Un billete imposible
En 1954 un billete de 500 pesetas se hizo popular por su errata de coleccionista
¿Era un billete falso o una 'rara avis' digna de colección? Dependía de quién analizase el extraño suceso que hace medio siglo saltó a las páginas de EL COMERCIO. Resultaba que Poldo, «el del café de Villamayor», decíamos en aquellos tiempos en los que todo Asturias era un pañuelo, acérrimo coleccionista que en el Café Gran Peña exponía desde relojes a campanillas, pasando por pinturas o tallas, poseía un extraño billete de 500 pesetas. Era «de la emisión del 22 de julio de 1954», y su particularidad, nunca antes vista, consistía en que «las numeraciones en anverso y reverso son distintas. Por un lado tiene la numeración P-2712618 y por la parte opuesta P-2712617». Su propietario lo había descubierto al ir a pegar con celofán el billete «debido a una rotura que nada tiene que ver con la serie y el número».
«Fue cuando me di cuenta que eran números distintos», nos explicaba. Algo a todo punto imposible, según el director de la Casa de la Moneda, en Madrid, con el que el propietario del billete 'con errata' se había puesto en contacto. Sin embargo, ninguna otra cosa hacía pensar que este pudiera ser falso. «Es evidente que no hay ninguna manipulación», decía Poldo, quien invitaba a comprobarlo a cualquiera que estuviera interesado. La cuestión del cambio de numeración, en cualquier caso, aumentaba significativamente el valor del billete en el mercado coleccionista, aunque el asturiano, de mano, no pensaba venderlo. «¡Ahora que si tanto me tientan...!». No supimos nunca, o al menos no lo publicamos, si finalmente lo vendió.
Otras piezas de interés
Otras cosas de la colección de Poldo sí eran más susceptibles de venta. Por ejemplo, un tomo encuadernado «del 'Diario de la Marina' (...) editado en 1928, por supuesto en La Habana, como homenaje a S.M. Alfonso XIII», a quien, por aquel entonces, poco le quedaba ya como Rey de España, pero esa es otra historia distinta. «También esta es pieza museable para los especialistas en el tema», afirmábamos, de la que tentábamos, también, a Poldo a venderlo a la hemeroteca provincial de la Cámara de Comercio. Mucho quedaba todavía para la digitalización que hoy tenemos. Otros tiempos.