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Carlos López Otín acaba de publicar 'El sueño del tiempo'. TECUEME STUDIO

Carlos López Otín: «Qué mejor elixir de la longevidad que abrir un libro o escuchar una canción»

Carlos López Otín Catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo ·

El investigador revela en un libro la ecuación para vivir más: «El envejecimiento es inexorable, pero la longevidad es plástica»

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Jueves, 12 de noviembre 2020, 00:56

Es 'El sueño del tiempo' (Paidós) un libro con banda sonora, galería de arte y cartelera de cine. Es un viaje apasionante por los relojes biológicos y emocionales, por los días y las horas de las grandes mentes que han hecho avanzar el mundo, por los caminos del envejecimiento, por sus elixires, por el ADN y el ARN, por los telómeros y la autofagia, por laboratorios y bioterios, pero con la compañía de Van Gogh, de los Rolling Stones o de Robert Zemeckis. Carlos López Otín (Sabiñánigo, 1958), catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo, firma junto a Guido Kroemer un ensayo que puede ayudarnos a envejecer mejor y a conocernos mejor.

-¿Cómo quiere usted envejecer?

-En mi vida ya he cumplido todas mis expectativas absolutamente, estoy tranquilo y contento. Tengo 62 años y mi vida ha sido un elogio del tiempo.

-En su anterior libro decía que había sido un hombre feliz, que de pronto se hizo un hombre triste. ¿En qué momento está?

-Este libro habla también de eso en el sentido de que es el segundo eslabón de la trilogía. En el primero descubrí la infinita vulnerabilidad, las emociones, el segundo ahonda en algo a lo que ningún ser humano por ahora ha logrado ser invulnerable, el paso del tiempo, y el tercer libro, ya escrito, aborda aquellas enfermedades simbólicas que nos hacen sentir más de cerca esa sensación de fragilidad extrema. En el primero escribía la ecuación de la felicidad, en este, la de la longevidad y la conclusión es que el envejecimiento es inexorable pero la longevidad es plástica.

-¿Hasta dónde?

-Me gusta pensar que hay unos límites biológicos. Para mí está en 122 años, 5 meses y 14 días, el tiempo que vivió el ser humano que ha tenido una mayor longevidad. Cuando nacemos venimos con tres mil millones de latidos en el corazón para gastar, pero no llegamos hasta el final porque nos deterioramos antes, es un problema de mantenimiento. Entendemos el tiempo cósmico, pero el tiempo biológico hay que aprender a pasarlo, sentirlo, perderlo, ganarlo, disfrutarlo, soñarlo, sufrirlo a veces y plantearnos si podemos llegar a dominarlo.

-¿Usted qué ha aprendido?

-Que qué mejor elixir de la longevidad que abrir un libro para viajar en el tiempo o escuchar una canción. Son de altísimo impacto y bajo coste.

-Pero se buscan otros. ¿Quién quiere vivir para siempre?

-Mucha gente, porque la industria de la longevidad es la de mayor futuro. ¿Quiénes son los grandes mercaderes del tiempo? Google y Facebook, jóvenes multimillonarios que quieren comprar tiempo porque es lo único que no pueden dominar, han creado empresas dedicadas exclusivamente a estudiar claves para extender la vida hasta extremos impensables

-¿Merece la pena?

-Cuando se invierten millones de dólares será que sí.

-¿A usted le gustaría llegar a centenario?

-A centenario no me importaría, siempre que me sienta bien.

-¿Pero qué opina de esa búsqueda de vivir más y más?

-El objetivo de toda mi vida ha sido entender las enfermedades y eso me ha llevado a investigar sobre el paso del tiempo, porque surgen como producto secundario del paso del tiempo o tienen componentes relacionados con los relojes biológicos. Por eso entender el tiempo nos sirve para entender la vida y mejorarla. La vida tiene sus luces y sus sombras y es finita por definición, envejecer es un accidente de la evolución.

-O sea que no ve necesario alargarla porque sí.

