investigación en el entorno de Hugo, los agentes ya habían reunido suficientes pruebas como para llevar a dos sospechosos arrestados ante el juez: eran David M. R., entonces de 22 años, y su colega Carlos S., de 24, según informa Las Provincias.

El segundo arrestado por el crimen de Hugo Sáez, el entierro de la víctima en Sueca y su rostro en los carteles tras su desaparición en 2008. Francisco García / LP
Imagen principal - El segundo arrestado por el crimen de Hugo Sáez, el entierro de la víctima en Sueca y su rostro en los carteles tras su desaparición en 2008.
Imagen secundaria 1 - El segundo arrestado por el crimen de Hugo Sáez, el entierro de la víctima en Sueca y su rostro en los carteles tras su desaparición en 2008.
Imagen secundaria 2 - El segundo arrestado por el crimen de Hugo Sáez, el entierro de la víctima en Sueca y su rostro en los carteles tras su desaparición en 2008.

Los agentes creen que David y Carlos atacaron simultáneamente a Hugo, uno por delante y el otro desde atrás. Primero le golpearon con un objeto contundente hasta aturdirle. Luego le apuñalaron hasta la muerte de manera brutal. Presentaba 44 heridas repartidas por todo el cuerpo: en la espalda, cuello, cabeza, cara, tórax y manos. Le seccionaron la arteria carótida y murió desangrado.

Más tarde, envolvieron el cadáver de la víctima en una sábana y le sujetaron los tobillos con cinta adhesiva. Al día siguiente, trasladaron el cuerpo sin vida en una furgoneta que uno de ellos pidió prestada a un amigo. Según el fiscal, condujeron hasta un punto aguas abajo del Azud de Cullera y allí, en el margen izquierdo, lanzaron el cádaver al agua con una bombona de butano atada a los pies.

Como en el caso de Maje y su amante Salva, la intervención de teléfonos fue clave. Se analizaron decenas de conversaciones de David y Carlos con sus allegados. En una de ellas, por ejemplo, el padre de David le expresaba: «Han venido a por ti ya». En el caso de Carlos, sus mentiras quedaron tumbadas. Una de sus llamadas le situaban en El Perelló (Sueca) en la madrugada de los hechos cuando siempre afirmó que no salió de la casa del municipio en la que se produjo el crimen.

Si Maje se encargó de desviar la atención sobre sí misma e intoxicar a propios y ajenos con mentiras intencionadas sobre la muerte de su esposo, David también tomó bastantes precauciones para cubrirse las espaldas y complicar el descubrimiento de la verdad. A la mañana siguiente de la desaparición de Hugo, la Guardia Civil lo situó en una gasolinera donde limpió a conciencia la furgoneta empleada en el traslado del cadáver. La grabación de una cámara de seguridad fue clave para esta prueba incriminatoria.

Como en el crimen de Patraix, los investigadores de Homicidios fueron siempre un paso por delante. Los especialistas de la Benemérita hallaron ADN de Hugo en el vehículo. Si Maje mandó mensajes a su marido para disimular cuando sabía sobradamente que estaba muerto, David intentó sin éxito agenciarse un tique de un bar un día después de la desaparición de la víctima, pero el responsable se negó y evitó así una posible coartada, como salió a relucir en el juicio.

Carlos y David, en el comienzo de su juicio ante un tribunal popular, en febrero de 2012. Damián Torres

Una de las cuestiones que centró el debate en el juicio fue si el crimen fue perpetrado entre los dos amigos o por uno solo. Un forense que intervino comparó la brutal muerte de Hugo con una escena de 'La Familia de Pascual Duarte' de Camilo José Celá. Se refirió al momento en el que protagonista de la novela acuchilla a la yegua que ha causado la caída y consiguiente aborto de su esposa embarazada. Es decir, un acuchillamiento insistente, repetitivo y excesivo, la mecánica lesiva propia del ensañamiento con la víctima.

David acabó acorralado por una sábana, la pieza textil con la que estaba envuelto Hugo. Los investigadores, a través de testimonios y comprobaciones, establecieron que pertenecía al mismo juego que la funda de almohada de una persona que habitó en la misma casa que ocupaba David cuando se produjo el crimen. Es decir, que los dos amigos usaron lo que tenían a mano en ese domicilio para conformar la envoltura del cuerpo de su víctima antes de trasladarlo al Júcar.

Como Maje, David defendió su inocencia. También lo hizo el coautor. Los dos amigos trataron de convencer al jurado de que la noche del crimen de Hugo no salieron de la casa y simplemente se dedicaron a jugar con una videoconsola de Play Station tras consumir un gramo de cocaína. Y que luego se fueron a dormir. Reconocieron, eso sí, que Hugo estuvo allí, les pasó la droga y después se marchó de la vivienda sin más. Incluso uno de los acusados deslizó que había escuchado cómo la víctima hablaba en la calle con alguien que supuestamente le estaría esperando.

El jurado tampoco creyó a David

Al final, las partes elevaron sus conclusiones provisionales a definitivas. El fiscal acabó solicitando para ambos una pena de 15 años de prisión por homicidio con la agravante de abuso de superioridad. La acusación particular, en representación de la familia de Hugo, pedía más: 25 años de reclusión por asesinato. Las defensas pretendían la libre absolución de sus respectivos clientes.

Y al igual que sucedió con Maje, el jurado no creyó a David ni a Carlos. Ambos fueron declarados culpables y condenados a los 15 años de prisión que pedía el fiscal. Como en cualquier otro caso criminal, la pena empieza a contar desde la privación de libertad previa al juicio. En este caso, desde 2008.

David comenzó a tachar días con el horizonte puesto en 2023. Según fuentes penitenciarias, fue por esas fechas cuando el homicida de Sueca y Maje conectaron sentimentalmente en la cárcel de Picassent, en su etapa final de la condena. Cuando la viuda llevaba cinco años como reclusa y David disfrutaba ya de permisos propios de haber consumido con buena conducta la mayor parte de su pena.

Han pasado dos años y esos lazos perduran. Como informó este diario, David marca la última parada sentimental en la vida de la asesina de Patraix, actualmente en la unidad de madres Irene Villa de la prisión alicantina de Fontcalent. Es allí donde ambos comparten visitas y encuentros íntimos que podrían marcar el futuro de la viuda. En caso de un nuevo embarazo podría prorrogar su estancia más allá de los tres años que marca la legislación penitenciaria como tiempo máximo para la convivencia con un hijo en este espacio.

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