-A mi padre le sobraron dos años, mi madre está enferma de alzhéimer y no me gustaría que le sobraran también. En una sociedad libre y bien informada, nadie debe imponer nada. El primer milagro es la vida, pero cuando ya no cumple los requisitos para ser una vida reconocible es innecesaria.

-Entiendo que aboga por la regulación de la eutanasia.

-No me gusta esa palabra, me parece durísima, inconveniente, lo que creo que hay que hacer es impulsar el conocimiento. Hay dos vulnerabilidades humanas: la entropía, que tiene que ver con el tiempo cósmico y no podemos luchar contra ella, y la ignorancia. Los dinosaurios se extinguieron porque eran muy ignorantes. Nosotros hemos evolucionado para estar preparados para que la vida sea más larga solo si es mejor.

-Dice en su libro que de glorificar a los ancianos hemos pasado a marginarlos.

-El libro es un análisis sociológico también. He vivido muchas cosas, he tenido acceso a pacientes desahuciados. Sammy Basso, mi discípulo, mi alumno colaborador, tenía una esperanza de vida de 12,5 años y hoy ha cumplido 25 y es un ejemplo de vida. Eso es lo importante. Lo que hay que hacer es no hablar de ideología, la vida no la tiene, estamos todos hechos con las mismas siglas, cambia el orden en que se disponen, y con ellas debemos aprovechar para aprender, para dejar hablar y escuchar a los que saben de una cosa y nos pueden enseñar.

-¿Por qué cree que triunfa la ignorancia?

-Porque estudiar está muy desprestigiado. La sociedad ha evolucionado a otros modelos más sencillos, más banales pero mucho más cómodos. Pero, pese a lo dicho, en mis clases, ahora telemáticas, los alumnos acuden masivamente. Creo en el futuro, pero hay otra forma de ver la vida, por eso escribo estos libros.

-¿Sus consejos para la longevidad?

-Son los mismos de siempre, pero ahí seguimos. Lo primero es evitar la obesidad, lo segundo, la malnutrición, no solo es que se come más de la cuenta, es que se come muy mal. Están el estrés emocional y la inactividad física, la intoxicación crónica, el tabaco y las drogas, los ultraprocesados, la contaminación... Y luego los relojes circadianos, que debemos llevarlos coordinados manteniendo horarios regulares, haciendo deporte, dedicando tiempo al ocio y que el trabajo no sea un sufrimiento continuo. Habría que elaborar un plan contra la violencia laboral. Y hay otra cosa más: no nos propongamos objetivos sociales y profesionales para lo que no tenemos talento, es amargar tu vida y la de los demás.

-Su libro nos ayuda a conocer el tiempo en todos los ámbitos y concluye con que la batalla la gana él.

-Tenemos límites biológicos y no creo que haya que forzarlos, hay que volver la vista a lo clásico. En la antigüedad nos decían que había tres tiempos, el de Kronos, el que nos devora y pasa cada día, y hay que aceptar que nos superará; el de Aión, donde somos parte de una gran noria cósmica, hemos vivido nuestro tiempo y otros nos tomarán el relevo y hay que disfrutarlo, y Kairós, el de la oportunidad, el que nos dice que cada día puede pasar alguna cosa maravillosa, aunque sea algo tan cotidiano, como diría Manuel Vicent, como que te estalle un grano de uva moscatel en la boca. Hay que aprovecharlo, dejemos a la ciencia trabajar y no pidamos ni prometamos imposibles. No quiero vivir más años de los que me corresponda, pero tengo dos horizontes: uno es 2045, tendré casi 90 años, es el tiempo en que los grandes gurús multimillonarios han dicho que seremos inmortales. El día 1 de enero saldré a la calle y preguntaré a los que vuelven de Nochevieja si ha llegado ya la inmortalidad y me dirán «yo no la he visto». Y me gustaría ver pasar de nuevo el cometa Halley, en 2062. Me subo a la cola y ya desaparezco.

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